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…Y
qué bueno que así sea, pues será una vez más de tantas desde que el
mundo es mundo.
La vida, en sus casi
infinitas manifestaciones terrenas, ha sido cortada de raíz a causa
de cataclismos más allá de lo imaginable; se han acabado bosques
gigantescos, todos los dinosaurios, casi toda la vegetación, se han
disuelto los hielos polares varias veces, inundado los desiertos,
desaparecido los mares, montañas arrasadas, entre otros formidables
acontecimientos derivados de los mentados “cambios climáticos”
“calentamientos globales” “contaminaciones incontrolables” “lluvias
inacabables” y otros estertores de nuestros planeta azul, que no
siempre ha tenido tan romántica tonalidad.
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Considero seriamente,
ahora sí, entrar a un sindicato, el que sea, con tal de que me den
chance de llegar crudo, pacheco, festejar el san lunes, faltar a la
menor provocación, gozar de asueto por el motivo que me dé la gana,
cobrar sin chambiar, heredar mi güeso a mi pariente favorito,
protestar por lo que sea, no importa que, entre mi sindicato y yo,
acabemos con la patria antes de que el mundo termine hecho una pira,
como dicen los cursis ambientalistas que brotan como hongos.
*
Tengo varias
posibilidades de gozar de tales beneficios; entrando a los
sindicatos mafiosos de Pémex, Seguro Social, Issste, Luz y Fuerza,
de Necaxa, maestro de la maistra, minero de napolíon gómez,
banquero del Banco de México, telefonista de hernández,
ferrocarrilero, entre otras bandas delincuenciales protegidas por
los capos más poderosos, ante los cuales el inocente don Alfonso
Capone, es un alma impoluta.
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Gracias a esas
delicadas organizaciones, actualmente ser joven en México, es una
tragedia casi irremediable, pues la Patria agotó sus recursos y es
incapaz de sostener a sus nuevos hijos, obligándoles a salir del
país para sobrevivir; sobre todo a los que cursaron por
universidades, tecnológicos, academias de todo tipo, tanto que
abandonan del país más de 250 mil profesionistas titulados cada año,
para crearse un destino menos ingrato, gracias a que las
condiciones mexicanas están debidamente arruinadas entre todos,
desde los ciudadanos inermes e indiferentes hasta los empresarios
egoístas y ciegos, pasando por esos clanes de bandidos que integran
los cuerpos politiqueros mexicanos, que han dado lugar y fuerza a
los sindicatos que padecemos.
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Por eso tienen tanto
éxito individuos como el ingeñero que controla el PRI poblano,
hermanito del góber precioso, ante quien hay que purificarse para
ser incluido en las listas de presidentes municipales, diputados y
demás fuentes de riqueza llegada desde el partidazo.
Se le paga por
inscribirse, por ser “el ganador de las encuestas,” por ser
“nominado por el partidazo” “por arrinconar a los rivales” que no le
llegaron al precio y, si se llega a “triunfar” en las urnas por el
voto de los ciudadanos, hay que seguir pagando a los mandones de
turno, para dizque mandar en el corral donde dejan rascar a los
pollos pelones.
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Por eso se quejan
amargamente pero en silencio, cuando los que le pagaron al ingeñero
poblanito, más de una vez se les raja y les manda decir que
encontraron “irregularidades insuperables” en su expediente, a los
ilusos encarrerados no les queda más que volver a pagar para que no
entre otro en su lugar, más hombrecito y más pagador.
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Cuando se instalan en
las presidencias, diputaciones y otras ubres escurridas, lo primero
que hacen es recuperar las inversiones, para luego seguir con los
negocios que ya están caminado -como el agua de los arroyos que la
toma el que va pasando- más los que se inventen que para eso sí son
truchimanes ejemplares, como va quedando comprobado al ver cómo
vivían y cómo viven los que han sido premiados con algún puestecito
municipal.
*
Tulancingo tiene
muestras maravillosas de tales ejemplares, para no citar el resto de
los ayuntamientos.
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Esto se repite a lo
largo y ancho del país, donde todos los partidos politiqueros hacen
cera y pabilo con lo que les ponen a tiro.
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La frase sacramental
entre los mexicanos que mejor nos describe es: “No me des,
ponme donde hay”
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Por eso es una
desgracia ser joven en México.
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Los principales
creadores de la vida en este mundo son los volcanes con sus
erupciones. Cuando los volcanes explotan llenando de gases los
cielos, se amaina el calentamiento, se rejuvenecen los suelos con
materiales fertilizantes micronizados, se limpian las cuencas
acuíferas, renacen los bosques, se acumulan los hielos en los polos,
el mar suaviza sus embates contra las playas.
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Cuando las explosiones
volcánicas se pasan de la raya, se extinguen especies animales y
vegetales, cambian el curso de los ríos, se desfiguran las costas y
tienen lugar otras calamidades menores, en la proporción debida,
que dan nueva cara a nuestros mundo, como ahora gritan los que se
han tragado el cuento del calentamiento global, desde los que cobran
millonadas por cantar la catástrofe inevitable, como el gringo
cuentista Al Gore recién aclamado por una bola de atarantados
creyentes en que el fin del mundo, ya llegó.
*
La Tierra es
increíblemente dinámica, con una vida sumamente agitada, convulsa,
que nos pasa inadvertida; no está quieta un segundo; su tiempo se
cuenta por centurias, milenios, años luz, incompresibles para
nuestra escala de segundos, minutos, horas, días, años, siglos y
unos cuantos milenios apenas de nuestra presencia sobre la
superficie de esta Tierra, que maltratamos ensuciándola
despiadadamente.
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De esto sí somos
culpables sin perdón alguno; por lo demás el Universo, ni en cuenta
nos toma, pues ignora totalmente nuestra existencia.
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Por lo cual no se
inquieten por el fin del mundo; no lo veremos pues antes estaremos
pelas nada más por mugrientos, así que sigamos como si nada, como
siempre: irresponsables.
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Esta delicada ensalada
va convirtiendo a México en el país más mugroso del mundo y puntea,
orgulloso, como el más corrupto.
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Agoniza Luciano
Pavaroti, tocado por un mal pancreático, deriva rumbo a la
playa de la Muerte. Tal vez sea la mejor voz masculina que se haya
dado en este mundo, su contra parte femenina, María Callas,
también alcanzó esas cumbres desde donde nos ofrendan torrentes
inagotables de placer, de dicha, de gracia y belleza
indescriptible.
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La tecnología ha
recogido esas voces prodigiosas, a nuestro alcance, siempre
disponibles, fieles, invaluables, intachables, como una exquisita
compensación por los desastres que hacemos a otros y sufrimos por
otros.
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Un
tipo que sabía lo que decía, Segismundo Freud, dejó dicho que:
“-Hay dos maneras de ser feliz en la vida: una hacerse el idiota;
la otra, es serlo. |
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