El ser humano es la máquina más
perfecta. Está compuesta por complejos mecanismos de equilibrio,
compensación y reparación, así como por ritmos que lo asemejan a
una fenomenal filarmónica cuyo órgano rector es el sistema
nervioso. El sueño es un proceso fisiológico que compartimos con
otras especies animales y está organizado rítmicamente,
condicionado por un reloj biológico, lo que indica que el sueño
humano tiene una periodicidad circadiana, es decir, alrededor
del día, fragmentada en 24 horas.
Alguna vez se han preguntado: ¿por qué pasamos
tanto tiempo durmiendo? Las personas dedicamos al menos un tercio de nuestra
vida a esta actividad, y si tomamos en cuenta que el sistema nervioso es un
gran economista y sus procesos están asombrosamente regulados, el sueño toma
una relevancia vital. Mejora el rendimiento cognitivo, particularmente el
atencional y mnésico y estabiliza el estado anímico.
Este proceso está organizado
neurofisiológicamente en dos grandes fases en función de la actividad
cerebral que se evidencia en el electroencefalograma:
Sueño de ondas lentas, también llamado no-MOR
o no movimientos oculares rápidos, mismo que ocupa la mayor parte del tiempo
de sueño. Por su parte, el sueño de ondas lentas se subdivide en cuatro
estadios, aunque en la actualidad se discute si la fase tres y cuatro
deberían ser una en lugar de dos, pero dejemos esa discusión de lado. El
acuerdo científico internacional tradicional identifica los siguientes
cuatro estadios: 1) somnolencia, es transicional entre vigilia y sueño, dura
de uno a siete minutos; 2) sueño ligero, caracterizada por la aparición de
los grafoelementos llamados husos de sueño (generados por el tálamo) y
comienzan a generarse los complejos K, una onda aguda; 3) sueño
moderadamente profundo, determinado por bandas delta o ritmos lentos de alto
voltaje, y 4) sueño profundo, el más largo de esta fase, en banda delta de
hasta 2 hertz o menos. Durante el sueño de ondas lentas pueden ocurrir
algunas parasomnias y aparecer grafoelementos anormales.
Sueño de movimientos oculares rápidos (MOR o
REM, rapid eye movement), también llamado sueño paradójico por el
incremento en la actividad cortical y autonómica. En esta fase creamos la
mayor parte de los sueños, que en algunas corrientes terapéuticas son
interpretables, pero esa es otra historia.
A continuación se esquematizan en el eje de
las abscisas x las bandas, los grafoelementos normales del sueño en función
del tiempo, mientras que el eje de las ordenadas y se resumen las fases del
sueño.
Cada noche, dependiendo de la duración de
nuestro sueño, tenemos varios ciclos. A propósito del tiempo de sueño, una
reiterada pregunta en la práctica terapéutica es ¿cuántas horas de sueño
debemos dormir cuando estamos en desarrollo? Con el ánimo de aproximar una
respuesta, en 2016 la Academia Americana de Medicina del Sueño publicó el
consenso sobre las horas recomendadas que la población infantil y la juvenil
debería dormir, lo tabuló con la intención de facilitar su recuerdo.
Edad Horas de sueño recomendadas
4-11 meses 12-16 horas*
1-2 años 11 a 14 horas*
3-5 años 10-13 horas*
6-12 años 9-12 horas
13-18 años 8-10 horas
Tabla resumen de horas recomendadas de
sueño en la niñez y adolescencia. (Paruthi, 2016)
El sueño es un proceso biológico dependiente
de la cultura y los estilos de crianza. Las recomendaciones comienzan al
cuarto mes de vida en función de que el organismo humano requiere de
aproximadamente estos cuatro primeros meses para organizar el ciclo de
sueño-vigilia, de manera que la familia deberá proveer el andamiaje para que
el proceso se estabilice y los lactantes puedan dormir por la noche y estar
despiertos durante el día. Así también, las siestas después del segundo año
de vida dependen de la cultura. En algunos países forman parte del estilo de
vida de la población, mientras que en otros, como el nuestro, tomar o no una
siesta es una prerrogativa de la figura de crianza central, o bien, del
propio cansancio infantil.
Finalmente, el sueño es una rutina que debe
establecerse de la misma manera durante un cierto tiempo de adaptación. En
particular, para la población infantil las profesionales de la psicología
podemos recomendar a las familias que nos consultan: 1) elegir una hora
apropiada para comenzar el sueño (por ejemplo, 20:00-21:00); 2) procurar que
el espacio esté oscuro, lo que activará el haz retinohipotalámico que va de
la retina al núcleo supraquiasmático; 3) promover el uso de ropa cómoda y
abrigada; 4) haber cenado e ido al baño 30 minutos previos a comenzar el
sueño; 5) evitar el colecho, y 6) disponer de un lugar que permita la
postura horizontal, así como la disminución de los estímulos sensoriales y
motores.