Ensueño
Ignacio Ferreyra S.
Durante el sueño, realiza el alma todas las operaciones de la vigilia.
Piensa y hasta conoce las cosas sensibles, es decir, ve, oye y percibe
en general sin los órganos de los sentidos; se mueve y marcha; se
alegra, se aflige, se irrita y experimenta separadamente todas las
pasiones. Vela como de ordinario, con la sola diferencia de que vela
sola.
Sócrates
¿Qué es el sueño?
El tema del sueño evoca un sinnúmero de afirmaciones, cuestionamientos,
teorías y creencias de distintas índoles que chocan o convergen entre
sí, creando un vasto mundo de ideas. Las culturas chamánicas
consideraban los sueños como la puerta que conducía a distintas
realidades, mas allá de la conciencia. Para los sumerios, los sueños
eran proféticos, por lo que se basaban en ellos para tomar decisiones en
el estado de vigilia. En Grecia se creía que Hypnos permitía que los
humanos durmiesen, para que luego su hijo Morfeo los guiase en el mundo
de los sueños. Para los hindúes todo es un sueño del dios Visnú, y los
seres humanos no somos más que personajes de su vida onírica.
Hay teorías que sostienen que el sueño es el organizador de la
información cerebral, que opera cuando nos dormimos con el objetivo de
permitirnos despertar ordenados y dispuestos a seguir almacenando
estímulos en nuestro día a día. Hay otras hipótesis que proponen que el
sueño es el ambiente más seguro para practicar emociones y generar ideas
para el estado de vigilia. Para los científicos Alan Hobson y Robert
McCarley (1995): “Los sueños son un subproducto de señales neuronales al
azar […] y nuestro lóbulo frontal intenta organizarlo con una estructura
narrativa”.
Desde el “Proyecto de psicología para neurólogos”, Freud ya empezaba a
esbozar la existencia de un aparato psíquico compuesto de tres
instancias (1ª Tópica: inconsciente, preconsciente, consciente). En La
interpretación de los sueños consolida esta hipótesis, pues a partir del
estudio del sueño refuerza la idea de un espacio inconsciente regido por
sus propias leyes y funcionamiento. Las concepciones freudianas
revolucionaron las ideas que se tenían del sueño, ya que cortaron con
todo lazo místico o religioso y permitieron el desarrollo de muchos de
los conceptos de psicología de los siglos xix, xx y xxi. Para Freud, el
sueño representaba la manifestación más pura del material inconsciente;
en él había cumplimiento de deseos, impresiones de acontecimientos
infantiles y restos de información diurna, entre otras características.
El sueño y el inconsciente
Después de este recorrido sobre los sueños, me atrevo a decir que lo
único que tienen en común los acercamientos teóricos que revisé sobre el
tema es que todos parten de que todo ser humano sueña. Quizá no todos
recuerdan sus sueños y algunos no los quieren recordar, pero como decía
Jack Kerouac (2001): “Soñar relaciona colectivamente a toda la
humanidad”.
Si los sueños son la manifestación más pura del inconsciente y todos
soñamos, entonces no cabe duda de que hay un inconsciente colectivo. En
palabras de Gustavo le Bon (1921): El más singular de los fenómenos
presentados por una masa psicológica es el siguiente: cualesquiera que
sean los individuos que la componen y por diversos o semejantes que
puedan ser su género de vida, sus ocupaciones, su carácter o su
inteligencia, el solo hecho de hallarse transformados en una multitud
les dota de una especie de alma colectiva. Esta alma les hace sentir,
pensar y obrar de una manera por completo distinta de cómo sentiría,
pensaría y obraría cada uno de ellos aisladamente. Convencido de la
existencia de lo inconsciente, de lo inconsciente colectivo y de que el
objetivo del psicoanálisis de hacer consciente lo inconsciente es
plenamente comprobable, me pregunto: ¿será posible realizar tal
emprendimiento durante el sueño? Es decir, así como en mi espacio
analítico he conseguido modificar pensamientos, actitudes y
comportamientos a partir de la asociación libre, ¿podría hacerme
consciente de mi material onírico mientras duermo?, ¿tendría la
capacidad de hacer consciente lo inconsciente de otros? De ser así, ¿qué
efectos tendría en mi estado de vigilia?
¿Qué es el ensueño?
Aunque desconfío de la existencia del afamado Don Juan en la saga de
antropología fantástica de Carlos Castaneda, no dudo de que, como buen
antropólogo, haya tenido la delicadeza de recopilar información
fidedigna de varias fuentes que nos explican las prácticas y costumbres
ancestrales de algunas tribus de Norteamérica. En su libro El arte de
ensoñar sugiere que el ser humano está compuesto de energía a la que no
puede acceder de manera consciente. Este cúmulo de energía inalcanzable,
a la que denomina “la segunda atención”, se llega a partir de lo que
define como “las siete compuertas del ensueño”, es decir, que a partir
del paso por estas compuertas no solo se tendrá control de lo que ocurre
en el sueño, sino que también se entrará a otras dimensiones
energéticas: “Preparar el ensueño quiere decir tener un comando práctico
y preciso de los sueños; no dejar que se esfumen o cambien” (Castaneda,
1993).
Sin ánimos de polemizar, desacreditar o juzgar: ¿qué probabilidad
hay de controlar los sueños?
El 12 de abril de 1975, los científicos Keith Hearne y Alan Worsley se
tomaron la molestia de comprobar la tan afamada y controversial
capacidad de despertar y estar consciente en el sueño. Para ello, se
utilizó un electroencefalograma con el propósito de registrar la
actividad cerebral, además de un código de movimiento. Cuando el ser
humano sueña, sus capacidades motoras se encuentran inactivas,
exceptuando las del diafragma y las oculares. Hearne y Worsley
concluyeron que la prueba de la consciencia en el sueño se encontraba en
la capacidad de Worsley para mover los ojos ocho veces seguidas en un
determinado lapso de tiempo. Tres años mas adelante, Stephen LaBerge,
desconocedor de los experimentos anteriores, comprobó la lucidez en el
sueño utilizando movimientos oculares análogos a los de Hearne y
Worsley. Un sueño lúcido es aquel en el que el soñante se percata de que
está soñando y puede tomar decisiones dentro del sueño, algo así como lo
que dice Don Juan en el libro de Castaneda.
¿Mito o destino turístico?
Suele suceder que los humanos nos casamos con distintas teorías,
creencias y prácticas, descartando así un mundo de posibilidades sin
descubrir. Si aún no existe una sola realidad en relación con los sueños
o lo inconsciente, ¿qué nos dice que en una excursión al mundo onírico
no se pueda desentrañar la subjetividad humana?