Tulancingo cultural

tras los tules...

Tulancingo, Hidalgo, México

Principal (portada)

en las letras en la música en la actuación en la plástica sociológico y social histórico centros y actividades culturales diversas de Tulancingo gastronómico ciencia y tecnología municipios  hidalguenses
 
anteriores
 
danza performance teatro
 
cine
 
prehispánico
 
tradicional y legendario
interesante
 
hacedores
 
     
 

cultura - derechos humanos - derechos de autor - indígenas - mujer - seguridad - paz

 
 

ecología - técnicas alternativas - festejos de muertos - reconocimientos - bibliotecas - escuelas - personajes - mujeres

 
 

caras y gente

 
     
   
     
  Arte y psicología  
     
     
     
     
     
     
     
     
     
     
     
     
     
  Sueño y psicología  
     
     
     
     
     
     
     
     
     
     
     
   
 

28.Nov.21

 
     
 

 

 

La danza, una mirada con aroma psicológico

2ª Parte

Dr. Edgar C. Díaz Franco

 

 

 

 

De la psicología a la danza

La nitidez con que la psicología contribuye al desarrollo de la danza como disciplina artística es más clara en épocas recientes, pues, aunque intuitivamente siempre han estado ligadas, aun se sigue reflexionando sobre la formalización del ingreso de la psicología como instrumento pedagógico en las escuelas de danza.

En la formación dancística intervienen los profesores, cuya formación pedagógica, en gran parte, tiene que ver con su experiencia como bailarines y con el recuerdo de aquellos profesores que les enseñaron. Además, poco a poco se han incorporado profesionales de otras disciplinas, como pedagogos, médicos especialistas y psicólogos.

Es claro que contar con un servicio de atención psicológica como parte del equipo multidisciplinario que trabaja en la formación del bailarín siempre implica una ventaja y una ayuda real. Las intervenciones psicoterapéuticas han sido una herramienta para ayudar al desarrollo personal del ser humano en cualquier disciplina y, desde el punto de vista de la intervención clínica, es indiscutible que la psicología puede beneficiar a toda la comunidad dancística: profesores, alumnos en formación y a los ya profesionales.

Aunque cada vez más se reconoce que las escuelas de danza deben contar con un servicio de apoyo psicológico que realice valoraciones, es necesario que se contemple, además de la mera detección clínica de alteraciones en la salud mental, una valoración psicológica a todos los involucrados en la danza, en particular a los alumnos en formación, con la intención de describir en cada uno los recursos psicológicos que poseen para contribuir a su crecimiento y desarrollo artístico; sería no solo favorable, sino necesario que cada bailarín profesional contara con esta valoración.

Por otra parte, para los profesores de danza, la psicología puede ser una herramienta poderosa, pues tener conocimientos solidos en la materia les permitiría incrementar positivamente la Influencia motivacional en su alumnado, además de brindarles un marco conceptual que les ayude a comprender la forma particular de pensar, sentir, actuar y moverse de sus alumnos y en sus grupos, con lo que podría realizar las adecuaciones individuales y colectivas pertinentes en el planteamiento pedagógico de su disciplina al optimizar el aprendizaje y el rendimiento. La tradición docente en la danza ha demostrado con creces su éxito en la formación de bailarines. No obstante, considero que la formación pedagógica en la enseñanza de la danza puede complementarse con la capacitación psicológica a los profesores para que identifiquen y evalúen los recursos de los bailarines y así ayudar a restablecer a aquellos que pudieran haber quedado mermados, a desarrollar nuevos y a fortalecer los que naturalmente poseen.

La psicología puede contribuir al desempeño óptimo tanto de los bailarines como de sus profesores y no solo vigilar su salud mental, pues los beneficios de bailar para quienes se dedican a la danza profesional pueden verse disminuidos al estar sometidos a enormes presiones y demandas estéticas que pueden generarles inseguridad. Además, se da por hecho que el bailarín tiene una corta vida profesional, aunada al riesgo real de lesiones o enfermedades que podrían suspender, parcial o totalmente, su actividad.

Si uno de los objetivos principales de la psicología es el óptimo desarrollo del ser humano reflejado en una vivencia subjetiva de bienestar, en el campo artístico debería ser preponderante, y en la danza se debe caminar en esa dirección. Definitivamente la psicología ayuda a garantizar al bailarín —que debe responder a los altos requerimientos de la profesión— recursos de afrontamiento que favorezcan la capacidad adaptativa en las producciones artísticas y logren el máximo desarrollo de su persona.

He señalado las bondades de la práctica de la danza en el ser humano, pero como profesión no necesariamente lleva al bienestar, porque las exigencias provocan en el bailarín estados de desconfianza personal, miedo e insatisfacción que no coinciden con el planteamiento de que la danza por si misma lleva al bienestar psicológico. Por eso resalto la importancia de un trabajo psicológico en los bailarines, no solo desde el punto de vista deportivo como una herramienta para trabajar aspectos motivacionales, creativos, de distensión, relajación corporal, autocontrol y autoconfianza, sino también desde lo clínico y de la salud mental. El bailarín debe estar consciente de sus capacidades para enfrentar las tensiones de su profesión y trabajar de forma fructífera, para alcanzar un desarrollo integral. Con esto quizá la psicología saldaría la cuenta pendiente que tiene con la danza en compensación que lo que esta ha aportado al ser humano.

 

Para muestra basta un botón

Esta no es una historia clínica, es una anécdota. Conocí a un muchacho que, en la década de 1980, ingreso a la Universidad Nacional Autónoma de México y había vivido un periodo adolescente conflictivo que inicio nueve años antes con un cambio radical en su vida: de una casa familiar grande a un departamento pequeño por el divorcio dificultoso entre sus padres, seguido de una interminable serie de conductas erráticas tanto de los adultos que le rodeaban como de el mismo, situación que desencadeno fluctuaciones del estado de ánimo y ansiedades con múltiples repercusiones que le causaron malestar. No obstante, a decir de él, tuvo, por anos, una ardua búsqueda del porqué de su vida. Busco a Dios, a su familia, el alcohol, la riña, y no encontró repuesta ni consuelo.

Al conocer la historia, verdaderamente no sé cómo no le paso nada más que su inmenso sufrimiento crónico, que no es un mal menor. Algo que paralelamente ocurrió en esa misma época fue que le acompañó el movimiento.

Fueron dos eventos consecutivos; el primero, casi por casualidad, es que se inscribió a clases de gimnasia olímpica sin saber qué era eso, a propósito de la inauguración de un centro social y popular cercano a su casa. Quizás en esa época paso del entretenimiento a la percepción de seguridad que le dio el movimiento, concretamente a la sensación física poder hacer, más la sensación de controlar su cuerpo. En segundo lugar, ya en plena adolescencia, lo encontró el amor, y con él la fortuna de la danza (contemporánea y clásica), en una época en que sus conocidos machistas consideraban que quien estudiaba danza tenía problemas de identidad psicosexual (para decirlo bonito). Así, la danza fue siempre un secreto y una actividad clandestina. No sé cómo ocultó el estudio formal durante dos años en la Escuela Nacional de Danza. Ahí vino la música y la música en vivo, vino la pasión y con ella la percepción de cosas bellas, mágicas, bonitas. No saltaba, volaba; no bailaba, se movía con ritmo; no se cansaba, se relajaba. También hubo teatro, y con él la expresión corporal, que fue su última actividad de movimiento que lo acompañó hasta poco tiempo después de egresar de la universidad.

La gimnasia culmino con un primer lugar general de un campeonato universitario para no clasificados; la danza la abandono, pues por el ambiente disfuncional hubo que vivir solo y empezar a trabajar; el teatro acabo en una función de un Festival Cervantino y también terminó el primer trabajo remunerado por honorarios.

Del factor protector que el movimiento le proporcionó, nada supo, sino mucho tiempo después, cuando, en una sesión psicoanalítica de grupo, la terapeuta le dijo: “.Se ha preguntado usted por qué no terminó como alguno de los amigos con quienes había compartido aventuras?”.

El muchacho estudió lo que tenía que estudiar, se convirtió en profesor universitario, clínico e investigador, y con nostalgia ha referido haberse alejado de la danza. Hoy es quien firma este trabajo.

 

 

 

Dr. Edgar C. Díaz Franco

edgardiazfranco@yahoo.com

 

 

 

 

 

 
 

 

             

Gracias por su visita

 www.tulancingocultural.cc ® Derechos Reservados

tulancingocultural@hotmail.com

Aviso legal para navegar en este sitio

contador de visitas
Contador de visitas
diseño de logo