La poesía como formación
de compromiso
Silvia León Trueba
Y donde el humano suele enmudecer en su tormento, un
dios me concedió el don de decir cuánto sufro
TORQUATO TASSO
Escribimos para retener el presente, para intentar comprender la
existencia, el mundo (“externo”) racionalmente, para utilizar sus
fuerzas y recursos en nuestro beneficio, pero también para procesar
afectivamente el impacto que causa en nuestra subjetividad (“mundo
interno”). Diría Kant, “lo sublime”. La belleza de lo oculto. Que da
placer, que solo puede devenir del displacer, de lo ominoso freudiano,
la formación del síntoma o la sublimación. Lo sublime obliga a la
humanidad a expresarse mediante la palabra escrita. He aquí la conexión
profunda entre psicología y literatura, de la representación palabra y
la representación cosa que se enuncia a sí misma en figuras literarias,
porque la pura representación palabra no alcanza para enunciar lo
existente, y mucho menos su impacto en lo psíquico. Se requiere aludir
implícitamente al enigma, como señala Aristóteles, con el uso de la
metáfora, para “poner la cosa ante los ojos”. Ante la conciencia.
Psicoanálisis y poesía
Dada la vastedad tanto de las explicaciones psicológicas como de los
géneros literarios, me concentrare en el psicoanálisis por la
fascinación y profundidad con la que Freud se refirió a la literatura
—que le valió ser galardonado con el premio Goethe—, y en la poesía,
género literario más cargado de afecto.
Síntomas poéticos
La poesía como formación de compromiso es un proceso primario, el yo
inconsciente utiliza el teclado, es un sonambulismo, un estado
hipnótico. Un irrumpir del conflicto en el lenguaje, una comunicación de
la “conciencia pensar secundaria” en el preconsciente al que Freud se
refiere.
La poesía como formación de compromiso es un sueño diurno, con contenido
latente pero no manifiesto para el poeta mismo ni para el lector, es un
proceso terapéutico sin analista, una comunicación inconsciente. El
poeta presta sus palabras, más que sus palabras, sus símbolos, sus
imágenes.
El poema es un sueño lleno de imágenes trasformadas en palabras
empeñadas, que serán pagadas con la moneda de la conciencia o devueltas
a su acreedor en la represión. “Eso es algo que ha sido experimentado,
pero aun no ha sido simbolizado”; en la visión de Bollas ese puede ser
el origen de donde provienen los poemas (Bartoli, 2019).
La poesía como formación de compromiso. La poesía en este sentido es una
falla en la represión diurna, un orificio estético de las sombras, un
grito de acomodo, una compasión involuntaria llena de empatía
proveniente de las cavernas y también de las luces de los más preciados
deseos. Sublimación. Al final, una formación de compromiso con buena
recepción cultural, con tolerancia en el contrato social para un poco de
locura, de pasiones, de reclamos, de humanidad de otra manera
arrinconada, encarcelada, aprisionada.
La poesía pitonisa recelosa, que predice, pero no alerta al poeta de su
propia advertencia, a diferencia del psicoanálisis. No hay otro yo con
su atención flotante que remita las palabras al hablante, al escribano.
El yo del poeta está hipnotizado, tomado. Podría comparar la dependencia
de la pluma del poeta, con la dependencia del analista.
El poeta es un pescador de representaciones, llega al mercado con sus
redes atiborradas, ofreciendo los frutos de las profundidades a quienes
no saben pescar, “nos soborna por medio de una ganancia de placer
puramente formal, es decir, estética [...] Posibilita con ella el
desprendimiento de un placer mayor, proveniente de fuentes psíquicas
situadas a mayor profundidad” (Freud). “La literatura rebasa al
psicoanálisis”, decía Freud.
El poema da permiso para el cumplimiento de los deseos del lector a
través de la fantasía. “[…] la principal función pragmática de la
literatura es una función ritual, ceremonial, en la que el receptor
halla, filtrada a través de la impresión estética que produce el texto,
una profunda experiencia del mundo que se le comunica […]” (Beristain,
1998).
Un mundo que permanecía sin procesar, indigesto, con hechos en bruto, el
arte del poeta permite incorporarlo, que haga cuerpo, experiencia en
subjetividad… similar al artífice del psicoanálisis.
silvialeonpsy@hotma