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PLANTAS DEL DESIERTO
Por Gloria
Valencia Vargas
Para muchos el pasado 22 de
abril, fue un día de celebración y reflexión el Día Internacional de la Tierra,
Nuestra Madre Tierra, nuestro hogar común, para la mayoría pasó “sin pena ni
gloria” la Tierra¡tan generosa!
La tierra que nos proporciona
vida y sustento, agua y aire. Sin embargo, el ser humano le retribuye con
destrucción. Los ecosistemas desaparecen y en su lugar surgen la muerte y la
polución; factores como el crecimiento urbano desordenado y el desinterés por la
vida y el medio ambiente, la tala de bosques, la ganadería extensiva, la
minería, el enriquecimiento desmedido, la corrupción, están provocando el enorme
daño al planeta Tierra. Uno de los ecosistemas que más han sufrido por la
pérdida de diversidad, y por el producto de la actividad humana, es de desierto.
El paisaje y la vegetación de
zonas áridas en el municipio de Tulancingo y en el Estado de Hidalgo se están
extinguiendo, quedan pocos huizaches, mezquites, lechuguillas, biznagas, reginas,
nopales y magueyes, que antes crecían en zonas de los cerros de Metilatla, El
Abra y Huapalcalco y sin que hasta hoy ninguna institución tenga la voluntad de
conservarlas, pocos estudios hay al respecto.
Se tiene la idea que las
plantas del desierto son de menos valor ambiental, sin embargo, su función es
tan importante como el de las zonas de bosque: la captación de agua, es habitad
de muchas especies, evitan la erosión del suelo, son ornamentales, proporcionan
frutos y alimentos y cuando florecen los colores embellecen el lugar. Los cactus
como el cardón, la pitahaya, la biznaga y el nopal son plantas muy especiales
porque tienen raíces muy extensas y cercanas a la superficie para absorber la
mayor cantidad de agua posible.
Los magueyes y nopales forman
parte de nuestra cultura, han sido plasmados en el escudo nacional de México y
son básicos en la alimentación en diferentes etapas de la historia, como lo
registran las crónicas. Personajes europeos como el Barón de Humboldt, hicieron
diferentes estudios sobre las diferentes zonas geográficas del país en el siglo
XIX y XX.
“En las áridas montañas se ven
hasta miles de estos cactos. Formados en hilera se asemejan a los tubos. Otras
formaciones son, ciertamente, muy semejantes a muros de columnas de basalto.
Esta rígida vegetación cactácea sin sombra se observa en muchas partes, muy en
armonía con el carácter del paisaje combinado con masas de roca grisácea
volcánica, o con amarillentos trechos calcáreos. Sin embargo, los cactos no
solamente se encuentran en las montañas; muchas planicies ostentan las mismas
plantas entre mezcladas con agaves, yucas en forma de árboles delgados de muchas
ramas, con sus tiesas hojas verdes glomeruladas en los extremos de cada rama.
También hay elegantes yucas con flexibles hojas colgantes, como por ejemplo en
las llanuras del Mezquital, de Tula a Ouretoxo, en el valle de Ixmiquilpan y en
Actopan. Las rígidas dasiliarias, representadas con varias especies pertenecen
cabalmente a esta transparente vegetación. Y en las montañas calcáreas existen
las palmas chaparras flabeliformes, las ya mencionadas plantas singenéticas.”
Se deben conservar este
ecosistema y las plantas del desierto en los lugares originales. En la ciudad
Pachuca, con todo desconocimiento de las especies nativas, se plantaron palmas
tropicales en áreas verdes, dejando a un lado las yucas sin dar el valor a la
vegetación que la rodea.
Sus comentarios serán bien recibidos y tomados en cuenta si los envía a:
lolvalart@hotmail.com.
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