DÍAS DE FERIA
Por
Gloria Valencia Vargas
En México, la tradición de las
ferias data de la Colonia, se tienen noticias de que en los inicios se
efectuaban en Acapulco y en Jalapa donde se distribuían hacia el centro de la
Nueva España, en el Pacífico los productos provenían de China y por Veracruz
diversas mercancías eran procedentes de Europa.
“La feria de Jalapa fue organizada
en 1720, y ya que el arribo de la flota que salía de Cádiz era irregular, las
mercancías eran complementadas con otras introducidas en Veracruz por el asiento
inglés; desde Europa arribaban herramientas para construcción, la carpintería y
la zapatería como yunques, bigornias, escoplos, barrenas, picos, cinceles,
gubias, formones y limas. También telas e insumos para la sastrería fina:
tafetanes, panas, cinturones, hebillas, tijeras….
En la feria de Jalapa, las
mercaderías comerciadas obtendrían permiso de internación al territorio
virreinal. Por su parte, la feria de Acapulco, organizada desde 1565, dependía
de la Nao de China o galeón de Manila que arribaba anualmente desde las
Filipinas. Traía a la Nueva España y desde aquí al resto de Hispanoamérica
variadas mercancías asiáticas: sedas porcelanas, vajillas, muebles, especias…”
Enriqueta Quiroz, Arqueología Mexicana.
En el siglo XIX, se menciona a la
feria de San Marcos, en Aguascalientes, como la más importante en el país y se
remonta a 1858.
La feria de San Juan de los Lagos se
registra desde 1823 – 1857, donde se vendía la cosecha y ganado de la región así
como diversos productos.
“La feria de las Flores de
Huauchinango” es calificada en el siglo XX como una de las más bellas de la
República.
La Feria tradicional de Los
Angelitos y la Expo Feria Tulancingo representan un evento esperado por los
tulancinguenses y es una de las fiestas trascendentales en el Estado de Hidalgo.
Como se vivían los días de feria en
1957 en Tulancingo, a su inicio:
-ya se pusieron los puestos en la
Floresta- así lo mencionaban, con alegría algunas compañeras de la escuela.
A la salida grupos de alumnos de los
diferentes colegios observaban cómo se alzaban los puestos. El primer puesto que
abría era el de los churros de sabor inigualable, se vendían a 5 por un peso. En
los días siguientes empezaban a venir los juegos mecánicos que se colocaban
alrededor del Jardín:
Los clásicos caballitos, no podía
faltar la rueda de la fortuna, el avión del amor, el tibiri-távara, la ola que
era puesta en movimiento por un solo hombre y, ¡qué miedo!, trepar al martillo o
al ratón loco, era cosa de intrépidos, todos cobraban un peso la subida. La
lista de recuerdos es larga, qué divertido era entrar a las carpas en donde se
exhibían a la “mujer-araña”, “la mujer sin cabeza”, en otra, las serpientes y
las tarántulas, era todo un espectáculo.
Pero el recorrido no se quedaba en
La Floresta, era obligado ir a Los Angelitos y disfrutar la vista del colorido
que ofrecían los jarritos, y que se compraban con el nombre de la persona a la
que se obsequiaba rotulado por verdaderos artistas, las alcancías, los trompos,
las guitarritas, los mueblecitos de madera eran un lindo regalo para las niñas.
El aroma de la paja donde se colocaba la loza junto al olor del pan de feria es
difícil de olvidar.
Además de cultural y religiosa, la
feria del 2 de agosto de Tulancingo se anunciaba como “Textil y Ganadera” por lo
que los expositores exhibían los mejores ejemplares de su ganado en el campo
deportivo, en los corrales que habilitaban en la feria, en este sitio se
exponían también distintos productos locales como cobijas, chales y casimires,
así como la sidra y el vino de acáchul de Acaxochitlán.
La feria era tan auténtica, tan
espontánea, llena de arte y tradición que nunca podrá ser superada.
Agradecemos a las personas que nos
proporcionaron tan valiosa información.
Hasta la próxima.
Sus comentarios serán bien recibidos y
tomados en cuenta si los envía a:
lolvalart@hotmail.com.
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