DON GUILLÉN DE
LAMPART
Por
Gloria Valencia Vargas
En la novela
MEMORIAS DE UN IMPOSTOR, Vicente Riva Palacio convierte al personaje
principal don Guillén de Lampart en un ser ficticio, además nos describe cómo
funcionaba esta terrible institución del Santo Oficio o la Santa
Inquisición en la Nueva España, instituida en 1572 , etapa que habría
de marcar la historia colonial de nuestro país de sangre y horror, ya que
mediante ésta se condenó a la hoguera a cientos de personas, a muchos les fueron
arrebatados sus bienes, y persiguieron a aquellos que representaran un peligro
para el sistema.
Este mes de
septiembre en que celebramos la Independencia de México no queremos dejar pasar
la evocación de este personaje que fue real y que pocos conocen como quien
intentó la independencia de México de la Nueva España en el siglo XVII.
En el
monumento a la Independencia se encuentra una escultura con la figura de Guillén
de Lombardo de Guzmán que fue obra de Enrique Alciati junto con las demás
esculturas en 1910.
Guillén de
Lampart
nació en Irlanda en 1611 y llegó a Nueva España en 1640, era un hombre
físicamente bien parecido, de vasta cultura, un erudito, hablaba varios idiomas,
se dice que era acaudalado.
Ante el
tribunal de la Santa Inquisición declaró llamarse Guillén de Lombardo
de Guzmán, ser natural de Guesfordia, Irlanda, hijo de Ricardo Lombardo,
Barón de Guesfordia y de Aldonza de Guzmán.
El irlandés fue
denunciado y encerrado en las cárceles de la Santa Inquisición, sufrió en carne
propia las torturas, escapó de sus mazmorras y fue recapturado y muerto. Eran
perseguidos los herejes, los moros, judíos, brujos, hechiceros, adoradores,
librepensadores e iluminados.
“Fue éste el
que caracterizó un tiempo en que la delación, la traición y los falsos
testimonios podían llevar a cualquiera a sus
tribunales y de allí pasando de los suplicios y castigos, a los autos de fe y
la muerte”
Lampart
pretendió, al tomar conciencia de la debilidad del virreinato, independizar a
la Nueva España y consolidar el reino de Anáhuac, del cual sería monarca.
Para ello daría la libertad a los indios y negros esclavizados, que lo apoyarían
e inculcaría, además, conceptos liberales e ideas sobre la dignidad del
individuo y la hermandad de los seres humanos ante un dios universal. Sin
embargo, las mismas intrigas cotidianas y la cerrada atmósfera de traiciones y
chismes de la ciudad de México, harían que sus planes fracasaran. Aquí un
fragmento de Memorias de un Impostor:
“Por toda la
ciudad de México se sabía que iba a celebrarse un solemne auto de fe recordará
el lector, que en este solemne acto se leía la sentencia de los infelices
acusados, pero cada uno compartía la suerte que lo esperaba, porque a los que
debían ser quemados se les había dado la confesión, a fin de que se preparasen a
morir cristianamente…
Don Guillén
esperaba ya, si no con impaciencia, si con indiferencia el día de su muerte…
Pocos momentos después de las seis comenzó a salir de Catedral una gran
procesión.
Era toda la
clerecía de las parroquias con sus cruces cubiertas de velos negros, y los
ayudantes del cura con cruces verdes en las manos…
Don Guillén fue
condenado a ser quemado vivo y en el acto se procedió a la ejecución de la
sentencia…”
Interesante es
conocer a este personaje poco celebrado.
Hasta la
próxima.
Sus comentarios serán bien recibidos y tomados en cuenta si los envía a:
lolvalart@hotmail.com.
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