RETIRO DE ANTIGUOS CONQUISTADORES
Por
Gloria Valencia Vargas
Tulancingo fue mencionado desde remotos tiempos como un lugar de gran
trascendencia y belleza. Todavía a mediados del siglo XX se podía
contemplar este valle que equivalía a contemplar un cuadro de José María
Velasco.
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Todavía algunos podemos recordar que al subir a la Peña del Yolo se podía
observar el Valle de Tulancingo rodeado de bosques y cerros, el verdor de
los campos y la transparencia del azul del cielo, los espejos de agua de la
laguna de Supitlán y de algunas represas. A lo lejos y al poniente, se
delineaban con precisión los pueblos de Acatlán y Jaltepec, y cerca se
veían los hermosos pueblos de Santa María Nativitas y Cuautepec, así como
Santiago Tulantepec, y hacia el norte siempre majestuosa se levantaba la
catedral en el centro de Tulancingo, al pie del cerro del Tezontle, un
paisaje inolvidable.
Este
valle causó admiración y grandes elogios de diferentes personalidades en
diferentes épocas. En los años de 1526 y 1527 se asentaron en este valle
los conquistadores y frailes españoles y, según se expresa en algunos escritos,
atraídos por la feracidad de los suelos y lo benigno de su clima.
“Los conquistadores y nuevos pobladores de la Nueva España solicitaron al rey
tierras para habitar y sembrar y el monarca autorizó que se hicieran mercedes de
caballerías. La caballería era un terreno con cierta unidad tradicional de
medida, que se otorgaba según si los beneficiarios habían combatido a pie o a
caballo durante la conquista… hacia 1537 el virrey Antonio de Mendoza
unificó la superficie de una caballería en 552 X 1142 varas ordinarias o sea el
equivalente a casi 43 hectáreas…
Las condiciones climáticas y tierras fértiles de Tulancingo favorecieron el
establecimiento de numerosos pobladores españoles, lo que mereció al pueblo el
título de Retiro de Antiguos Conquistadores. De acuerdo con Ruvalcava, la
mayoría de los vecinos españoles radicados en Tulancingo ejercía sus actividades
en el ramo de la producción agropecuaria; la mayor
parte se dedicaba a la producción de trigo y otros granos
europeos pero en menor escala…” María Angélica Galicia
Gordillo y Sergio Sánchez Vázquez.
Tiempo después, surgen los ranchos y haciendas, producto de las mercedes de
tierra otorgadas a los españoles. Algunos de estos ranchos y haciendas han
logrado sobrevivir y otros solo sus paredones son testigos de aquella época.
En
el Archivo General de la Nación se encuentra un documento muy valioso para los
Tulancinguenses con el título de:
“Pueblos, Ranchos y Haciendas de la jurisdicción de Tulancingo. 12 de agosto de
1716”
Rancho de Acoculco, cría de ganado mayor, del Conde del Valle.
Hacienda Rocaferrero, ganado mayor de Pedro Chavarría marido de Micaela
Arcos Romero.
Hacienda de labor Hueyapan de Pedro Chavarría y Micaela Arcos Romero.
Rancho de labor de temporal Tenango de Joseph Delgado.
Hacienda de labor, de riego y temporal Huatenco de los herederos de
Joseph Francisco Manzano.
Rancho de labor de temporal Altepemila de Luisa y Melchora Hernández.
Hacienda de labor y riego y temporal San Francisco de Don Francisco
Xavier López de Ocarís.
Rancho de labor de riego San Nicolás del capitán Joseph Romero.
Hacienda de labor de riego y temporal San Andrés Xaltepec de los
herederos de Joseph Ramírez.” AGN.
Nuevamente afirmaremos que la ignorancia, inconciencia y la corrupción han
causado la pérdida del patrimonio cultural del valle de Tulancingo.
Hasta la
próxima.
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lolvalart@hotmail.com.
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