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Esta cámara se encontró unos chilitos
en el patio de doña Lina de la Concha. La mente de inmediato evocó,
después de tantos años, aquellos domingos de la infancia en que, en su
compañía, los tíos, los abuelos y mis hermanos, solíamos ir al campo en
los alrededores de Tulancingo, a cortar flores o ¡chilitos! Era una
aventura, con puntas de pencas de maguey los extraíamos de su
biznaga con dificultad, las púas nos pinchaban los dedos y muchas de las veces salía
sólo un pequeño trozo que hacía imposible sacar el resto.
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