|
|
|
Mercedes Laguinge
Sobre arte por

Intimidad geométrica
Segundo premio 2024 - IV JUEGO DE DAMAS
MERCEDES LAGUINGE
Intimidad es lo que se guarda para sí, es secreto material y
espiritual, escondido en rincones del alma, de la mente o un
rincón físico inaccesible a otras mentes o miradas. La intimidad
es un don preciado y no admitimos sea violado, violenta o
sutilmente. Solo la transparencia de un ser que se sienta libre
de culpas y miedos, que enarbola la verdad en pensamientos y
acción permiten apreciar dicha intimidad desde su exterior.
La naturaleza nos ha dado un cuerpo que cuidamos y protegemos
porque en el reside la esencia humana. Los humanos tenemos
conciencia de nuestra desnudez y nuestras debilidades. De hecho,
hay acciones que preferimos realizarlas lejos de otras miradas y
también hay pensamientos que deseamos no mostrar.
El derecho a la intimidad se adapta a la configuración que le
hemos ido dando al entorno que la sociedad conformó en las
distintas épocas y la correspondiente mentalidad asociada según
desarrollo de creencias, descubrimientos, técnicas y ciencias
que se han ido sumando unas tras otras.
Imaginemos cómo puede haber sido la intimidad en los albores de
la humanidad, en las cavernas o en las chozas que albergaban
familias enteras, religiones y sus ritos, en general prevalecía
el anidar, lo curvo o sinuoso que le daba la naturaleza solo los
rayos del sol o de algún reflejo mostraban líneas rectas o
árboles que se levantaban rectos hacia el cielo, palmeras…
En el hoy, tras siglos y siglos y eras estamos saturados de
coordenadas, de ejes X e Y, de infinidad de diedros y triedros
que nos determinan un espacio, un lugar. Y nos adaptamos a esos
espacios cúbicos que nos encierran, nos constriñen como las
tramas de la tela. Un simple ejemplo, la intimidad en un cajón
de la mesa de luz o la intimidad de nuestro armario, o los
secretos de nuestra alcoba, o nuestro pensamiento lineal en las
líneas de un cuaderno, en una carta privada o en las líneas
leídas de algún libro escogido o vedado… La casa, la ciudad, el
campo (con los surcos y alineaciones extensas, sus alambrados…)
Todo, todo trata de guardar secretos e intimidad de todos y
cada uno, pero están definidos si o si por coordenadas
específicas y esas coordenadas especificas hoy, ya en nuestra
realidad, la intimidad se siente amenazada por una feroz
transparencia que hurga en los confines de la voluntad de cada
uno.
Eso nos muestra esta obra y su título, un camino para pensar
nuestra intimidad, nuestra transparencia a través de nuestros
gestos, nuestra mirada, nuestro hacer, es nuestra voluntad
pensar, decir y hacer lo mejor, darse normas de conducta,
descubrir valores esenciales que rijan nuestra vida. Nuestro
cajón de mesa de luz tendrá el orden o desorden con que
cultivamos nuestra intimidad para no tener miedo a la
transparencia de nuestro ser, voluntaria o involuntariamente. No
importará quién conozca nuestra propia intimidad, la cual será
igual a nuestro "ser
público",
(¿será extimidad?) estaremos a salvo en cualquier coordenada que
habitemos en el universo.
Felicitaciones Mercedes Laguinge por esta excelente obra que
nos impele a pensar qué
somos y cómo en cualquier parte del universo que nos hallemos.
|
|