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La imagen que nos falta y el retorno de la palabra
2ª parte
por Alberto
Montoya
La otra referencia que me inspiró para el título de esta expo es un
texto de Pascal Quignard, “la imagen que nos falta”, donde
reflexiona sobre la relación de la pintura y el deseo.
Los humanos deseamos porque estamos en falta, conscientes de una
falta en el ser, nos reconocemos como incompletos, la psique
vaga por la vía láctea del eros y de las palabras, buscando
representar lo que nos falta, soñamos y volamos con alas de deseo,
miramos el cielo nocturno, le llamamos firmamento, lo llenamos de
símbolos, plagado de estrellas, distantes e inaccesibles, el origen
etimológico de la palabra deseo, tiene que ver con lo distante, con
las estrellas.
Pascal Quignard dice que se pinta por deseo, el pintor pinta cuando
está atacado por de-sidérum, deseo, del francés désir,
del portugués desejo, del latín desiderium, la
proposición que indica proveniencia, lejanía y estrellas. Clavar la
mirada en una cosa o en una persona que atrae, como de noche
clavamos los ojos en los jeroglíficos de las estrellas.
Alguna vez hemos escuchado a mujeres decir del deseo y del
romanticismo. Me bajó el cielo y las estrellas”. En las fiestas de
cumpleaños nos encontramos con un pastel con velitas que brillan
como esas estrellas distantes, en ese espacio sideral, desiderium,
se piden los deseos acompañados de un soplido. Se dice que hay que
pedir tres deseos, estratégicamente tres, por las dudas, siempre hay
que desconfiar de los genios y de las estrellas, siempre con el
temor de que sean mal interpretados, menos mal que los deseos no son
El Deseo, porque la realización del deseo con mayúscula, sería
llegar al destino, dejar de desear implica la muerte psíquica.
Cicerón en sus cuestiones tusculanas define la palabra deseo:
deseo es de ver a alguien que no está allí. Desiderium est libido
vivendi ejus qui no adsit. La desideratio se entiende
como la dicha de ver a pesar de la ausencia al ausente desiderium
se vuelca al francés las más de las veces con la palabra recuerdo,
sous-venir, hay un retorno de lo que se perdió, el recuerdo,
y que viene otra vez a mostrarse a pesar de su pérdida.
El arte busca algo que no está ahí, los ausentes están presentes, lo
podemos apreciar en la obra pictórica de Víctor Hugo. La historia
traumática de la pérdida de su hija. Aquí están los muertos.
En una de las pinturas aquí expuestas. “Árbol genealógico” de Amalia
Juárez. El deseo de ver al ausente, los fantasmas que están y no
están.
O las pinturas de René Álvarez, quien en muchos de sus cuadros pinta
a Chack, su mascota canina, es su modelo y musa, lo introducen en
sus obras para rescatarlo de la orfandad y de la soledad.
El Chack está y deja de estar, como los astros que están en el
eterno movimiento sideral. Considero que El Chack es como los
astros, migrante, nómada, indocumentado, Dios de las mujeres y de la
lluvia, mascota sideral que está, estuvo y seguirá estando en la
imagen ausente.
La palabra en latín Con-sideratio, consideración, su origen
consiste en descubrir cómo los astros se ensamblan para formar un
signo en el cielo nocturno. En latín se llama sideria al
cielo nocturno, las estaciones del año. Los sideria traen las
estaciones, asombran, ya que rigen su aparición y desaparición.
Señalan el ascenso y el ocaso de los seres. Su ausencia (de-sideratio)
se lamentaba en función del momento del mes o la época del año. La
palabra desir, deseo, más allá del tiempo, recibe el relevo
de la palabra desideratio (el relevo, el pesar de una
ausencia en el cielo nocturno).
En varias pinturas de Ana Coen , una de ellas titulada “Otros
mundos”, otra vez los Astros, no solo en su función oracular y
representando a los ausentes y su realización imaginaria. El otro
mundo como lugar de paz. En su pintura, me recuerda, fue por mucho
tiempo viajera en el tiempo y en el espacio.
El viaje a otras tierras, un mundo mejor, lo vemos todos los días,
tema tan actual, la migración, los éxodos, la aspiración a una
tierra prometida, el escape a un mundo mejor. Su pintura me remite
de inmediato al anime y a la ciencia ficción.
Me lleva a hacer una conexión con Kurt Vonnenhaut y su novela
Matadero cinco, el escritor como el personaje de la novela es
sobreviviente del bombardeo en Dresde al final de la guerra, más de
100 mil muertes en tal bombardeo, más muertos que ni en Hiroshima,
Kurt en su novela se representa a sí mismo en el personaje de Billy
Pilgrim, quien parece vivir en mundos paralelos, el soldado Billy
traumatizado es un viajero en el tiempo y en el espacio, su psique,
al mismo tiempo, parece detenida en el tiempo, son los efectos de lo
traumático, lo que Davoine llama el tiempo suspendido.
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