De la poesía de Ángel Carlos
Sánchez
AGUAS BLANCAS 5
La tarde es una nube, un sol
pesado y lento,
un perro atravesando la calle,
un espejismo
del que emerge un automóvil.
Y es un grupo de palmeras,
un pájaro posado en una sombra,
un charco en el fondo de una
zanja.
Es la tarde un silbido que se
pierde en el campo,
un enjambre de instantes
zumbando entre las hojas.
Y es un calor antiguo, cansado
de estar húmedo,
un cerdo entre lo verde
buscándose a sí mismo.
La tarde es un recuerdo que
sopla desde el mar,
una fecha reseca, una brisa
caliente.
La tarde es el veintiocho de un
junio agujerado,
el final de un camino, una bala
en la voz,
es un alarido que nunca va a
alejarse,
es un sueño talado para tirar
sus frutos.
La tarde es una bota sobre un
cuerpo sangrante,
una hemorragia nueva en la
tierra agrietada,
es la camisa abierta de un
cadáver reciente,
un féretro en que caben
diecisiete silencios.
La tarde no es blancura, no es
piedad ni caricia;
es la emboscada impune, el dolor
que no cesa.
Y podría parecer que la tarde es
la noche,
pero algo se detiene al borde
del olvido:
es un tiro de gracia que no ha
dado en el blanco.
De Aguas blancas (Revista la
Guillotina, 1998)
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