NO SÓLO SUENAN
RASTROS DE SUSURROS
por el baldío rostro
del diablo
en el instante en que
azulea lo verde
al borde de lo rojo y
raja la calle
donde sangre agrega
gris y calla,
crece dando tumbos
mientras tiembla la
mañana,
la maraña de lo
intrínseco y lo inerte.
Aunque lo fácil y
veloz rompa de nuevo
lo viejo y surja de
ese golpe
un fruto sin futuro,
voces salen de sí y
musitan música
para los otros, los
rotos, los comunes
en caminos marginales
o táctiles,
aun con sus causas
heridas, sus caudas en caos,
con corazones huyendo
hacia la salvedad de
la belleza
—salva sea su
desolada edad—
o a la cercanía del
amigo o de la imago
donde punza menos la
pinza del dolor.
De Para no más (Canapé ediciones, 2013)