PARA EDIFICAR
ESTA CASA HE CONVOCADO
a kiliwas ancianos que
sueñan con maestría,
a duros saharauis que
encuentran agua incluso
en la peor pesadilla y
saben habitar
sobre la arena abierta,
bajo el viento más áspero.
He pedido el consejo de
innuits y mapuches
para formar la casa
bien resistente al frío
y a quienes levantaron
Solentiname un día
pregunté cómo hacerla
equitativa y fresca.
Los andamios ya están:
me los donó Calvino
después de construir
ciudades invisibles.
Y los jardines tienen
diseños muy diversos:
algunos los propuso un
chamán yanomami,
pero otros los soñaron
habitantes comunes
de barrios atestados,
de ciudades perdidas.
Todos los materiales ya
han sido acumulados
para hacer de inmediato
las mezclas más precisas
y poner los cimientos,
levantar las columnas,
ensanchar las paredes o
quitarlas, todo eso
que constituye una casa
o la contiene.
No hace falta poner la
piedra inaugural:
la mano de obra está en
tu pensamiento
y hace páginas la casa
ha ido extendiéndose.
De Casa de páginas abiertas (Versodestierro,
2013)