Del poemario
Límites Precisos
I
Mi voz es elegía
que se apaga en tu piel
mar suave y
misterioso
vaho vital reducido
a silencio.
Entre la densa
niebla que sumerge tu cuerpo
mis labios
naufragan en íntima zozobra
lánguida tarde
doblegada
ausencia infinita.
II
Sobre
mi piel tu nombre
murmullo de sal,
marola
que me arrastra
hacia
la playa de tu cuerpo,
sobre
tu piel
danza
interminable
mi corazón es atabal
vuelo al sol
deseo.
III
Quiero
volver a los inicios,
al
primitivo incendio,
al
roce de tus manos,
a la
tarde que oteando
era augurio.
Quiero
volver al tiempo,
de tus
ojos enigma,
Volver
a tus labios
fuga y
paradoja.
IV
Besarse,
a
contra viento, a contra tiempo
aun a
pesar de las miradas
y las
bocas
fuente inagotable de murmullos.
Besarse contra todos
con la
certeza plena
de que
no habrá piedras lapidarias,
bajo
la siempre excusa
de que
nadie está absuelto de pecados.
Besarse tantas veces,
dejando en el bolsillo la memoria;
enmascararse al mundo,
otorgarle alas a los ojos
Besarse
atacando al amor con nuestros labios
luego,
huir
con tal delito
impune
en nuestra espalda.
V
Mi
tacto parpadea en tu piel
frenesí y vorágine.
Serpeando entre nosotros
la
pasión es cíclope
que
escribe de reojo nuestra historia.
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