14.Julio.17
por
Cristina de la Concha
Poema
en
tango
la
sostenía él y la llevaba
en
armonía la deslizaba
a
la magia, con diestras vueltas,
goce para ellos a sus plantas
a
ese acercamiento del cuerpo
paso articulado y perfecto
con sus giros apasionados
si
flotaban seres etéreos
uno solo era el paso de dos
al
que se aprestó un oscuro halo
por dar, con interés siniestro,
a
esa su dicha en ese encuentro
fatal estocada no sólo,
a
abdómenes que hacían sincronía
con garbo y los rostros de alegría
mielina y muslos que esa energía
desde el talón sabia dirigía,
rodeándolos y ella su guía,
que ellos, de la música, crearan
con dolor y fuego, pusieran
su
alma como hilo que conducía
encendidos deseos encontrados reñidos conquistados
en
la rotación bajo el brazo
y
de los pies sintonizados,
se
hacía su unión en ese lazo
cuando amenazaron los hados,
mientras miradas una en otra
de
la fémina muy radiante
en
ansia se tornó el semblante,
él, que la contenía en maestra obra,
ante el abismo que se abriera
bajo ella, fauces de una fiera,
la
sostuvo y una luz cual sable
sobre aquel detrito insalubre
se
cimbró con fuerza inacabable
para ellos sembró indestructible
el
espacio que era de ellos
porque la luz era de ellos
y
ella era la que con ellos
estaba y era
y
danza continuara
y
es y sería y será
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