México Máxico
Ma.
Cristina de la Concha Ortiz©
Como
ostras y conchas
que
benevolentes
hacen
suyo el mal
para
volverlo un bien
y en
perlas calcifican
parásitos entes
que a
sus entrañas se atreven,
sea
este México ahora
este
México que hoy hondo entristece
iridiscente sea nuestra luz
nuestra
risa náhuatl
o
purépecha
nuestra
música
y
oremos en hñahñú
para su
acústica cimbrar
y, como
el nácar,
envuelva
en una
capa y otra
las
muertes y sus verdugos
los
mercenarios y sus yerbas
alucinógenos
y
abarrote
de
párvulos a la alza
elevemos nuestra sustancia en espiral
cual
almeja de simetría perfecta
con los
hilos que bordan nuestras mujeres
y los
zenzontles
y los
enlarvados magueyales
y los
guijarros en los ríos
y
Popocatépetl
y
Xilonen
enrollemos hacia el cosmos
con el
gran Quetzalcóatl en la casa de madera
y el
ojo que mira desde el acantilado
y los
rostros de Huapalcalco
con
huitlacoche
y el
jehuite
y los
sabedores toltecas
y “la
dama de los verdes campos”
-Xiutlaltzin-
y las
piedras que se alzan al sol
los
tlacuilos
y el
Azul Maya
-que
somos riqueza, no olvidemos,
riqueza
de tanta cultura-,
sean
nuestros tejidos,
y el
mestizaje de paladar exquisito,
y
Mayahuel entre las pencas,
y el
picor de nuestros chiles,
el
nácar que segregue
esta
tierra mexica de su vientre
y con
él cubra
los
males que la habitan
y de
ellos procree
las
perlas platinadas,
Del
nuevo sol
seamos
valvas…
Cristina de la Concha |