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Podría tomar varios días para llegar si me
detuviera en los esplendores que destellan en
el camino porque
este camino está lleno de historia, y refrescarme con sus tunas,
llenar las alforjas de la fruta dulce, avanzando por la nopalera que
guía hacia el noreste…
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O acelerar la cinta para revisar en una hora
en automóvil diferentes puntos de la historia del país para
recordar, solo mirar con la película en movimiento, a través de la
ventana pantalla que nos transmite estas imágenes y comenzar como la
película “Japón” que va enfocando la calle de salida del norte de la
gran metrópoli, Insurgentes, por Indios Verdes, y se dirige a la
carretera pero, contrario a “Japón”, tomar a la derecha cuando el
letrero “Pirámides” lo indique.
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A unos 15 minutos, una elevada construcción a la izquierda llama la
atención, un convento museo, el Convento de Acolman, joya
arquitectónica del siglo XVI, realizada por la Orden de San Agustín, que
destaca por su fachada estilo plateresco, cuyo recorrido conduce por sus
diversas estancias, claustros, capillas, cocina, refectorio, una celda
ambientada, sala de profundis, biblioteca, la terraza con tina de
baño y el atrio con su cruz atrial, y contemplar sus pinturas murales y
variados objetos, piezas de arte y prehispánicas así como elementos
arquitectónicos rescatados de las inundaciones que sufriera el convento en
los siglos XVII y XVIII e hicieran permanecer bajo el lodo su planta baja
hasta el siglo XIX en que fuera desazolvado y restaurado.
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Joya arquitectónica del siglo XVI |
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