8.Feb.2021
CERTEZA
NÍTIDA
Por
Sergio Alarcón
Te elegí diamante, no por tu valor incalculable
en las joyas imperiales o la monarquía,
ni por la muchedumbre de quilates en tu cuerpo.
Te elegí por la magia en tus pupilas,
por el fuego que eternamente sembraste
en mi costado izquierdo.
Te elegí por la veta de diamantes
que hallé en tus labios
y las piedras preciosas que destellan
en cada centímetro de tu cuerpo.
Amo los diamantes y las piedras preciosas.
Porto la belleza de su destello engarzado
en la garganta y el silencio más fino de la sangre,
en los libres surcos del verso
que brota de la hoja blanca,
en la relojería inquebrantable del soneto.
Te elegí por las gemas endémicas
y la floral semántica de tu cuerpo.
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