25.Ene.2021
ME DUELES AMOROSAMENTE
Por
Sergio Alarcón
Me dueles amorosamente,
desde la médula hasta la nítida copa
del suspiro y el silencio. Me dueles mansamente,
cual cordero sacrificado en la ebriedad
de los signados sueños.
Me dueles desde la espina a la rosa
que ha herido la luz de nuestros ojos.
Me dueles como todos los dolores de parto
acumulados en el plexo contrito de esta sala de espera.
Me dueles precisa, quirúrgica, amorosa, milimétrica,
me dueles rosa, en llamas, dulce, tierna,
con la dosis exacta.
Me dueles obsidiana y fuego,
filo en las habitaciones del insomnio,
neuralgia en los muros de la soledad,
erupción, brisa en la colina del lenguaje,
pirotecnia de palabras.
Amorosamente me dueles, latente, brasa,
cual semilla de granada y uva
en las alforjas y la caja musical
de mi costado izquierdo.
Me dueles, tangible, incorpórea, mística,
caudalosa. Me dueles desde el alba
hasta la mirada del búho bruñendo las estrellas,
me dueles desde el corazón prolífico de la galaxia,
desde la pose natural de tu belleza.
Me dueles insoportablemente, a corazón abierto,
me dueles, infarto y sincope, metástasis
a flor de cráneo, delirio y embriaguez,
locura en el lienzo azul de la distancia.
Me dueles muerte, ceniza ascendiendo
de la resurrección del tiempo,
me dueles, luz y urgencia, vertical,
adyacente, paralela a la inmortalidad,
suicidamente me dueles, a la hora del café,
a las cero y treinta y tres de una calle futura
con la nomenclatura y la fragancia de tu piel.
Duéleme en el cauce de la madrugada,
en los peldaños de mi sombra,
en el almuerzo a solas, entre el tumulto
y el bullicio me dueles, cuando de la fuente
los peces del lenguaje y la revelación,
besan de tus pechos y tu vientre,
la Matria de las divinidades.
Duéleme implacablemente,
entre las fauces certeras del tigre
y la algarabía de los cuervos y las hienas,
duéleme en el desconcierto de un grito de auxilio,
a solas, a mitad de la pradera, frente a la mirada inmóvil
y angustiada de la luna.
Duéleme al amanecer, en tu voz,
en el cauce de los pies
y la ternura de tus brazos,
duéleme en tus labios y las alondras
de tus ojos y tu tacto, duéleme en tu alma
y los violines de tu parto.
Duéleme desde la lágrima que resucitará,
diamante en la sortija, nupcial jardín
de un círculo perfecto, concierto, espiral de soles.
Duéleme desde el puerto de esta isla
que aguarda, el desembarco, la investidura,
la coronación de tu linaje.
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