Vivir para encontrarlos

Política y algo más

Claro que para llevar a cabo semejante encuentro se necesita del auspicio de los municipios, eso es idéntico en todos los lugares. Si alguien tiene oposición a esto que me lo cuente. De eso se trata un auspicio oficial: el rédito por lo que brindan aunque sea mínimo. Si un jefe comunal en mi ciudad alberga a escritores seguramente dará su discurso en pos de su próxima candidatura o en pos de su gestión. No hay vueltas, es así en todos lados. Lo importante es que no hayan cercenado nuestra escritura y mucho menos nuestra ideología. Lo importante es saber frente a quienes estuvimos y estamos. Pero lo más importante es saber que sabemos frente a quienes estaremos y no.

Pueblo sagrado. Funcionario obligado

Abrí mi alma a los humos de las ancianas. Abrí mi corazón a las banderitas agitadas de los chicos de las escuelas, al pueblo y a las bandas. Pisé la más extensa bandera porque mi país siempre exagera. Recibí la bolsita de café y el poema inmenso de esa alumna con uniforme gris y cabello brillante de Huehuetla. Miro esta foto de América y siento un enorme orgullo por ustedes, por los profesores, por los ayudantes, por mis pares compañeros. Los murales se inscriben en voz alta. Las pinturas primitivas se traducen en blanca caracola del poeta que nos traduce hacia los cuatro puntos cardinales, en el paso irremediable de Venus y el Maíz, mazorca decapitada en devenir. Yo no olvido la espina del cactus sagrado, ni la inquina del que apedrea a quien custodia la casa de madera de los dioses. Yo no olvido el viento de Tula ni a sus artesanos. Pasarán los políticos con sus dientes blancos, los terratenientes con sus pardas propiedades. Nunca pasarán por el pueblo con el sombrero en alto. Nunca la educación podrá ser vulnerada porque es el principio de la cultura.

Los tordos

No sé allá, aquí en Argentina los tordos son  pequeños y sin esa enorme cola, aquí los tordos no son bien vistos, porque ocupan nido ajeno. Entonces los hombres infieles son tordos. Allí  los tordos se me presentaron muy queridos por los plátanos y volaban bastante más abajo que los zopilotes. Quizás vuelen juntos y sea más justo empezar a interpretarlos.

Micrófono golpeado

Por cada golpe de micrófono se muere un niño de hambre. Por cada golpe de micrófono le falta el agua a un niño. Por cada golpe de micrófono le falta algo a un niño y a un grande. Por cada golpe de micrófono le falta una vacuna y otra. No debería haber hambre, ni sed. No debería haber más extermino en este mundo. Eso dejó Ernesto: un golpe como un segundo para entender lo que no damos como mundo.

Armas

Hombres armados cuidaron nuestra sombra y nosotros salimos a recibir barrilitos de cerveza que ocupaban el estrecho camino entre la palma y el puño. Unos queridos maestros decían: salucita, salucita. Fue fresca la espuma. Nos templaron el corazón en Santa Úrsula. Tres maestras hicieron fuego en la calle y calentaron el agua que no tienen en las ollas para que nosotros nos laváramos el cuerpo y el alma. Esa noche ellas no durmieron, hacía frío y hacían fuego debajo de las ollas. Esa noche en el balcón de la casa celeste el perro embalsamado nos dio la bienvenida. Esa noche compré en la única despensa diez cajas de cerillas con todos los paisajes, un tequila Cien Años. Esa noche el pueblo no tuvo precio, fue inmenso.

Conclusión

Creo que Cristina de la Concha Ortiz es además de una gran artista (que posterga su propia creación durante el Encuentro) es una gran gestora cultural solitaria. La enorme responsabilidad de albergar a los invitados y la gran devolución para los anfitriones no son poca cosa en este tiempo y en este mundo medio aturdido por la caída inexorable del altruismo neoliberal que nos azotó durante décadas.

Los profesores, maestros, guías y ayudantes son fundamentales para la existencia de un encuentro de esta naturaleza. Para ellos el enorme reconocimiento y para ellos la continuidad y el abrazo en nuestros regresos.

Este informe es una metáfora, aliteraciones, consonancias y disonancias. Este informe deformará lo que se espera en una planilla inútil para el archivo, el presupuesto de las oficialidades. No será un capital para el negocio político.

Como la poesía no me obliga a un principio, un nudo y un final, apenas me pide: una tinta, el mover la mano de derecha a izquierda, una ética, una estética rítmica, una memoria, las consideraciones del caso según la circunstancia. La poesía me recuerda un palacio de placeres y una casa donde sus moradores sólo tienen pencas para comer. Digo que se vayan las sombras, pronuncio el  regreso de la luz. Busco arriba y abajo lo que recibimos y dejamos, lo guardo para siempre. Viva México.

Griselda Gómez. Córdoba. República Argentina. Mayo de 2013

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