De la poesía de Maribel Domínguez
Márquez
Ciencias aplicadas al desamor
¿Has estado en un paralepípedo
donde solo encuentras la fórmula
para regresar a la circunferencia de sus
ojos?
Pero la probabilidad te divide las
esperanzas
Porque en su gráfica de preferencias
Sigues estando en el eje de las equis
Aun así, recuerdas la simetría de su
cuerpo junto al tuyo
Y el estudio geométrico que hiciste de
sus lunares
Te das cuenta de que aún extrañas
sus diferentes ángulos y caras
Que quisieras recorrer el perímetro de
su figura con tus dedos
Pero la vida los ha llevado por caminos
paralelos
sin posible intersección
Incluso cuando sabes que la unidad que
necesitas es él
Con su decena de personalidades
Y su centenar de besos
Cuando piensas en un millón de
algoritmos
Para tenerlo contigo
En un cuarto, medio desnudo y con un
entero
De un bote de chantilly sobre él
Sin embargo, el calendario sigue
contando del 1 al 30 o al 31
Y no encuentras un teorema para
demostrar
Que necesitas su metro con 70
centímetros para ser feliz
Que la única constante en tus
pensamientos en su sonrisa
E imaginarte en un cuadrilátero con él
Aunque la estadística raras veces se
equivoca
Y el destino ni en 3.1416 vueltas
Te llevará nuevamente a calcular su área
Ni a explorar sus vértices
Tampoco lograrás terminar el estudio
trigonométrico de los ángulos
Que se forman con sus extremidades
Únicamente te queda recordar
su valor posicional
Confirmando que el binomio cuadrado no
existe
Pero sí el trinomio cuadrado perfecto
Donde hay un tercero que sobra
Y ese eres tú
Caes en cuenta de que tu vida se torna
Una secuencia de tres elementos: dormir
trabajar comer
Dormir trabajar comer
Y te vuelves un polígono ermitaño
Plano, sin entrada ni salida
Multiplicando tristezas
Restando recuerdos
Fraccionando tu mente
Quitando del diagrama de Venn los
elementos comunes
que habías construido con él
Y tu vida tiene un exponente de
melancolía
Pero sacando porcentajes
Es absurdo quererlo tanto
cuando solo te acompañó un 16.25% de tu
existencia
Así que tratas de alejarte miles de
kilómetros de sus cualidades
Para sumar sus defectos
Para destacar lo negativo
Para simplificar tu sufrimiento
Pero te enfrascas en una espiral
logarítmica
En un bucle de tiempo infinito
Con diferentes cifras en el numerador
Pero siempre el mismo denominador: su
boca
Analizando lo anterior
te obligas a reconocer que tu vida es
una integral
y entonces recuerdas que odias las
matemáticas
así que decides volver al principio
fundamental
colocas un punto y lo vuelves un cero
infinito a la izquierda |