Guadalajara, Jal., 5 de diciembre. El primero de marzo pasado regresaban a la
memoria de Lucía Morett los versos de un poema que aprendió de niña; ese día,
tras el bombardeo al que sobrevivió en Ecuador, resonaban en su cabeza los
recuerdos de un imaginado pequeño vietnamita que nació y murió en un ataque con
bombas.
Ayer, se encontraba entre el público que asistió a la conmemoración del 40
aniversario del movimiento del 68, que se realizó en la Feria Internacional del
Libro de Guadalajara, pero algo entre la conversación de los panelistas la movió
a pedir la palabra. Relató cómo durante el ataque del Ejército Colombiano al
campamento de las Fuerzas Armadas Rrevolucionarias de Colombia (FARC), donde
investigaba la relación del teatro y la guerrilla, recordaba una puesta en
escena en la que participó de niña.
El grupo –recordó Lucía– se llamaba Los hijos de Tlatelolco, y el montaje,
Homenaje a Latinoamérica. Tenía siete años y el nombre del grupo le
remitía a su madre, sobreviviente de la masacre de la Plaza de las Tres
Culturas.
“Dentro de ese Homenaje a Latinoamérica leíamos poemas con temática
social; uno de ellos, que recuerdo muy bien, se llama Breve biografía de un
niño vietnamita, que habla de un pequeño que nace y muere durante un
bombardeo. Y entre cada ataque, el primero de marzo, recordé ese poema y se me
repetía en la cabeza una y otra vez.
Años después de aquella representación, años antes de sobrevivir al
bombardeo, Lucía entró a estudiar Literatura Dramática y Teatro, en la
Universidad Nacional Autónoma de México; desde entonces comenzó a vincular el
teatro con los problemas sociales de América Latina.
“Para mí es muy importante estar aquí con la gente del Comité 68 por
libertades democráticas, porque ellos me han apoyado mucho en mi regreso.
“En una carta que me mandaron al Correo Ilustrado (espacio abierto a los
lectores en La Jornada), que pude leer desde Nicaragua, me declaraban
‘Hija del comité’. Me emocionó mucho; pensé que sí me sentía como hija del 68,
como parte de una generación heredera de toda esa tradición de lucha.” Desde el
estrado la escuchaban Salvador Martínez della Rocca, El Pino; Raúl
Álvarez Garín, y Gilberto Guevara Niebla.