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CENSURAN DEBATE CULTURAL DE CANAL 10
CARTA ABIERTA A LOS
TELEVIDENTES
Y AL PUEBLO SALVADOREÑO
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“Sí,
las repúblicas de hoy, son simplemente caricaturas,
simulacros. El pueblo, el trabajador, vive en ellas tan
infeliz y despreciado como en las monarquías más orgullosas;
sólo que se le miente más, pues se le hace creer
constantemente que tiene más derechos que antes, cuando en
realidad no los tiene”. |
ALBERTO
MASFERRER
EL CONTEXTO
Vivimos tiempos
oscuros para la cultura en El Salvador.
Creíamos que
los últimos veinte años de abandono, corrupción e indiferencia hacia
la cultura y hacia todos los ámbitos nacionales habían sido
suficientes, y que una prometedora alternativa se anunciaba en el
horizonte. Consecuentes con este ideario, acompañamos el titánico
esfuerzo popular que derrotó a ARENA, y que pensábamos, abriría
nuevas y esperanzadoras posibilidades.
Sin embargo,
han bastado pocos meses para que de la prudente espera, pasáramos a
la duda razonable, y de ésta al progresivo desencanto: ¡Esto no es
por lo que se votó!
Los dados están
cargados sobre el tablero del país, a favor de los de siempre.
El Ejecutivo
–de gran peso en un país presidencialista como el nuestro- se ha
alzado peligrosamente más allá de los límites de la sensatez y de la
inteligencia política, frente al partido que lo llevó al poder, y
todavía peor, frente a los intereses populares, que son en
definitiva, los más importantes.
El desastroso
manejo del área cultural, desde el Ejecutivo, no puede ser peor, y
sólo revela lo que una buena parte del sector político del país
padece: un total y absoluto desconocimiento de la naturaleza,
alcances y dimensiones de la cultura dentro de un Estado moderno que
busca el pleno desarrollo de sus ciudadanos y ciudadanas.
La suspensión
de espacios radiales dedicados a la cultura, la destitución de
funcionarios y funcionarias, del área cultural, sin mayores
explicaciones, dentro de un clima dominado por la falta de diálogo,
consenso e inclusión, sólo atestigua de manera inequívoca, el
carácter autócrata del Ejecutivo, principalmente del Presidente de
la República , y de los círculos de intereses antipopulares que lo
rodean, asesoran y determinan.
Por ello, no
nos extraña la política violatoria a la libertad de expresión
(garantizada en nuestra Constitución Política) que esta
administración está ejerciendo en contra de los escritores,
artistas, periodistas e intelectuales, en contubernio con las líneas
de censura editorial prevalecientes, en algunos medios de
comunicación, como Diario Co-Latino, concretamente en el caso de la
censura y boicot al Suplemento Cultural Tres Mil, bajo la pasada
coordinación del poeta Otoniel Guevara y de su equipo de editores y
colaboradores. De esta manera se pretende hacer callar por la vía de
la fuerza bruta, la conciencia individual y social que los
intelectuales proyectamos, mediante el derecho a ejercer la crítica
libremente, sin más barrera que la dictada por la responsabilidad y
el respeto hacia los otros y otras.
Siempre es la
cultura y el periodismo (bajo las dictaduras del signo que sean) las
primeras en pretender ser alineadas o sometidas al poder. Y en esto,
la historia del finalizado siglo XX es elocuente tanto nacional
como universalmente.
¿Por qué un
ente como la Secretaría de Cultura tiene que ser controlada por la
Presidencia de la República ? ¿Acaso la cultura no guarda un vínculo
más natural con la Educación o con ella misma a nivel ministerial o
de autónoma, y no con las políticas coyunturales de los gobiernos de
turno? ¿Por qué Televisión Cultural y Educativa, Canal 10, un
proyecto que se debe al pueblo, como un servicio libre de
condicionamientos político-ideológicos, se ha convertido en una
Televisora Nacional-Oficialista? ¿Por qué noticiarios otrora únicos
en su género, como Panorama Cultural, ahora se han politizado,
relegando la cultura y convirtiéndose en agentes de información
oficialista? ¿Por qué se toman decisiones totalmente inconsultas,
arbitrarias y de supeditación política a los dictámenes arbitrarios
de Casa Presidencial, que afectan el buen desarrollo del Canal, de
espaldas a sus trabajadores y trabajadoras, irrespetándolos y
maltratándolos? ¿A qué intereses obedece la maniática obsesión de
las autoridades de Canal 10, por controlar y dirigir todos los
espacios de la producción nacional en cuanto contenidos, invitados y
abordajes? ¿Qué alimenta su miedo desbordado?
LOS HECHOS
El pasado
miércoles 24 de febrero, recibí una llamada telefónica del actual
Jefe de Producción de Canal 10, David Méndez, informándome de la
decisión de reducir un programa a grabarse el día jueves 25 del
corriente, de 57 minutos (tiempo real de “Debate Cultural”) a 15
minutos.
El programa
tenía como tema la presentación de los libros: “Reflexiones de
Fidel Castro” y “Fidel Castro, antología mínima”, publicados por
Ocean-Sur y editados por el doctor Javier Salado Villacín, cubano,
filósofo, periodista y editor, de visita en nuestro país, miembro
del equipo editorial de Ocean Sur e invitado por el Centro Cultural
“Nuestra América”.
Desde mi
llegada a Canal 10 (12 de diciembre de 2003) jamás un gobierno de
ARENA, se atrevió a censurar ninguna transmisión de “Debate
Cultural”, a pesar del tono cada vez más crítico, que el espacio
adoptó, sobre todo en los últimos tres años de la administración
Saca.
A diferencia de
otros espacios complacientes con la administración arenera, que
fueron suprimidos por justificadas razones administrativas:
“Universo Crítico” y “Platicarte”, este último conducido por un ex
director nacional de la antigua CONCULTURA, “Debate Cultural”
continuó al aire, pese a divergir en sus enfoques y contenidos, con
la política oficial de derecha.
Al solicitar
una explicación lógica al Jefe de Producción, se me dijo que el
invitado “no era salvadoreño”, a lo cual repliqué que durante los
seis años y dos meses de mi desempeño como productor real y
conductor del programa, nunca hemos reparado en las nacionalidades
de los invitados, en el sentido que éstas sean un obstáculo; todo lo
contrario, el programa pretendía ser lo más incluyente y diverso
posible.
Pregunté si las
razones verdaderas eran de carácter político o ideológico, a lo que
se me respondió: “No, yo no tengo nada contra los cubanos”. Insistí
que la simpatía o antipatía del funcionario era un asunto subjetivo,
y de ninguna manera debía prevalecer como un criterio institucional
para validar o invalidar la duración o pertinencia de un programa.
Comuniqué mi
determinación para tratar el asunto al día siguiente. Me presenté a
Canal 10, el día jueves 25 de febrero en el horario de costumbre,
para grabar dos programas, que de acuerdo a mi realizador y al
equipo técnico de televisión, habían sido aprobados convenientemente
( la Jefatura de Producción había firmado –finalmente- la
autorización para realizar los programas).
Debo añadir que
las autoridades del Canal estaban sabedoras de los temas e invitados
de los futuros programas, ya que mi realizador les había informado
con antelación. Teníamos pregrabado un programa con el escritor
Rolando Costa (sobre su libro Helechos) y la planificación de dos
programas más, uno dedicado al Padre Rutilio Grande en un
aniversario más de su martirio, y otro en memoria de Monseñor Oscar
Arnulfo Romero, con quien teníamos ya invitados asegurados, entre
quienes se encontraban, los compañeros del Equipo Maíz, de quienes
íbamos a mostrar su última producción videográfica dedicada a
Monseñor.
El primer
programa a realizarse ese jueves 25 de febrero, tenía como tema:
“Análisis de las políticas culturales del Estado Salvadoreño”,
dividido en dos bloques. En el primero se contó con la participación
del poeta Otoniel Guevara y del periodista Néstor Martínez; en el
segundo, intervinieron el sociólogo Luis González y el artista
plástico Isaías Mata.
La invitación a
este programa fue amplia y democrática. Sin embargo, los únicos en
aceptar fueron los compañeros antes mencionados, que ofrecieron
interesantes y distintos puntos de vista.
El segundo
programa fue en efecto, una grata entrevista, únicamente, con el
doctor Javier Salado Villacín, quien llegó acompañado de
representantes de Ocean Sur y del Centro Cultural Nuestra América.
Sin embargo, el
director de Canal 10, Alberto Barrera, y el Jefe de Producción,
objetaron esa misma tarde, al técnico-realizador, las grabaciones,
aduciendo en el caso de la entrevista con el doctor Salado, su no
autorización; pese a esto, no las impidieron.
¿Cómo pudimos
haber grabado sin autorización expresa, de la cual existe (¿o
existió?) una documento firmado? ¿Por qué no se impidió
–definitivamente- antes o durante la grabación el programa mismo?
Tal parece que
a los censores los dominaba el mórbido deseo de confirmar sus
propios prejuicios y fantasmas. Este era un caso, cuya sentencia
estaba ya previamente dictada.
Debo decir – en
honor a la verdad- que “Debate Cultural”, fue siempre un espacio
plural, amplio y democrático, donde desfilaron distintas
instituciones, figuras y exponentes de la cultura nacional, regional
y universal.
Durante las
administraciones areneras el programa se distinguió por mantener una
línea cultural y periodística, que privilegió e intentó reivindicar
la memoria histórica, los derechos humanos, los sectores excluidos,
la cultura popular, el fenómeno migratorio, el enfoque
antropológico, y desde luego, la amplia gama de las artes.
Antes que estos
temas se “oficializaran” e ideologizaran, como ha ocurrido ahora
(para el caso la manipulación política que el Mandatario realiza de
la figura de Monseñor Romero, pretendiéndola reducir a un estribillo
de la deslucida retórica presidencial), ya el programa había abierto
una urgente ventana, que oxigenaba la atosigante programación
oficial y privada.
Durante la
grabación de ambos programas las autoridades del Canal,
intervinieron en cabina, solicitándoles a los técnicos la entrega
del original y copia de ambos programas, una vez éstos se hubieran
realizado.
El ambiente de
grabación fue desagradable. Desagradable e insultante para los
invitados, desagradable para un servidor, no acostumbrado al
espionaje y a la torpe intromisión de las autoridades (en esto,
perdónenme estimados y estimadas lectoras, y con las distancias del
caso, los areneros y sobre todo, las dictaduras militares fueron en
ocasiones más elegantes y sutiles, que estos pseudo periodistas
serviles, sacados de la mediocridad profesional y de la manga
presidencial del ex periodista censurado, y convertidos por arte de
la magia del poder, en inexpertos, ineptos e improvisados
funcionarios; ¡como se reiría el doctor Waldo Chávez Velasco del
modus operandi de estos rezagados polizontes de la guerra fría!
Posterior a la
grabación me reuní durante dos horas con los sujetos aludidos. Fue
una reunión nada concluyente, por parte de ellos, en su sentido
literal y viril. Las observaciones y preguntas de fondo no se
respondieron en el lenguaje civilizado, al contrario, prevaleció el
discurso autoritario, se impuso la mentira disfrazada de esa
ambigüedad evidente que “dice sin decir”, tan propia de los pícaros
y deshonestos.
Terminaron –en
coro- diciéndome que ambos programas iban a ser “revisados”, que no
se podía permitir el “libertinaje” sino la “libertad con
responsabilidad” (sonaban igual que los ex directores de los
tristemente célebres cuerpos de seguridad, abolidos por los acuerdos
políticos, con la diferencia que esos torturadores sí veían a los
ojos), y que los programas no eran propiedad de “nadie” ( por los
vientos que soplan en Canal 10, parece que sí tienen dueño y
caporales) y que íbamos a seguir “platicando” (como en un cuento de
T.P. Mechín).
A estas alturas
del partido, necesitaría muchas vidas más para ser ingenuo. Quedó
muy claro, que la palabra “debate” no estaba en ningún diccionario
de los reales “dueños” de Canal 10, ni en el catecismo que recitan
sus caporales de coyuntura (4 años, 3 meses, con suerte). Quedó muy
claro, que el más mínimo ejercicio de la crítica inteligente y de la
libertad temática y de enfoque, quedaba prohibida. Entonces, ¿cómo
puede haber cultura sin debate? ¿O qué debate querían? ¿El de su
misma sopa?
El día viernes
29 en el horario normal de transmisión de “Debate Cultural” se
proyectó un resumen de la reciente visita del presidente brasileño.
El sábado 30, en el horario de retransmisión del programa, se
repitió el mismo contenido, y luego se proyectó el programa
pregrabado realizado con el brillante poeta Rolando Costa, que sería
transmitido dentro de unas semanas. Esa fue mi última sugerencia a
los técnicos, ante la certeza que ambos programas serían censurados,
como efectivamente ocurrió.
Vale, entonces,
hacernos algunas preguntas más: ¿Por qué secuestraron los programas
con tanto celo, en un caso verdaderamente extraordinario? ¿Por qué
bastaron sólo algunos minutos de inquisición, en el caso del
programa sobre políticas culturales, para echarlo con desprecio y
prepotencia a la caja negra de la Dirección ? ¿Por qué bastó que
fuera cubano el invitado para ser juzgado y condenado, sin ni
siquiera percatarse del contenido del programa?
¡Reto a las
autoridades de Canal 10 a que transmitan los programas íntegramente,
tal y como fueron grabados, ofreciendo una explicación exhaustiva de
sus motivaciones, y disculpándose con los invitados y con el público
televidente, por este acto de barbarie prehistórica, donde se
irrespetó , ninguneó y abochornó a un intelectual cubano ( y por
consiguiente a una nación con la cual el Estado salvadoreño ha
restablecido relaciones diplomáticas) y a cuatro distinguidos
periodistas, intelectuales y artistas salvadoreños!
En esto, no
está en juego ni la reputación, ni la trayectoria, menos la
emotividad de un servidor, esto sería absurdo e infantil. En esto,
está en juego, un gravísimo precedente en contra de la
intelectualidad y de la libertad de expresión, consagrada por
nuestras leyes, y rubricada con la sangre de todos nuestros
mártires y caídos en las luchas democráticas y revolucionarias.
No encuentro
más respuesta de este proceder que la de siempre: la lógica nefasta
del poder, que insiste en un El Salvador acartonado, desigual e
injusto, de “chongas” y “caricatura” en el decir de nuestros
clásicos escritores: Salarrué y Masferrer; y no en Cuscatlán, la
tierra de los hombres y mujeres del barro fecundo.
Coherente con
todo esto, y fiel a los principios que aprendí en el hogar, por
ejemplo vívido de mis padres, hermanos, tíos y abuelos (demócratas,
librepensadores y dignos revolucionarios), y responsable en honor
ante mis hijos, me retiro de Canal 10 y de Debate Cultural, pero no
renunció al periodismo cultural ni a mi oficio de escritor de
vocación democrática y revolucionaria. Si no existen las condiciones
mínimas de trabajo y de respeto en mis quehaceres televisivos, no
tiene objeto continuar estos esfuerzos, que son abortados por la
ignorancia y por la voluntad del ciego poder. Como decía don
Alberto Masferrer: “ASÍ NO SE PUEDE”.
Quiero
agradecer a todos los hombres y mujeres que formaron el equipo
técnico que hizo posible la transmisión durante 6 años, 2 meses de
“Debate Cultural”. A todos mis compañeros y compañeras que creen en
un Canal al servicio del pueblo y no en el proyecto oficialista al
frente del cual se encuentran las fugaces marionetas y sus aliados
periodísticos, que el tiempo se encargará de situar
convenientemente.
Deseo expresar
mi más profunda gratitud a los cientos y miles de salvadoreños y
salvadoreñas hasta quienes llegamos semana a semana, con el pan y la
tortilla de la cultura, verdadera masa nutricia de mejores
porvenires.
Agradezco
nuevamente a todas las instituciones nacionales e internacionales,
sectores y personas individuales que como invitados e invitadas,
hicieron posible este esfuerzo.
Lamento y
condeno la naturaleza y los medios que está utilizando el poder
(verdadero agente causante de este desastre) en su afán de silenciar
los espacios y las voces críticas.
Cuando el
periodismo pacta con el poder antipopular se enajena y corrompe.
Cuanta razón tenía Neruda al decir en su libro “Viajes”:
“Cuando la tierra florece, el pueblo
respira la libertad, los poetas cantan y muestran el camino. Cuando
la tiranía oscurece la tierra y castiga las espaldas del pueblo
antes que nada se busca la voz más alta, y cae la cabeza de un poeta
al fondo del pozo de la historia. La tiranía corta la cabeza que
canta, pero la voz en el fondo del pozo vuelve a los manantiales
secretos de la tierra y desde la oscuridad sube por la boca del
pueblo”.
Estimados
amigos y amigas: la cultura vive en el pueblo, gestor y destinatario
último de todo lo bello. Otra vez: ¡Hasta pronto!
ÁLVARO DARÍO
LARA
28 de febrero
de 2010
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