Nehuatl
nimix tlazotla xóchitl itlanezi, paquiliztli, saludo a Cristina
de la Concha, en la presentación de su libro En una suerte de
poemas
“Nehuatl nimix tlazotla xóchitl itlanezi, paquiliztli, saludo a
Cristina de la Concha, yo te amo flor del amanecer, alegría;
quiero decir que adoro este libro tan femenino y tan del todo
género humano; tan nuestra tierra y tan del mundo entero,” así
habló el maestro
Roberto López Moreno en la presentación del libro En una suerte de poemas que
tuviera lugar el pasado 15 de noviembre.
En una suerte de poemas,
el más reciente libro de Cristina de la Concha, en una
actividad de Culturalcingo, A.C., y la Unión Latinoamericana de
Escritores ULatE, gracias a la gestión de Temok Saucedo en el
restaurant El Hórreo que facilitó sus instalaciones, reunió a
los poetas
Roberto López Moreno, precursor del poemuralismo -quien será
homenajeado este miércoles por la Universidad Autónoma de Nuevo
León y la Universidad Michoacana de San Nicolás Hidalgo-, Carlos
H. Vázquez, Miguel Ángel Aguilar Huerta, Diego Velázquez
Betancourt, Jesús Alvarado y José Antonio Durand.
José Antonio Durand, representante de la ULatE, moderó la
tertulia a la que hizo introducción el narrador Diego Velázquez
Betancourt de En una suerte de poemas y señaló “es un
libro por el que se avanza a frases cortas, como descendiendo
por una escalera que nos conduce hacia la dolorosa fosa común de
este país”.
El artista plástico y performer Miguel Ángel Aguilar Huerta se
centró en el poema que encabeza el poemario, “Como ostras y
conchas”, e hizo
énfasis en que “sus poemas son de lectura sencilla, no así la
comprensión compleja de las ideas vertidas en ellos, en donde
una perla platinada adquiere una connotación muy alejada de lo
utilitario y se convierte en susurro de nuestros ancestros, una
especie de huehuetlatolli dejado en el presente”.
Mientras Carlos H. Vázquez, ya conocido como el poeta de
Tulancingo cultural, artista plástico también, leyó “Mis
ojos para Cristina”, texto que, señaló, escribió como respuesta
al poemario En una suerte de poemas: “… no te percatas de
todo este sembradero de hierbas, de toda esa fertilidad que nace
de tus manos y te das al engaño y te lavas los pecados de
responsabilidad, de todo el huerto de Getsemaní, donde es
aprehendido el salvador de los árabes, mezclado con
intermitentes tunas, águilas y fundaciones tenochcas. Lo que es
bueno porque hay un más allá de la humildad creadora.”
Jesús Alvarado, cantautor que incursiona en el vitarrealismo,
corriente que busca reencontrar el cause natural que el mismo
arte construye para fluir en lugar de canalizarlo, amenizó la
tertulia con su guitarra con canciones de su autoría y de Miguel
Ramírez.
La
autora finalizó discurriendo sobre el libro como un todo y cerró
la noche del 15 de noviembre, en El Hórreo, en el Centro
Histórico, regalando los libros prometidos.