poema a maledicencias
mas de ese ése su lazada
de triple riata armó
no sólo dejó entierros
al rompimiento
también penetró su casa
en maderas y cajones
con rezos en cofradía
en los años venideros
y un aciago amanecer
ensartó en oscura
y negra ilación voces
maldiciendo el objeto
de sus deseos
y humos y nubes
inundando su hogar
ella aquella en su luz
envuelta pasó los días
hasta que aislar
breves espacios logró
pues maleficio puesto
estaba que cosa que tocara
contagio la impregnara
Tal y como lo llamara
aquel él de largas barbas:
sierpe de iniquidad
resultó ser ese ése
esta frase de verdades
lustros más tarde
pero décadas más
tomó a la ella ella corroborar
tal iniquidad
si bien de su maldad supo
cuando congelamiento
dictó a esa pensión
por el vástago de ambos,
nunca creyó
que en su ego herido
se inspirara cruel venganza
por rechazar su yugo
con esto es que se completa
esa riata triple de males:
que a manera de broma
sembrara el maledicente
actos que en su voz salieron
jamás por ella cometidos
pero por ellos manchada
su reputación
donde esas falacias
etéreas flotarían
al derredor de ella ella
en quien no asomó
la más mínima duda,
nunca,
ingenua sólo inquiría
cada tanto
por qué tanta
mala suerte
desde su divorcio
y por qué –casualmente–
todo a él en contrario…
Cuánta razón
la de aquel él de largas barbas
que se adelantó lustros
y décadas