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Cristina de la Concha
Un secuestro inusual
Todos los secuestros deben ser inusuales e irrepetibles
y terminarse de una vez por todas, pero eso es harina de
otro costal. El motivo de este título es tal cual, una
característica fuera de lo normal: el objeto de plagio
era un médico tradicional. Fue por ahí del año 2011,
para sorpresa de todos en su comunidad debía poseer
alguna fortuna de pesos para incitar a un secuestro. Y
los rumores se extendieron sobre millones de pesos
acumulados por un sencillo, humilde curandero de
huarache, chamán, brujo o médico tradicional, que si
atendía a personas importantes, potentados empresarios y
políticos, a esposas adineradas que se remitían a sus
yerbas para que no les robaran a sus maridos, a
múltiples pacientes que buscaban sanación a sus males y
con una amplia parafernalia pa’l mal de ojo, pa’ las
várices y la gota, enfermedades y calamidades, para
hechizos de amor y seducción, para quitar obstáculos,
pa’ la abundancia, con menjurjes y curaciones para toda
ocasión había logrado no sólo un
enorme
caudal
sino despertar el interés de maleantes que, de su pueblo
en la montaña de bosque, lo fueron a sacar para
trasladarlo a una casa de elevada seguridad rodeada de
fornidos hombres inescrupulosos de ceño fruncido y habla
altisonante.
Sin embargo, hoy día que ha proliferado, como parte de
la tragedia en que se envuelve el país, este tipo de
crimen con los secuestros “express” por unos cuantos
miles, y que, no de ahora, se ha sabido de casos de
médicos obligados a realizar intervenciones a
delincuentes, o como en las historietas en que eminentes
científicos son forzados a llevar a cabo planes
maléficos sobre la humanidad o el desarrollo de una
invención química para el enriquecimiento de su
plagiario y daño del planeta, el secuestro de este
curandero no resulta tan inusual. Se tuvo noticia de que
en realidad no se pretendía una cuantiosa suma sino
tenerlo a su servicio para poner en marcha sus malévolos
fines: que realizara trabajos de oscuridad, embrujos y
pócimas para obtener grandes riquezas a costa de
inocentes, del despojo de tierras, de la tala de
árboles, del envenenamiento de las aguas por
producciones altamente redituables.
Pero sus embrujos fueron más potentes que el encierro
vigilado por musculosos grandulones malencarados, y, con
ayuda del exterior, hizo su escape. Actualmente, se
dice, su domicilio es desconocido
e igualmente, por razones obvias, su nombre.
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