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11.Jul.17
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11:30 hrs |
22:39 hrs |
Cristina de la Concha
Los árboles, nuestros aliados contra los temblores
Los árboles que detienen la erosión, los
deslaves, purifican el oxígeno y nos da la sombra que atenúa
las altas temperaturas, están siendo atacados, y también
las áreas verdes, flores, arbustos, pasto, selvas y
bosques completos y con ellos su fauna, como si fueran
“el enemigo”, cuando son lo contrario, son hijos de la
Madre Naturaleza al igual que nosotros los humanos.
En 2016, el manglar Tajamares, en
Quintana Roo, fue devastado con la ayuda de policías
estatales y municipales y grandes maquinarias, lo que
suscitó la alarma nacional en todos los activistas y en
la gente preocupada por la Naturaleza y el cambio
climático, no en los empresarios ni funcionarios
neoliberales que buscan el negocio, el dinero, claro.
En 2009, se
atentó contra los árboles de
la Calzada
5 de Mayo y La Floresta de Tulancingo, lo que, por
fortuna se frustró cuando un
grupo salió en
su defensa, de lo que
en su momento
informó
Gloria
Valencia, quien nos aporta
valiosos datos
sobre los árboles y la ecología en su columna, ella
formó
parte
del grupo de protesta,
exponiéndose,
al igual que el resto, a la amenaza por atreverse a
defender esos pulmones de la localidad.
En 2014, otro
nuevo proyecto ,como han abundado en el resto del país
casi de manera obsesiva por parte de funcionarios y
empresarios, asoló el Jardín del Arte tulancinguense
para convertirlo en “Plancha del Arte”, suprimieron sus
árboles y áreas verdes bajo la consigna de
“remodelación”, de “cambio”, como quien se quiere
comprar vestido nuevo, y, como dije en ese entonces:
“Tool&SinGo”. Por supuesto que hubo protestas, donde
Gloria Valencia no dejó de participar y advirtió sobre
los trucos alevosos con que los funcionarios echarían
abajo la consulta ciudadana a favor de la ecología, y
así fue, la consulta resultó en contra de las áreas
verdes. Allí quedó una explanada, cemento y más piedra
que no sólo nos arrebató ese bello aspecto del paisaje
sino que contribuyó, además, a esa desmedida tala que
afecta a la Naturaleza en general y perjudica a la
salud, a la vida. Allí quedó, con una escultura
al frente a manera de recibimiento:
amenazantes
esculpidos rasgos en un
enorme
toro.
En la ciudad de México, nuestro hermoso
“Deefe”, afectado por la tala desmesurada de árboles y
zonas verdes, aumentaron las planchas de concreto,
edificios, centros comerciales y proyectos todos, al
final, comerciales, de mercadotecnia, de venta, de
negocios, de dinero: neoliberalismo. Aunque de niña,
cuando conocí el Zócalo, me pregunté ¿por qué dicen que
es tan bonito si no hay nada, sólo piso?, claro que yo
imaginaba que sería un lugar como La Floresta de
Tulancingo, con árboles altísimos y frondosos y pasto y
flores.
Se han talado más de 18900 árboles de
2013 a 2016. Por fortuna, se ganó el amparo para
detener la construcción del Metrobús en la Avenida
Reforma, un ícono histórico del país, proyecto que
planeaba tirar 650 árboles, lamentablemente el amparo
llegó después del retiro de 50 ejemplares. Pero no ha
habido amparo para otros, como los 855 árboles de
Mixcoac, derribados para la construcción del llamado
“Deprimido Mixcoac-Insurgentes”, derribo consumado de
noche, cuando la ciudadanía, vigía de esos árboles y que
había manifestado su inconformidad, dormía, una
construcción que sólo aumentó el tráfico y cortó las
vías de salida en Revolución y Río Mixcoac, ahora es
necesario dar una vuelta enorme para poder entrar a la
Avenida Félix Parra. Es decir, hubo una tala de árboles
que “tuvieron” que realizar por construir una vía con el
propósito de aligerar el tráfico, el propósito no se
cumplió y aniquilaron 855 árboles, uno se pregunta ¿para
qué?
A
la vez, se acrecentaron la contaminación...
y los
temblores, se ha tenido que imponer días de contingencia
que afectan las labores de la ciudadanía, peccata minuta
cuando se ha hablado de temblores a futuro y de
uno sin precedentes, la sola idea ya tiene a sus
habitantes con esa sensación.
Decía en otra publicación que los
jardines verticales podrían ser una opción, sí, una
opción para aumentar la purificación del aire y una
opción ornamental ante tanto cemento -y lucen preciosos
los pilares del segundo piso en Periférico con sus
plantas-, una opción para mitigar pero no es “la”
opción. Los árboles, además de purificar el aire,
también detienen deslaves y esto, al hacer la tierra más
firme, ¿no significaría que también evitarían temblores
o los reducirían junto con sus temidos estragos? Ya
algún geólogo desmentirá a esta tolteca pero me parece
–y me atrevo a decirlo– que si las raíces, que forman
como una especie de red, sirven para detener el
desmembramiento de terreno, también esas redes pueden
servir para sujetar el terreno de que se mueva o, al
menos, para amortiguar el movimiento, evitar que el terreno
ceda con facilidad a la onda telúrica, entonces cabe la
posibilidad de la tarea, aunque suene descomunal, de
rodear las manzanas con árboles con el fin de que frenen
el temblor de tierra, suavizar las ondas telúricas e
incluso de que no tiemble, o la labor de formar vallas
de árboles alrededor de la ciudad para que no lleguen
los temblores, ¿será? No lo sé, pero sí sé que los
temblores se han incrementado y, coincidentemente, al
mismo tiempo ha aumentado el cemento en la ciudad. Y a
Tulancingo no arribó el temblor del año 85, ahora sí
llegan las ondas, ¿no tendrá que ver esto con la tala desmedida?
El “Deefe”, la ciudad de México, es
maravillosa, aunque a muchos no les guste, está llena de
historia, de nuestra historia, de cultura, de
actividades por hacer, es la ciudad donde se encuentra
cualquier tipo de artículo o artefacto, “no hay pierde”,
si lo buscas, lo encuentras, es cosmopolita,
interesante, sus centros culturales, sus museos y
galerías, sus parques, sus tianguis y mercados, tiene
unos rincones estupendos para ver, visitar, pasear,
cotorrear, caminar, donde nadie te mira porque la gente
está muy ocupada con sus cosas. No obstante su tráfico y
contaminación, es una ciudad muy disfrutable y querible
que merece todos los cuidados.
Y nosotros somos naturaleza, ni el
cemento ni el poliéster nos quitan nuestro principal
rasgo, seres humanos que respiran como las plantas,
cuidémoslas como cuidamos de nosotros mismos. Una
persona enferma va al médico, se atiende, toma medicina.
La ciudad enferma de contaminación y temblores
telúricos debe tomar su medicina: árboles, hay que
sembrar árboles... y plantas y arbustos y flores.
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