De la poesía de Roberto
Goijman:
1976
Ante las
desorbitadas acciones de la luna
A tiempo, la
vida
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1976
I - Cierra
la ventana y ajusta muy bien las rendijas
que no
entren los gemidos ni los llantos.
Las noches
son como las voces de los que temen al diablo.
Ellos
manejan sutilmente el paladar de la calle
y nos
mastican a gusto.
Siempre se
amanece con uno menos.
No hay
fertilidad en las horas del día
pero tu
vientre mujer, crece.
Ahí va el
sentir de esa mano que arrulla los latidos
y el tacto
del tiempo.
Cierra la
ventana y traba la puerta
es por los
ruidos que no hay que escuchar.
Las voces,
los motores y las cubiertas de verdes autos
que nos
circundan.
II
- Atravesado el pecho en su color
a través
de su sentido, la caída.
Las manos
atoradas a su espalda
junto a la
fría muscínea
una línea
de orquídeas dudaba en su pesar.
Dada
vuelta el alma
apretujada
su morena tez de sueños.
A llanto
de tierra, su sereno pasar disimulado.
El fuego,
siempre se apaga.
III
- Cierra su corazón y le abre una ventanita a la vida
para que
los ojos vean la calle
sus
contornos, viento que sacude la savia.
A veces el
empedrado tapa las cosas lindas
no
siempre.
Por eso al
mirar con el sentido del cuerpo
muchas
veces se apoyan los pies y las gargantas se secan.
Por ese
ridículo transitar del sonido
que ante
nuestros oídos se opaca.
Dicen que
este siglo está colmado de alimañas
y algunas
moscas suicidas.
No siempre
la herida del vientre
entra en
la categoría de la sangre perdida.
IV
- Cuando un martirio se asoma
duele el
lado izquierdo de la conciencia
es un
dolor quebrado
da vuelta
en la ochava
y retorna
renga
tropieza
con su lado derecho
y sigue
como si nada.
Una
patineta le sube al cuello
pellizca
su lunar negro.
Toda
esperanza ya es viento frío
sobre las
espaldas.
Nada queda
de las horas por venir
sólo el
grito de niño perdido.
V - Dice
que allá en su cielo está el mar
que su
mundo es el horizonte y las costas
son de
pájaros y papel.
Ella no
dice esto. Ella no dice nada.
Sólo se
escuda en su canto
arena
caída tras su viento.
Lloran las
aves en trémulos percances.
Sola
espera en
sus costas.
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