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            Hombres trabajando 
            
            
            César Cruz 
            
              
            
            Según las estimaciones de 
            aquellos años, fue el 11 de julio de 1987 cuando la población 
            mundial alcanzó la cifra de cinco mil millones de personas. A partir 
            de ese día, y a iniciativa de la Organización de las Naciones 
            Unidas, se instituye el Día Mundial de la Población, cuyo objeto 
            central es enfocar la atención de todos nosotros en la importancia 
            de los problemas demográficos y su relación con el estado de 
            desarrollo de los países y sus regiones.  
            
            “Hombres trabajando”, el 
            eslogan elegido en este 2007 por el Fondo de Población de las 
            Naciones Unidas (UNFPA) para conmemorarlo, se refiere al papel clave 
            que desempeña el varón en el logro de la igualdad de los sexos. 
            Especialmente en el ámbito de la toma de decisiones, dada la 
            posición de poder preponderante que este ejerce en la mayoría de las 
            sociedades y prácticamente en todas las esferas de la vida familiar.
             
            
            “Consideramos que hombres 
            y mujeres son aliados, en relaciones basadas en el respeto mutuo, la 
            confianza y el compromiso recíproco. La alianza con los hombres 
            promueve el derecho de cada mujer, cada hombre y cada niño a 
            disfrutar de una vida saludable y con igualdad de oportunidades”, 
            nos dice Thoraya Ahmed Obaid, Directora Ejecutiva del UNFPA. Por 
            ello, más que un eslogan, “hombres trabajando” es una apuesta 
            ganadora hacia un cambio de actitud, que ciertamente redundará en 
            beneficio colectivo. 
            
            Para ilustrar de  mejor 
            manera los efectos de la desigualdad entre uno y otro sexo, podemos 
            decir que la tasa de analfabetismo de personas de 15 años y más, es 
            más alta en el caso de las mujeres tanto en el ámbito rural como el 
            urbano, como para las personas pobres y no pobres, con excepción de 
            las personas de 15 a 24 años que habitan en el ámbito rural. No 
            obstante, las mujeres tienden a poseer un mayor promedio de años de 
            estudio que los varones. 
            
            Por lo que toca a los 
            hogares cuyo jefe es una mujer, la disponibilidad de servicios como 
            agua potable, energía eléctrica o drenaje es proporcionalmente más 
            reducida. Y también es más frecuente que se viva en condiciones de 
            hacinamiento o que la vivienda este construida con material 
            precario. En el ámbito laboral, la tasa de participación de las 
            mujeres es menor, pero asimismo un alto porcentaje de ellas labora 
            en empleos precarios de baja remuneración.   
            
            En Hidalgo, un aspecto 
            notable es que la incidencia de la pobreza –medida a través del 
            ingreso monetario- es poco mayor en los hombres que en las mujeres. 
            Situación que adquiere gran relevancia en el entendido de que 
            usualmente se considera más vulnerable la posición de la mujer, y 
            que invita a reconsiderar el enfoque de la perspectiva de género 
            involucrándose en el estudio de la situación de los varones.  
            
            Establece el artículo 
            cuarto de nuestra Carta Magna: “El varón y la mujer son iguales ante 
            la ley...” La condición de igualdad, sin embargo, dista mucho de ser 
            una realidad en nuestro país. Las condiciones socioculturales 
            actuales y precedentes, otorgan un papel secundario a la mujer, pues 
            aún se mantienen injustas desigualdades en su nivel de vida, 
            motivadas por una interpretación social  sobre las diferencias 
            biológicas que distinguen a los hombres y mujeres, y por los efectos 
            negativos que esta interpretación genera en las relaciones y los 
            comportamientos de las personas y hasta de las instituciones. 
             
            
            Es en ese entorno donde 
            busca concretarse un cambio de actitud para que los hombres se 
            involucren en aspectos tan sensibles para las familias como el apoyo 
            a la mujer durante el embarazo, el cuidado de los hijos, la 
            educación a las hijas y la crianza compartida.  
            
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