Dean:
la mano del hombre
por César Cruz
Plaza
Juárez, 25/Ago /2007
El huracán Dean dejó en su paso por
Hidalgo una estela de destrucción, cuyo referente
más próximo son inundaciones similares en octubre de
1999. Antes de eso, podemos recorrer varias décadas
atrás en el tiempo, para encontrarnos con
antecedentes de afectaciones parecidas en ciudades
como Tulancingo, la más dañada esta vez. Esto
sugiere que algo ha cambiado, y no sin antes
reconocer el esfuerzo del Sistema Estatal de
Protección Civil, autoridades y voluntarios, debemos
hacer una reflexión al respecto.
Una de las grandes preocupaciones
manifestadas por el gobernador del estado, Miguel
Ángel Osorio Chong, tras el paso del fenómeno
meteorológico, fue el destino del agua derramada por
los torrenciales aguaceros de hace unos días.
Refiriéndose particularmente a la vega de Meztitlán
igual seriamente afectada en 1999. Yo me pregunto,
en cambio, de donde vienen esos volúmenes tan
elevados del vital líquido.
Esta pregunta nos lleva en primer
lugar al cambio climático y la modificación de los
patrones de comportamiento de múltiples fenómenos
meteorológicos, cuyo principal efecto es una mayor
intensidad y recurrencia de desastres naturales en
diversas partes del mundo.
La deforestación, sin duda, es un
factor concomitante, pero no sólo de dicho cambio
climático, sino también de la falta de capacidad de
los suelos para absorber humedad. Para eso basta ver
la seria deforestación en las zonas altas del Valle
de Tulancingo o la evidente en las elevaciones que
rodean a Pachuca. Además, la deforestación permite
que se erosionen los suelos, convirtiéndolos más
proclives a su desgajamiento, como ocurrió en
Zacualtipán con tan funestas consecuencias.
Uno se pregunta si existirán
estimaciones sobre el área de bosques perdidas por
explotación inmoderada, ya no digamos durante los
últimos cincuenta años, sino durante la última
década. Poco se sabe también del incremento en el
volumen de escurrimiento de agua que dicha pérdida
genera tierra abajo, como allá en Huehuetla, lugar
donde nuevamente la situación es sumamente difícil.
Recordemos que es la fuerza de la
gravedad la que moviliza al agua, del cielo a la
tierra y de las tierras altas a las tierras bajas. Y
señalo esto porque me queda la impresión de que la
problemática se minimiza al adjudicar todo al
huracán Dean y a una precipitación pluvial sin
antecedente histórico.
Pasemos ahora a la infraestructura
urbana en ciudades como Pachuca, donde es evidente
que no existe un sistema eficiente de drenaje a
pesar de que su propio crecimiento sustituye suelos
que pueden absorber agua, con asfalto y concreto
prácticamente impermeables. No hay mejor ejemplo que
el fraccionamiento Real de la Plata. Le reto amable
lector a localizar ahí una atarjea para colectar
agua de lluvia y un canal pluvial destinado a
desalojarla. Eso y no otra cosa provoca que muchas
colonias de Pachuca se aneguen.
Vayamos a Tulancingo. Allá la cosa es
distinta pues se orientó el crecimiento de la ciudad
hacia las tierras bajas de su Valle y se permitió
construir casas en terrenos poco propicios o
riesgosos, confiando en la ausencia de inundaciones
por muchos años. La afectada colonia Jardines del
Sur se encuentra entre los cauces de dos ríos. Las
casas dañadas en la Colonia Plan de Ayala tenían sus
cimientos justo en el paso del cauce del río, cuya
fuerza socavó la tierra que los sostenía.
Es la mano del hombre que modifica su
entorno sin atender la voz de la naturaleza y sus
condiciones preexistentes.
Solidariamente.
c. e.:
iccislas@hotmail.com
|