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		Lorenzo 
		Arroyo 
		
        
		
				
				ITEMS 
        
                
                    Notaría Núm. 5 
		
		
        
        
                    
                    Grupo Educativo Virtud y Ciencia 
		
		Centro 
		Universitario del Oriente de Hidalgo 
		
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							Colegio Pedro de Gante  
		
		
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		Presencia del Cono Sur en 
		Hidalgo 
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					ELET07: ESCRITORES 
		INVITADOS 
	- 
	
                    
				Información 
	para los participantes 
	- 
				
                    
                    Programa 
	- Carta de repudio 
				de la poeta Celina Garay contra autoridades
		
				
				argentinas 
		- 
					 
					
	
        
		Poniatowska, 
          
        
        
		Premio Rómulo Gallegos 2007 de Venezuela
          
          
          
          
          
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        La parte más refinada de los pueblos surge cuando 
        algunos de sus miembros realizan aquellas creaciones. Y de tales 
        manifestaciones (narraciones, poemas, danzas, música, representaciones 
        teatrales, pinturas, esculturas) suelen surgir las obras de arte. Las 
        que son inmortales, dan identidad, crean sentido de pertenencia 
        alrededor de ellas, son motivo de orgullo, brindan la catarsis, generan 
        reconocimiento al pueblo del cual procede el artista y tienen muchas 
        funciones más. Son para la comunidad lo mismo que los sueños para el 
        individuo. 
        
        Todo lo anterior viene a cuento por el I Encuentro 
        Latinoamericano de Escritores que se llevó a cabo en Tulancingo, Hidalgo 
        entre los días 8 y hasta el 13 de octubre inclusive. 
        
        Un encuentro de artistas –que además incluya a 
        personas que aspiran a la creación artística– diré que es algo 
        maravilloso. En primer lugar, para los escritores formados pocas veces 
        hay experiencias más sanas que apreciar, degustar, procesar en sí mismos 
        la obra de otros escritores o bien de personas que están en formación. 
        Tan sólo por eso ya se justifica ampliamente un encuentro de escritores. 
        
        Al encontrarse los que crean a través de la palabra, 
        se re-encuentran consigo mismos al espejearse con otros autores. Es un 
        acto imprescindible, para revisarse, para autoconfrontarse a través de 
        la obra de otros. Siempre habrá grandes sorpresas, inmensas lecciones. 
        Más aun lo son para quienes están en el camino de la formación, los 
        jóvenes que empiezan o ya tienen un trecho avanzado en la autoría 
        literaria. Los escritores se hacen, se han hecho a la largo de la 
        historia, precisamente en la convivencia de los jóvenes autores con los 
        ya formados, en las tertulias, en las charlas, en esas mesas redondas 
        –de prodigio o atrozmente dolorosas en las que hemos puesto bajo la 
        lupa, o a veces ante los cuchillos de otros nuestras humildes (y 
        queridísimas) creaciones en letras–, hablo de los llamados talleres 
        literarios que son todo lo anterior. 
        
        Un gran encuentro como el de Tulancingo fue, entre 
        muchas otras cosas, un taller literario con alcances no sólo nacionales, 
        sino internacionales. Pero además el encuentro fue mucho más: tertulia, 
        círculo de conferencias, lectura pública de obra, intercambio de ideas, 
        de conocimientos, de afectos entre muchos más intercambios entre 
        escritores. 
        
        Pero entre los muchos aciertos que consiguió 
        Tulancingo 2007 anotaré uno que me pareció el más importante: el de 
        poner a los escritores en contacto con las personas del pueblo, los 
        estudiantes, los adolescentes. La experiencia fue maravillosa para los 
        escritores y no menos para aquellos públicos. 
        
        
        
        La interacción entre público estudiantil (desde 
        estudiantes de primaria hasta universitarios) derrumbó –al menos aquí en 
        Tulancingo– la falacia de que “la poesía está alejada del público”, la 
        literatura se separa de la gente, los escritores no se comunican con las 
        personas comunes (la falsedad empieza con que los escritores somos gente 
        tan común como la que más). El intercambio entre autores y público fue 
        extraordinariamente enriquecedor para ambas partes y no menos 
        satisfactorio: por una parte los estudiantes agradecían de una manera 
        que llegaba a conmover a los autores por la visita; pero por otra se 
        mostraban muy interesados en escuchar y evaluaban, percibían, inquirían, 
        solicitaban las obras de los escritores que les despertaron emociones o 
        interés. 
        
        
        Así fue. Así debe ser. La literatura es para todos y 
        no para unos cuantos “iniciados”. Las artes, en general, deben ser 
        disfrutadas por todo el pueblo. En el encuentro de Tulancingo las 
        lecturas públicas fueron siempre un gran éxito. 
        
        
        No menos se agradece a los organizadores las muestras 
        de la cultura tulancinguense, la invitación a los poetas chilenos, 
        argentinos, salvadoreños, nicaragüenses y de la gran mayoría de los 
        estados de nuestra república, hasta llegar a unos 70 escritores. 
        
        
        Pero Tulancingo 2007 nos llevó de sorpresa en 
        sorpresa. Primero fue la visita a La Casa del Amaranto, una especie de 
        quimera, un sueño hecho realidad. La Casa del Amaranto es un pequeño 
        café en donde un hombre con su familia ha creado un espacio en el que 
        –no es exageración– se venera al amaranto, esa planta prehispánica que 
        fue proscrita por los conquistadores. En este lugar se promueve al 
        amaranto, se difunden sus múltiples virtudes, se regalan semillas, se 
        instruye acerca de su preparación en atole, tamales, tortillas, etc., 
        etc., y se proporciona asesoría para su cultivo. 
        
        
        En la Casa del Amaranto es posible conocer la 
        historia de esta planta a través de documentos que allí han creado y, en 
        una rápida inspección, en un hermoso mural que sobre el tema crearon 
        para decorar el espacio del café. 
        
        
        Por primera vez allí, en La Casa del Amaranto, 
        gozamos del espectáculo que brindaron con una generosidad ilimitada la 
        pareja de argentinos Zulma y Roberto Aguirre: una diva ella, un dandi 
        él. Una pareja de bailarines profesionales que llevan al tango a un 
        nivel que es posible ver sólo en la televisión o en los grandes 
        espectáculos. Luego habríamos de gozar a esta extraordinaria pareja de 
        bailarines y actores en otras presentaciones. 
        
        
        No menos sorpresiva fue la instalación e inauguración 
        del Monumento al Escritor Latinoamericano, una escultura que crearon los 
        artistas chilenos Marcelo Lira y Ángela Montero, su esposa; curiosamente 
        otra pareja no menos extraordinaria. Una sorpresa más fue la exposición 
        de dibujos de los animales míticos del sur de Chile, una colección de 
        asombrosos dibujos de Marcelo Lira. Trabajos alucinantes, un viaje de 
        imaginación, virtuosismo, conocimiento mítico de un dibujante fuera de 
        serie. 
        
        
        No menos gratamente sorpresivo más fue la atención 
        que prestó la autoridad municipal que estuvo presente en las actividades 
        para inaugurar, develar el monumento, presentar en público a los 
        artistas y la sorpresa mayor: la estadía y convivencia con la que quizá 
        sea la más grande escritora mexicana del fin de siglo XX e inicio del 
        XXI, Elena Poniatowska Amor (me enteré que le agrada –y con razón– 
        incluir su segundo apellido). Otra gran diva, en el mejor sentido 
        posible de la palabra. Sencilla, incluso amorosa, inteligente como 
        siempre, soportó jornadas de hasta cuatro horas y las incomodidades que 
        le acarrea su propia popularidad entre tantos escritores que jamás 
        llegaremos a la inmensa popularidad de La Poni, muchos de los que le 
        pedían un autógrafo, un recuerdo, unas palabras, una foto con La Poni, 
        por tantos bienamada. 
        
        
        Así el I Encuentro de Escritores Tulancingo 2007, en 
        homenaje a Elena Poniatowska Amor, fue un verdadero agasajo en muchos 
        sentidos. Por una de escasas ocasiones muchos escritores desconocidos 
        nos hemos sentido gente importante: el trato recibido no fue para menos. 
        
        
        El encuentro deja honda huella en todos los que 
        participamos, una indeleble son los nuevos amigos, que sin saberlo, 
        viviendo en países tan distantes como México y Chile, ya éramos 
        compañeros y la amistad nació tan sólo con encontrarnos, así ocurrió con 
        Marcelo Lira el gran artista plástico y también escritor, su esposa 
        Ángela Montero, el poeta Dinko Pavlov (compañeros de militancia en 
        organizaciones o partidos de izquierda chilenos –¿qué otra cosa podía 
        ser un artista chileno en el tiempo de la dictadura pinochetista?–, 
        igual que este tundeteclas; incluso en el año 1999, el que esto escribe 
        presentó en la Ciudad de México, el libro El gran rescate, la 
        memoria del guerrillero chileno, Ricardo Palma Salamanca, novela que, 
        entre otras cosas, es un homenaje a Mauricio Gómez Lira, “la más bella 
        lágrima de la desesperación” y ¡primo hermano de Marcelo Lira! Si esto 
        no es un milagro que hizo la poesía, entonces no hay milagros). Pero 
        hubo muchos más artistas, tanto mexicanos como chilenos, argentinos, una 
        salvadoreña. Además, el reencuentro con los viejos amigos escritores 
        hidalguenses (un deleite conversar con Agustín Ramos, conocer las nuevas 
        creaciones de Jorge Antonio García, gozar de la anfitrionía exquisita de 
        la narradora Cristina de la Concha quien se echó a cuestas la odisea de 
        la organización del encuentro, la no menos exquisita amistad de Arlet 
        Austria y su familia). 
        
        
        Tulancingo ya no es el mismo después del 
        archimencionado encuentro, en muchos sentidos. Tulancingo se retrató, 
        tomó una instantánea de la realidad suya, de aspectos de nuestro país y 
        hasta de Latinoamérica. Las huellas quedan también en esa amable ciudad. 
        En su parque central hoy existe un Monumento al Escritor Latinoamericano 
        y muchos de sus estudiantes, desde primaria hasta universidad, fueron 
        inoculados con el sagrado virus de la poesía. No dudo que en algunos 
        prenderá, porque así es la poesía. Inmortal. 
        
        
        El I Encuentro Latinoamericano de Escritores 
        Tulancingo 2007 fue –para la humilde opinión de este tundeteclas– la 
        instalación de la república de los poetas, es decir, el paraíso que duró 
        una semana. Que haya muchos más encuentros latinoamericanos o mundiales 
        Tulancingo. Así sea… 
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