Desde
Argentina, Sonetos de Juan Antonio Piñeyro, de Colón, Bs.As.
De Argentina la bella
me traje sus paisajes incrustados en la mente, de su gente el abrazo y
un trozo de su calidez, de los poetas unos versos, de los que aquí están unos
sonetos de Juan Antonio Piñeyro, de Colón, Bs.As., donde él, junto con
una maravillosa comitiva colonense encabezada por los bailarines de
tango Zulma y Roberto, me dieron una bellísima bienvenida.
Cristina de la Concha
VELETA
Hoy
quiero "homenajear" a la veleta,
instrumento de hierro, flecha en punta
que, con un gallo a su merced, trasunta
la dirección con que el viento la fleta.
Contenta marcha firme y con la moda,
o a veces rueda loca en los ciclones;
nunca se queda quieta ni se opone:
¡donde la masa va, ya se acomoda!
A ver si eres sutil, ¡lector temible!,
que no es de la "veleta" de lo que hablo.
Yo digo de los hombres que, flexibles...
de acuerdo a la ocasión pintan su establo,
sonríen a la estrella más visible
¡y quedan bien con DIOS y con el diablo!
LEY
A
la ley del mercado se abalanzan
las palabras, que en todo se le igualan:
las excelsas y puras no se alcanzan
y las tontas y necias se regalan.
Lo chabacano hierve entre el gentío
masificando mentes e ideales,
y el Poema Vital surca el vacío
inaudible a los tímpanos mortales.
Yo, como soy mortal, fui capturado
por la inútil palabra a la deriva
y a otros versos supremos fui negado.
Llevo mi copa en alto, emocionado,
por todos los poemas que no escriba...
¡y por todos aquellos que he tirado!
COMPROMISO
El
pájaro que vuela sobre el nido
y para no atracar busca razones,
nunca habrá de lograr de sus pichones
el respeto de padre, tan querido.
Todo consejo se hace desvarío
si a tu deber no agachas la cabeza
y confundes defecto con proeza
de lo que intenta ser "libre albedrío".
Si tu sentir sublime amor aloja
y a tus hijos te vuelcas por entero
mostrando que por ellos te despojas,
serás Maestro del nido venidero.
En materia de amor ¡que paradoja!:
sólo enseña a ser libre el "prisionero".
RINCONES
I
Rincones
pobres...sórdidos...oscuros;
sin tiempo...sin edad...y sin sonidos;
inquietos...como nómades; perdidos;
sin ventanas...sin zócalos...sin muros.
Rincones inaudibles...taciturnos;
invisibles... sin puertas ni porteros;
sucios...desvalijados...lastimeros;
ciegos, como los pájaros nocturnos.
Me invitan a pasar sin previo aviso;
me inculcan una suave ligereza
y de la nada extrema yo me agencio.
Una lágrima brota sin permiso:
son los rincones donde la Tristeza
me convida a charlar con el silencio.
II
Rincones bellos, vívidos, ¡urgentes!;
también atemporales, ¡amorosos!;
buscados, anhelados, ¡vigorosos!;
saltarines, soleados, ¡impacientes!
Rincones donde el canto da su nota
eterna, inexorable, ¡ineludible!;
donde no existe el no ni el imposible;
lo oscuro aclara y lo marchito brota.
Me empujan a pasar a la alborada;
me bañan con un rayo portentoso
e inundan mi pesar con la armonía.
Una sonrisa suena alborotada:
es la llave crucial con que, gozoso,
me pongo a conversar con la Alegría.
III
De ambos rincones hago mi entereza;
de ambos hago mi culto y alabanza;
el alma es calco fiel de una balanza
que inclina el plato según sea la pesa.
Como la nube gris que al sol esconde,
y el sol que con el viento echa la nube;
así mi alma de hombre baja y sube,
ríe, llora, pregunta y se responde.
Soy lo que soy por llantos y contentos;
laberinto de entradas y salidas;
honda mezcla de climas y estaciones.
No fui yo el creador de mi argumento:
DIOS es el arquitecto de mi vida
y yo vago al azar...por sus rincones.
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