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2.Jun.17
por
Cristina de la Concha
A ver...
Cómo hacer las cuentas de los candidatos… empecemos por considerar por qué
se candidatean, ¿realmente quieren hacer algo por su país? Creo que, hasta
hace un año, esto es lo último que la mayoría de los candidatos se
preguntaba y lo hacía ya a punto de iniciar campaña para poder elaborar su
discurso, porque todos ellos de esa mayoría ya sabían prácticamente a lo que
iban: unos a perder y otros no a ganar sino a obtener la elección porque ya
tenían asegurada la compra. Y la ciudadanía, lo sabe, en este momento ya no
hay duda al respecto, el pueblo lo sabe, pero qué es lo que pasa en lo que
pasa lo que pasa, me cuestionaba y algunas dudas se despejaron.
Pero primero, ¿por qué lo anterior en pretérito? porque las cosas están
cambiando, porque la violencia y la corrupción que han golpeado con fuerza,
han hecho a la ciudadanía más consciente y sí, México está despertando,
México despierta ya, y esa historia que escribo ahora se va a acabar pronto,
para lo que es necesario seguir circulando la información y que la gente, el
pueblo termine de darse cuenta y de aceptar que sólo el pueblo va a salvar
al pueblo, que tiene que participar, que no debe dejar todo en manos de
otros, que debe inmiscuirse, como dijera hace unos días
Miguel Bosé en relación a la perspectiva mundial
en una entrevista con Jorge Ramos: el ciudadano tiene que actuar, tiene que
ser más serio, más comprometido, más activo, más activista. O
como describiera Rubén Albarrán de Café Tacuba si dejara las llaves de su
casa a unos cuates por seis años, para cuando regresara se encontraría con
que hicieron las fiestas más locas, que vendieron hasta la tubería y ya no
hay nada ni la construcción porque como cascajo lo sacaron, que tenemos que
observar lo que hacen los políticos y participar en la política pues el que
no lo hace es parte de toda esa corrupción.
Así, pues, hemos visto que las elecciones las han comprado con
negociaciones, unos les dan tantos votos a cambio de prebendas. Aquí lo
interesante es ver cómo las mañas fueron en aumento y así la mayoría de los
candidatos porque éstos vieron que podían hacer negocio “personal”, que ya
no era como hace décadas en que nadie quería ser candidato ni un cargo
público porque les quitaba tiempo a sus verdaderos trabajos personales,
descubrieron un "nicho" tan sólo suprimiendo la ética, como si le dieran
clic. Entonces, comenzó la rebatinga, a candidatearse no porque pensaran en
ganar o en ayudar a su país o a su gente, no, sino por vil lucro. Pero,
veamos más adentro: lo hacen unos para cotizarse, para que los vean los
otros políticos, para mostrarse; otros, con el objetivo de lograr hacer una
campaña para tenerla ya como background, en su currículum para las
siguientes las que sí creen ganar, perdón, no “ganar” sino, mejor dicho,
“obtener la elección”. Pero hay otros –y estos merecen alguna
consideración– que lo hacen por protección, una cierta protección que da
mantenerse a la vista del público y estar en un partido. Y pocos, sí, muy
pocos realmente, lo han hecho con la convicción verdadera y honesta de
ayudar a su país… porque los abusivos descubrieron ese "nicho", ¡el
negociazo de sus vidas!, creyeron que el mundo –recurriendo una vez más a
José Alfredo Jiménez– era suyo y hasta nos dieron su olvido, se olvidaron de
lo más importante: de nosotros, del pueblo, con dinero del que reciben del
Instituto Electoral para su campaña, con el que solicitan en calidad de
apoyo para campaña a los simpatizantes, a sus amigos y conocidos
"negociando" prebendas. Y si a esto le sumamos que venden sus votos o que se
candidatearon como una "negociación" por la que obtendrán una ganancia, sea
cual fuere, pues ¡allí está el negociazo que nunca jamás en sus vidas de
otro modo imaginaron llegar a hacer!
"Negociar" entre comillas porque acentuaron su acepción de negocio,
ese sentido que se le da a "hacer negocios", si no hay negocio, no hay
ganancia, si no la hay, no le entran. Así de simple. Negociar para
ellos dejó de ser el acto de mediar, calibrar circunstancias para valorar lo
mejor en el sentido ético para ambas partes, y si hablamos de elecciones y
Estado, esa valoración tendría que considerar al pueblo, al Estado, sin
embargo, en estas nuevas negociaciones, desaparecen estos rubros, la
valoración radica en lo personal: si no hay negocio, no "le entran", es
decir: si no tienen ganancias personales cuantiosas para que valga la pena
el esfuerzo.
Aunque por otro lado, podemos pensar en que los candidatos y su equipo de
campaña deberían tener, de algún modo, cubierto el tiempo y sus recursos
dedicados a esta actividad, porque no podríamos exigir que dejen de percibir
un ingreso mientras están en campaña pues de qué mantendrían sus gastos
normales. Claro. Pero, entonces, se dan a esas negociaciones, "se entregan",
"invierten", y... se cobran a manos llenas. Aquí es donde se esfuma el fino
hilo entre "negociar" y "negocio", posiblemente de ahí el cinismo
desplegado, negociar se vuelve justificación, el pretexto perfecto, y
quienes no aceptan negociar son tildados de intolerantes, cerrados, y
un sinfín de epítetos, como si se negaran al diálogo, otro pretexto para
quitar puntos a los candidatos que por honestidad se rehúsan a negociar,
aprovechándose de que la gente no sabe que a lo que se están negando es a
"hacer negocios". Estas negociaciones no vienen a ser más que corrupción
encubierta. Así que entre pre-candidatos no negocian quién sería mejor
funcionario, quién tiene más posibilidades, la capacidad, la disposición, el
impulso para hacer un buen trabajo para el pueblo, no, sino de cuántos
dígitos la prebenda, de “a cómo el arreglo”. Lógicamente esto no ha
resultado en buenos candidatos, y ésta es una razón más para que el pueblo
participe, poder lograr candidatos valiosos, con vocación de servir y
sentido de la ética.
Ha habido asimismo quienes no persistieron en su honestidad porque los
embarraron en algún ilícito o porque los coaccionaron con amenazas y
chantajes aunque, por supuesto, un gran número porque se dejó convencer o
por opción propia. Muchos quizás pensaron que no pasaba nada, y habrá
quienes estén dándose de topes contra la pared por haber contribuido al
estado en el que se encuentra el país.
Debo añadir que, aun así, no todo son mieles en hojuelas de almendras para
los candidatos, no, la tienen difícil porque la rebatinga es cruenta, salvo
los "consentidos" de algunos partidos en general, con todo el dinero que
está de por medio jugándose, se dan tremendos cocolazos y no la pasan bien.
Y es muy posible que ése sea uno de los motivos por los que han robado a
costales bien surtidos ya en el cargo, como una suerte de "cobro" por el
maltrato, que incluso por revancha se corrompan. Aunque también esos
costales les son muy apetitosos para protegerse a posteriori.
En esta vorágine, están los “vendidos” y los “infiltrados”, los
“colaboracionistas”, que han proliferado de todos lados ya no sólo en los
comicios y se introducen de unos partidos en otros, con la tarea de
informar, poner todo tipo de obstáculos, trampas, “enganches”, etcétera;
además de presionar, dan oportunidad a esas "negociaciones": de funcionarios
que, de un partido, ofrecen sus votos al de otro partido, a cambio de que,
al ganar el candidato, éste le “proteja las espaldas”, esto es no permitir
que sean acusados de fraudes u otro tipo de delitos –de ahí tanto ratero
suelto–, o bien, de que en el Congreso vote a favor de las iniciativas en
contra de las de su propio partido, de meter zancadillas a su propio
partido, ofrecer cargos públicos a cambio de “donativos” para la campaña, o
permisos como las ya muy conocidas licitaciones en el ámbito de la
construcción, ámbito de elevadas ganancias, para luego andar por ahí
“dándose las tres”, vanagloriándose de una maravillosa construcción, sea
carretera o parque o edificio municipal, usándolo de campaña, con unos
milloncitos al bolsillo: tirando pájaros, dos, tres o más de una vez. Con la
certeza que esto les da, el saqueo aumentó tremendamente, lo hemos leído en
los recientes meses, y, así, la corrupción envuelta en cinismo y
desvergüenza. Es decir que en estos partidos, los militantes se han puesto a
jugar como si estuvieran en Las Vegas, en lo que han llamado “pragmatismo”,
ganar por ganar de la manera que sea, pero ganar, y como todo vicioso del
juego, apuestan, meten, ponen, quitan según su conveniencia pero de una
mejor manera que en una casa de juegos porque aquí sí obtienen ganancias,
aquí sí hacen trampas con libertad, unas por debajo de la mesa que de todos
modos se les ha permitido y otras de manera muy abierta, como aquella de que
el partido de mayor antigüedad recibe del gobierno un monto muy superior al
que reciben los otros partidos al contender para las elecciones, lo que
coloca a éstos en gran desventaja y esto ha sido legal. Comprar votos ha
sido, la mayoría de las veces, incomprobable y lo mismo sucede con las
“negociaciones” mencionadas. Aquí todos han ganado menos los honestos que,
aunque sean pocos, sí existen, todos han ganado incluso los candidatos
perdedores deshonestos con su venta de votos, en esto, contrario a lo que
sucede en Las Vegas, “la casa pierde”.
No pocos, ante este panorama, con gran decepción, o desertaron de los
partidos o desistieron de participar y de votar, unos, perplejos ante
resultados de votaciones internas a favor de los peores candidatos,
preguntándose si eran estúpidos los votantes o tenían otros motivos para
inclinarse por quien carecía de los atributos para la contienda. No pocos
decidieron que ni siquiera expedirían su credencial para votar, ya ni porque
la solicitan como identificación oficial para otros trámites. No pocos se
han abstenido y pregonaron el no-voto, la inutilidad de ir a las urnas, la
“Otra Campaña”, por ejemplo, y no pocos han hablado de que “todo ya está
arreglado”, “desde arriba”, que qué sentido tiene, y de un “sistema”, “el
sistema” le dicen, lo que hace pensar que no podrían ser más que
“infiltrados”, pagados, promoviendo el abstencionismo que tanto favorece a
los partidos de mayor voto duro. Pero sí no pocos, ante el desencanto, se
dirigieron al abstencionismo que no es más que una forma de aceptación de lo
que resulte, de lo que hay, de dejarse someter por ese sistema que en
realidad no existe más que porque lo creyeron, si lo rechazan, se esfuma en
el aire porque nada lo sostiene más que el creerlo. Es como una fiesta, si
nadie va, no hay tal y ahí se quedarán la orquesta y los canapés, sin
escucharse y sin servirse, ese “sistema”, mito inventado por un grupo, no existe
si nadie asiste, si nadie lo cree, si nadie le da cuerda. Lo que sí existe
es que alguien llega al cargo y adquiere poder público y con ese poder ha
dañado al pueblo, y existen las elecciones con votos bien tangibles y existe
el pueblo para dirigir los votos hacia el bien común.
A ver… ¿“la casa pierde” ? No. Ya no. Ahora la casa está para ganar y leer
en próximos encabezados: México despertó. A votar todos porque, aun con lo
mencionado y lo que persigan añadir, a la corrupción no le alcanza contra
todos.
Porque ya distinguimos en qué consisten sus triquiñuelas, porque los
corruptos ya nos mostraron cómo se manejan, porque ya vimos hasta dónde han
llevado al país, porque ya palpamos sus mentiras, las desmenuzamos y se las
extendemos en sus narices.
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