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8º ENCUENTRO
ESTATAL-NACIONAL DE ESCRITORES VERACRUZ |
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CÓRDOBA -
FORTÍN DE LAS FLORES - YANGA |
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27 - 29
de abril
El ENCUENTRO |
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Reseña por Jorge Hernández Utrera |
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Reseña fotográfica |
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Reunión del
Comité
Nacional de Encuentros Literarios
con
culTuralcingo, A.C.,
y la
Academia de
Extensión Universitaria
y Difusión de
la Cultura de la FES Zaragoza
para llevar a cabo su 2º
Encuentro, en Tulancingo. |
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De Tamaulipas,
José Romero Salgado |
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Del
D.F.,
De Canibalismo y Otras Filias
de
José
Antonio Durand |
Félix
Pacheco
con su
Pre Textos
Poéticos,
y |
Enrique
Escalona del Moral |
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de
Tuxtepec, Oaxaca: |
Viridiana Blanco |
Antonio
Ávila-Galán |
Ibis Villegas Cuadriello |
Héctor Cortazar González |
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de
Celaya,
Javier Malagón |
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de Nayarit,
Queta Navagómez |
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de
Tulancingo,
Cristina de la Concha |
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Catedral de la Inmaculada Concepción,
Córdoba. |
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Palacio Municipal de
Fortín de las Flores |
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José Romero Salgado
LARGA JORNADA HACIA
LA NOCHE
La noche que papá nos
abandonó yo estaba dormido. Tenía seis años entonces y aún podía
conciliar el sueño. No se despidió de mamá, de mi hermana Isabel y por
supuesto de mí tampoco. Recuerdo que esa noche nos ordenó dormir
temprano y así lo hicimos sin saber que era la última vez que lo
veríamos.
Me llamo Ricardo, como
él, tengo cuarenta y tres años y desde aquella noche me cuesta trabajo
conciliar el sueño. Me paso las noches mirando el techo de nuestra
habitación, o finjo que duermo para no molestar a Leonora, mi esposa.
Ella sí
duerme bien, yo en cambio no recuerdo lo que es dormir como se debe.
Tenemos un hijo de seis
años, no le quise poner mi nombre, que es el de mi padre como ya les
dije, le pusimos Patricio y él duerme como todos los niños deben de
hacerlo; tranquilo, sin sobresaltos y toda la noche.
Esto de padecer
insomnio me ha llevado a leer cantidad de libros sobre los desórdenes
del sueño y he probado toda clase de remedios, pero ninguno ha
funcionado hasta hoy. Formo parte de ese grupo de hombres y mujeres que
padecen sonambulismo, narcolepsia, piernas inquietas, apneas o insomnio,
todos desórdenes del sueño. Nada de estos libros me han ayudado para
dormir en paz, por eso llevo en mi rostro las ojeras que atestiguan mis
largas noches de vigilia.
Trabajo en una
editorial y reviso manuscritos para ser publicados, los recibo, corrijo
y en algunas ocasiones recomiendo para su publicación. Además doy clases
en una universidad, Leonora es educadora y terapeuta infantil y entre
ambos las vamos pasando y lidiando con las cosas de la vida.
Mi madre murió hace
unos años y nunca nos dijo ni a Isabel o a mi la causa por la que
nuestro padre nos abandonó, si ella lo supo se lo llevó a la tumba. De
mi padre no hemos vuelto a saber nunca más, supongo que es mejor así,
digo, no saber, de esta manera nos imaginamos lo que se nos ocurra.
Mi hermana Isabel si
duerme bien, ella no tiene problemas de sueño, vive sola a sus cuarenta
años, era tan pequeña que no recuerda a papá, yo en cambio aunque no
quiera lo tengo siempre presente. Muchas veces platicamos de él, aunque
a últimas fechas ya no lo hacemos tanto, es como si el tema hubiera sido
agotado. Yo en cambio he leído sobre el asunto también, la gente
desaparece o huye más de lo que pudiéramos imaginar; un buen día salen y
no regresan, dejan atrás a una familia que se pregunta que hicieron mal
para que eso pasara. Es como si se hubiera suicidado sin dejar nota
alguna y la familia no encuentra explicación.
Durante años nos
echamos la culpa de lo sucedido, después viene el coraje por el abandono
y finalmente la resignación. Y con ella esta sensación de vacío que no
se como explicar.
A veces me pregunto
que cosas hubiera hecho con mi padre; jugar béisbol, andar en bicicleta,
entregarle el título universitario, aunque no creo que algo de esto le
hubiera importado. Su ausencia es diferente a la de mi madre ahora
fallecida, a ella la llevo en el corazón y en ocasiones acudo al panteón
a conversar con ella, en cambio a mi padre lo llevo metido en el
estómago y con él puedo hablar donde quiera que me encuentre, pero no es
como con mi madre.
Aquellos que se van,
lo hacen sin saber como le joden la vida a quienes dejan atrás, o si lo
saben, pues no les ha de importar. Y ¿Adonde se van? A veces me pregunto
si soy capaz de salir un día de casa y no regresar más. En ocasiones
salgo a trabajar y me digo ¿Y si no regreso? Tomo rumbo a la oficina y
elaboro mentalmente diversos destinos y ocupaciones que emprendería si
lo hiciera.
Dicen que los hijos de
alcohólicos o de padres golpeadores heredan su conducta, yo me pregunto
si aquellos padres que abandonan el hogar ¿Heredan a sus hijos lo mismo?
Y si me fuera ¿Adonde me iría? Quienes desaparecen se llevan las
respuestas de las preguntas que nos hacemos los que fuimos abandonados.
Seguro que mi padre se
hizo de otra familia, misma que tarde o temprano habrá de abandonar
también. ¿No lo creen? Sucede más frecuente de lo que imaginan, les
digo.
Cuando me asaltan
estos pensamientos en las largas noches de insomnio, de abandonar mi
hogar, como lo hizo mi padre, me levanto y me introduzco a la habitación
de Patricio y me quedo largas horas por la noche, viendo como duerme en
paz y tranquilo. En algunas ocasiones lo veo tan sereno que me pongo a
llorar sin poderlo evitar. Y es entonces que me doy cuenta que no me
importar pasar por este insomnio con tal de verlo dormir así, pues
parece que lo hace también por mí. Y sé que a la mañana siguiente que
salga a mi trabajo, esa es una razón más para volver a casa todos los
días y poder llevarlo a la cama, acostarlo para que se duerma mientras
le cuento historias de lo que haremos en los años por venir y supongo
que por eso duerme tranquilo, por que al otro día siempre me encuentra
dormido y desvelado al pie de su cama.
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