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Encarnación Ríos Collazo
Marco Fonz de
Tanya
Reynaldo Carballido
Presentación del libro
Escritofrenia de los poetas
Alberto Candelas,
Nicolás Fuentes,
Germán Lastra, Raúl Iván Méndez Arzola,
Elisena Ménez,
Jorge Quintanar,
Jaime Ortiz Álvarez y
Gustavo Ponce Maldonado, por el maestro
José Antonio Durand
Félix Meza
En el
Encuentro
Celebra asamblea
Comité Nacional de Escritores Literarios en la que adhiere otros estados
de la república
Asisten sesenta escritores de 17 estados
El Estado de Hidalgo,
miembro del Comité Nacional de Escritores Literarios
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Marco Fonz de Tanya
Nace en México, D.F., en 1965. Tiene
estudios
de filosofía por la UNAM. Egresado de la SOGEM, fue vocal de la
Asociación de Escritores de México y becario del Centro Chiapaneco de
Escritores. Pertenece a la Red Nacional de Talleristas. En 2002, obtuvo
el premio de poesía Rodolfo Figueroa. Tiene 13 libros publicados. Sus
poemas han sido antologados en Chiapas, Zamora, D.F., Barcelona, Madrid,
Italia y Perú.
De su poemario Los Martirios:
I Martirio a Silencia
Caminemos la noche Silencia
llevemos nuestros pasos de cristal
al polvo humano y estrello
de lo que cae de las alas invisibles.
Estacionemos mil ojos en una esquina
siempre que el colmillo de la sorpresa brille.
Platiquemos con nuestras manos últimas
necesidades de la aurora.
Qué horror Silencia encumbras en mi boca.
Qué aroma para caminar mis oscuridades.
Nuestro andar lastimero da de qué hablar a la Llorona.
Merecemos las fuentes y los terremotos
siempre que la luz ande por sus ramas
andemos los muertos serios y los alegres
bebamos la grasa inútil del tiempo
haciendo historias de papel y soldaditos.
Silencia del nocturno vivo
almendra de mi corazón ajado
reconforta la carne molida para que vuele
acrecienta la mamona poética
dando de qué hablar a los pequeños encierros.
Merecemos las calles y las avenidas
son nuestras Silencia con todas sus cruces y
crucificados,
los hombres de fuego, los niños de tierra,
las bellas Marías de leche, los perros y su mierda.
Son nuestros Silencia
andemos la noche.
V Martirio a Silencia
Y me pides Silencia
acabar con estos asesinatos
cuando de nuestras manos
nacieron los cuchillos
y de sus uñas se hicieron
las navajas para miles de cuellos.
Mejor córtate los pechos y ofrece
con lágrimas espinas
en una sola nota de tu voz
el sacrificio alado de cuanto viento llega
y a los dos despeina
en una furia digna del arpa de Nerón.
No existen bandejas de plata para nuestros restos
tan sólo la ciudad amurallada de fuego
tan sólo las partes ya cortadas en incendio
tan sólo un temblor de lumbre en los aleros.
Me pides lo que hemos creado
mejor expulsa tus ojos del ver
y que en dos feroces lazos de sangre
cuelguen de tus cuencas para observar mejor
cómo me curo junto a ti
en un canto profundo de guerra
y cómo tú ligera te estás partiendo en partes
de tal manera que eres y con tu propia mano
El Bautista y Salomé.
IX Martirio a Silencia
Nuestros pueblos Silencia
vírgenes viciosillas
sacan cráneos de las piedras
y hacen de sus dientes amargos capullos de
improperios.
Cabizbajos con la frente de azúcar
brillan en su maldad.
Nuestros pueblos abrazan al cielo que los sepulta
son campos de miembros devastados
en esfuerzo de quitar
los pelos de sus almas.
Ser la primera piedra del templo del rayo
escarnio de la primera carne.
Vuelve lo que no es nuestro
lo otro restablece la comunión con lo asqueroso.
Arqueros del cosmos venden corazones incendiados.
Nuestros pueblos subterráneos de la sangre
comen cañas de cuarzo
y palillos de antenas marinas.
Quien lea esto Silencia
sabrá en qué pueblo
nuestros ombligos laten enterrados.
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