“¿Para qué sirve un filósofo en nuestro tiempo?”, exclamó Jorge
Volpi ante un concurrido auditorio Juan Rulfo en la Feria Internacional del
Libro de Guadalajara. La pregunta fue respondida con dos palabras: Fernando
Savater, el cual se encontraba en el lugar para ser homenajeado, en compañía
de Juan Villoro, Ricardo Cayuela y Carlos Revés.
En este encuentro se dejó claro que los filósofos no están muertos y
caminan entre nosotros. Ahí se resaltó la coherencia en el pensamiento de
Savater como un maestro para varias generaciones y un luchador social, con
una obra que resalta por el humor y la ironía.
Asimismo, el salón quedó aturdido por las risas de los asistentes
cuando el homenajeado dijo desconocer a la persona de quien se hablaba en el
lugar. Las palabras de quienes se encontraban en la mesa, enfocadas a
engalanar el trabajo del intelectual, dibujaron una figura que Savater
declaró querer ser.
El novelista y catedrático español ha intentado tomar el camino para
crear más filósofos, un camino en el que, señaló, buscar abrir todo tipo de
dudas creadoras y posibilidades para aquellas chicas y chicos que han tomado
sus clases.
“Para ser un maestro hace falta ser algo ignorante. He sido buen
maestro porque soy bastante ignorante. Los grandes sabios son malísimos
profesores, porque no entienden la ignorancia de los demás”, expresó el
homenajeado, para asegurar que él comprende muy bien lo que la gente no
puede.
Expuso que los valores, decisiones, deberes y demás acciones son
posturas difíciles de contemplar y entender mientras uno se mantenga
imperturbable detrás de una muralla.
Tras citar un verso dentro del Cantar de Mio Cid —“la lengua
sin manos no es de fiar—”, Savater ilustró que su mayor asco va dirigido a
aquellos viejos que no entran en batalla, pero dan instrucciones y animan a
los jóvenes a la violencia y la muerte. Para él, un hombre libre no es aquel
que se pregunta “¿qué va a pasar?”, sino el que dice “¿qué vamos a hacer?”.
Antes de despedirse, Fernando Savater dijo creer que todos nacemos
rodeados de males y moriremos cubiertos por ellos, así que a lo más que
podemos aspirar es que los males del final no sean iguales que los del
principio.