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Llegó la información a
esta revista, hace muchos meses, de que con motivo de la consulta
ciudadana llevada a cabo en noviembre pasado por el presidente
municipal de Tulancingo, el Arq. Julio Soto, éste recibió algunos
insultos vía telefónica que le indicaban que él debía tener la
capacidad de decisión y no preguntar lo que se debía hacer, sino
simplemente hacerlo (con palabras altisonantes). Realmente me
indigna que gente con estos conceptos insista en ideas arcaicas,
que, en lugar de congratularse de que el presidente tiene la
disposición en preguntar al pueblo su opinión, asuma esta idea de
autoritarismo como forma de vida, que claramente trasluce que así
debe vivir quien hizo tales aseveraciones, así deben ser sus
relaciones con los miembros de su familia, en su trabajo y su medio
social, habla del machismo que maltrata a mujeres y a niños, que
suscita violaciones de mujeres y niños, es la misma actitud que la
de secuestradores y delincuentes: imponer su voluntad por encima de
la voluntad de los demás, como la de dictadores como Hitler, la de
Musolini, la de Napoleón, la de Stalin y Pinochet y de tantos otros,
ahí comienza todo: en la idea de que la opinión de los demás no es
importante, en la idea de que se puede pisotear a otros.
Pero ya no estamos en los
tiempos del feudalismo, hoy día se supone que contamos con la
democracia, pese a las escasas muestras de ello, y que debemos
tratar de sostenerla a como dé lugar, y no tratar de provocar con
insultos a un funcionario a actuar con autoritarismo.
Si bien existen personas a
quienes no les gusta dar su opinión o porque no saben respecto al
asunto o porque no quieren dedicar esfuerzo a reflexionar sobre el
mismo y prefieren que el funcionario en cuestión lo decida, es
necesario votar y, entonces, votar por lo que menos le acarree
problemas a su pensamiento.
Por esa paz que ansiamos
todos, debemos permitir que esos foros fluyan y no dejar que
influyan en nosotros pensamientos tan negativos como dichos insultos
y la idea tras bambalinas de imponer el autoritarismo tan nocivo
para la sociedad.
Todos valemos exactamente
lo mismo, la vida es tan nuestra como lo es de los demás, todos
tenemos los mismos derechos. Recordemos que el respeto que yo exijo
de los demás comienza donde termina el respeto de mi
persona
hacia los demás, nuestros derechos comienzan donde terminan los de los
demás, el respeto a los demás termina donde comienza el respeto que
los demás nos deben a nosotros.
Y, en el caso de una
consulta ciudadana como la de mañana, domingo 24 de agosto, es
importantísimo que la gente opine porque el Jardín del Arte es de
todos, las calles son de todos los ciudadanos, la ciudad es de todos
y todos debemos contribuir a su
mantenimiento, conservación, restauración
y
mejoramiento. Votar es una
forma de contribución.
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