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17 de abril, 2014

 

 

De mitos II

México y el karma

por Cristina de la Concha

 

 

¿Por qué? ¿el destino? ¿la vida? ¿Dios?

            ¿Por qué la mala suerte de nuestro país? ¿por qué es tanta la violencia y la delincuencia, esta tremenda situación social y económica?, ¿por qué tanta muerte y, encima, tanto desastre?, y, esta semana se santificó con el granizo que azotó al D.F., la luna roja que quizás presagiaba, la muerte de Gabriel García Márquez y un temblor de miedo. No cesa en mi mente la pregunta ni en la de la mayoría de los mexicanos, al menos la pregunta chispea señalando que no nos dejemos imbuir en la apatía como escape para no sentir.

Qué hemos hecho los mexicanos para merecer esto, qué hicieron los 60 millones de pobres para merecer su pobreza, qué hicieron los millares de familias de hijos muertos, asesinados, desaparecidos, encarcelados injustamente, qué error cometieron los padres de familia en la educación de sus hijos, o qué hicieron los adolescentes y los niños cuya realidad es completamente inmerecida. Nosotros mismos lo hemos provocado, sí, con nuestra apatía, nuestro desinterés por décadas, el individualismo exacerbado y los paliativos, pero, ¿por qué?

La pregunta vuelve a aparecer y, explorando ideas, surge el karma, ¿es karma el motivo? el karma, la ley de causa y efecto que dicta que las acciones de maldad, el destino las cobra, el karma explica los eventos malos que nos suceden como la reacción, el pago, de las acciones malas que cometimos y también lo aplica a pensamientos y palabras. No significa que alguien deliberadamente va a realizar ese “cobro”, como algunos creen con lo que dan validez a actos de venganza, no. El karma viene a ser para sus creyentes una energía que se genera con el mismo acto realizado que, como bumerang, regresa al punto de partida. Esta es una idea central en religiones como el budismo y el hinduismo que sostienen que las consecuencias no son inmediatas porque no alcanzaría la vida, sino que establecen la reencarnación como una continuación donde se cumplirá el destino, pero al reencarnar no se recuerda la vida anterior porque sería muy traumático y nos mantendría atados, nos quitaría libertad, por lo tanto, no es comprobable y muchos pensarán que qué sentido pagar en la vida siguiente si no lo van a recordar ni serán los mismos.

Sin embargo, el karma no me suena mal a mi pregunta, ¿karma por lo que la mayoría de los habitantes del país hemos hecho? aunque ¿cómo? ¿es posible que un país completo entre también en la teoría del karma? Tendría, pues, que ser por cuestiones que se sumaran para hacer un todo suficientemente grande que cayera encima de la nación. Es decir, muchas, demasiadas, acciones de maldad, las suficientes, para lo que se requeriría mucho tiempo, que, al sumarse, dieran como resultado una gran nube negra del tamaño del territorio que lo ensombreciera y cayera encima de todos. ¿Es decir que los “pecados” cometidos en siglos nos los están cobrando? ¿cuáles “pecados” si México fue colonizado, ultrajado, sometido, saqueado? ¿O es tal vez el karma por el chamanismo negro utilizado clandestinamente desde la llegada de los españoles, quizás podría interpretar que las masacres anteriores y sacrificios fueron pagados con el infierno que fue la colonización y que, posteriormente, toda la brujería realizada para tratar de salir de esa colonización, para tratar de eliminar el sometimiento y, luego -los mestizos que ya fuimos-, para salir de la pobreza y el yugo de los ricos y los poderosos, se está pagando con lo que vive el país en este momento?

Es un hecho que en México se hace brujería, ¡abunda la brujería!, abundan los curanderos y chamanes, de todos los tipos, todas las corrientes, desde chamanismo prehispánico hasta santería, magia negra, santa muerte, vudú, yoruba, en fin. Y se escucha por ahí, entre susurros, “le hicieron un “trabajo””, “fulanita se está muriendo por un “entierro” que le prepararon”, “perengano hace "porquerías"”, “zutano pactó con el diablo”, “se hizo una limpia”, “aquel va a misas negras”, “andan haciendo “rituales””, lo cual, para los escépticos no existe y el resto omite por miedo o con el fin de ocultar su propio oficio o su propia intención.

Y se sabe de “lugares sagrados” como las zonas arqueológicas que son espacios energéticos donde acude gente “de oscuridad” sin ser vista a invocar seres, matar animales y echar maldiciones. Se sabe de los famosos “entierros”, objetos con conjuros que se esconden en recovecos inalcanzables por las víctimas con el propósito de que les sea imposible deshacerlos, de preferencia, panteones o sitios en construcción, y quedan allí, debajo del cemento y las lozas, en los cimientos, “trabajos” con los que se busca manipular o desaparecer personas, eliminarlas a través de enfermedades y muerte, provocarles accidentes extraños o someterlas con sufrimientos. Es una pena que pululan quienes le desean lo peor a otros, quienes buscan venganza, quienes arden de envidia por lo que otros pueden lograr, y, al no tener otros medios para deshacerse de ellos, recurren a estas malas artes, sea que surtan efecto o no. Gente que no conforme con su vida busca la adquisición de bienes a través del manejo de energía, o la “adquisición” del ser que supuestamente ama o del ser que no ama pero que servirá a sus fines, personas que buscan mejorar a través del daño a otros a los que considera obstáculos. Y lógicamente el individualismo es abono de cultivo para estos oficios.

Si acaso el karma fuera el motivo, entonces, nuestro país nunca tendría la oportunidad de arreglarse con tanto “trabajo de oscuridad” y estaríamos cada vez peor, mayor violencia, mayores catástrofes hasta que el país y sus habitantes agotaran sus recursos de sobrevivencia. ¿Será?

 

   
                 
                 

 

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