Ricardo
Yáñez; Puntual
por
Luis Ovidio Ríos
El motivo de que los pelos se
ericen, los ojos se humedezcan, la garganta se contraiga, la
piel hormiguee y la espina dorsal se estremezca cuando se
escribe o se lee un verdadero poema, es que un verdadero
poema es necesariamente una invocación.
La poesía de
Ricardo Yáñez invoca en la forma: la belleza; en el fondo:
exactitud. Yáñez es un poeta puntual. Entiéndase puntual no
sólo como formal, sino como se dice coloquialmente: poner
los puntos a las íes. Su voz, le ha orientado a definirse
como: un pez en un
mar evaporado.
Ha encontrado en
sus sonetos hacer del fondo; forma.
Si no amor soy entonces qué
carajos
qué nube de pesar qué estrella
herida
bandera por qué vientos
abatida
conversación resuelta en qué
estropajos
vengo del corazón a mis
trabajos
y voy de mis trabajos a la
vida
vida que se te entrega
inmerecida
pero que sabe dar sus golpes
bajos
no sé ni qué decir pero me
digo
que al fin y al cabo soy un
buen testigo
y voy a atestiguar que estoy
amando
todo lo que perdí mejor ahora
que cuando lo tenía llora
llora
no dejes de cantar te estoy
mirando
Sus tópicos varían
siempre desde el instante poético, hace de la vida un
fragmento, y al rayo, al beso, a las despedidas las concibe
eternas. Toca la ciencia, con pudor y sátira. Como quien
sabe, pero también, como quien duda.
Muy gallito ese güey muy pinche gallo
quesque la galla ciencia lo acredita
pa mi que hasta el modito se le quita
dejémosle gozar su abril y mayo
junio se llegará pisado el callo
del viento numinoso que hoy lo habita
todo será tropiezo precipita
la entusiasmada danza cruel el rayo
carbón arderá el árbol que solía
templo de amor fingirse fantasía
de manantial diamante fuego y oro
muy gallito ese güey muy pinche loro
chamuscado hablador dizque chinfónico
chingaquedido aftoso cacofónico
La naturaleza,
majestuosa madre, no se salva. Basado en un tema de Herman
Melville, encuentra en sus límites el lugar preciso del
desencanto.
El pingüino
El pingüino no es carne, pescado ni
volátil,
no pertenece al carnaval ni a la
Cuaresma.
Animal el menos atractivo, el más
ambiguo,
chapotea en los tres elementos y posee
algún rudimentario derecho a todos
ellos, pero
no se encuentra a gusto en ninguno:
en tierra renquea,
en el agua
avanza singlando
y en el aire
aletea y se desploma.
Como avergonzada de su fracaso,
la naturaleza lo oculta
en los confines del mundo.
Para ser puntual
es necesario ser meticuloso, precavido. Pero sus versos
fluyen ante los tropiezos cotidianos.
La pérdida
Era la sombra buena, y la mejor
enredadera;
era y fue la palabra necesaria: la que
sabe callar.
Era el irse dejando discurrir
sin espejos ni máscaras,
ni esperas ni humo del pasado
oscureciendo la visión.
Fue el viento en el follaje
y la brisa en el rostro
rïente,
fue la numeración y fue los pájaros
y era la luna, la esencia de la luna.
Salía
de lo oscuro
como el agua mejor, y se iba yendo
con esa parsimonia que ponemos en los
elefantes
cuando, se dice, saben
que se van a morir.
Era un nombrar sin tiento ni desorden
esa especie de voz que carente de habla
dice lo que nos dice, si se tiene, el
amor, y se quedaba
como una estrella en la mirada queda,
si bien mirada,
cuando amanece.
Era un aquietamiento de espadas en la
arena
y la oleada que baña las espaldas, y
era
y fue
un delgado, lentísimo irse abriendo de
pétalos
a la señora claridad. Había
en su interior el sueño que guardan los
palacios
y la vigilia
que despierta en la frente del que se
ha visto herir a un
ciervo luminoso.
Necesitaba
solamente cuidado
y la perdí.
Abstemio de
falacias. Su sentido del humor y su ironía, concluyen no si
antes entender que el poeta nunca termina.
Si me emborracho pienso en ti.
Si me viene el amor a las palabras, a
los ojos, al llanto,
a los cigarros alas, al tequila sauza,
¿en quién voy a pensar?
Hay un Ricardo Yáñez que me pega, que
todo el día me
pega,
y hay un Ricardo Yáñez que te ama. Ese
es el bueno.
La décima, es otra forma que
ha explorado si cesar. Es raro que en la actualidad nos
encontremos con poetas arraigados a la décima. La paradoja
puede ser explicada por la idea de que el poeta tiene que
ser original, pero, muchas veces se olvida que ser original
es ir al origen.
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Parece que la poesía, puesto que desafía al análisis
científico, tiene que estar arraigada en alguna clase de
magia, no olvidemos que la magia durante mucho tiempo ha
sido mal vista. Es cierto que la ciencia poética europea se
basaba esencialmente en principios mágicos, los rudimentos
de los cuales constituyeron un restringido secreto religioso
durante siglos, pero que finalmente fueron desechados,
desacreditados y olvidados. No sé si sea casualidad esta
regresión espiritual del poeta. De otro modo, la manera
contemporánea de escribir un poema recordaría los
experimentos fantásticos y predestinados al fracaso de los
alquimistas medievales para convertir un metal vil en oro,
con la diferencia de que el alquimista al menos reconocía el
oro puro cuando lo veía y lo manejaba. La verdad es que sólo
el mineral de oro puede ser convertido en oro; y sólo la
poesía en poemas.
Esta propuesta
poética nos acerca al redescubrimiento de los rudimentos
perdidos y a los principios activos de la magia poética que
los rige.
en una cajita de oro
vi una estrellita de plata
el amor se entrega entero
si no nomás se maltrata
en una cajita de oro
vi un listón verde bandera
porque te quiero te digo
que no dejes que me muera
en una cajita de oro
vi una flor de maravilla
querer es saberse dar
en una forma sencilla
La filosofía, es
también, un lugar de residencia en su obra.
Pienso en Descartes, qué fregadazo debe
haber andado
para tener que recurrir a la
comprobación de su
existencia.
Cogito, ergo sum. Híjole, qué duro.
Si casi me río, pero
pobre Decar.
El oficinista, un ser por
lo regular se cree inamovible. Es visto en deshoras.
Echó un poco de sal en su corbata
mas no se la comió cual pretendía
quizá le pareció que estaba fría
aparte de que no era muy barata
Pinto en su corazón de hoja de lata
una dulce canción que se sabía
pero le reprocharon la alegría
y se compró un chaleco color rata
Consideró que el sol era la luna
y que la luna nada finalmente
y se quedó mirando su presente
como quien ve llover y no se moja
como quien huevos fritos desayuna
mientras la rosa suya se deshoja
Hay un espacio breve para
la poesía en prosa. Con sus finales, que giran en torno al
recuerdo, a los escondites de quien se mantiene intacto ante
el juicio de quién no ha sido tocado por el diablo.
Julia era una muchacha que salía todas
las tardes para ir a misa, hasta que un día se encontró al
diablo y se enamoró de él.
—¡Julia! —le imprecaban sus
amigas.
Pero ella no hacía caso y
les sonreía encantadora; mirándolas al principio, pero luego
perdiéndose en quién sabe qué punto recóndito de su alma.
Los recuerdos nos ayudan y
nos detienen, a la inversa de los besos que se niegan, ya no
se pueden dar, las lágrimas, suelen ser canciones que
alguien pone y uno esta obligado a escucharlas.
A los catorce años La Azabache
abofeteada por su madre y escuchando
Para putas conmigo basta
quiso reír y quiso llorar y lo hizo
ambas cosas
pero después no era el momento
años después
Hay poemas que
juegan como si fueran los últimos.
Hay poetas que buscan
palabras, hay palabras que buscan poetas.
Epitafio
No vamos a decir que moriste por algo,
todos sabemos que moriste por una
pendejada.
Y sin embargo moriste por algo,
Para que no muramos por una pendejada.
Cito un fragmento de la carta que Keats
escribe a Richard Woodhouse el 27 de octubre de 1818. En
ella, Keats dice: "Un poeta es lo menos poético de la
existencia, ya que carece de identidad desde el momento en
que se ve continuamente en la necesidad de ocupar el cuerpo
de otro". La esencia de este carácter poético consiste en
carecer de identidad. "La función del poeta es acoger lo que
se muestra, sin interferir, dejando que todo sea lo que es,
y para que esto ocurra ha de carecer de identidad, o al
menos de la identidad que nos es familiar.
QUÉ OPTIMISMO
uno quiere vivirse hasta los huesos
uno quiere llorarse hasta la risa
uno quiere volverse longaniza
o bien taco de sesos
uno quiere ganar sus buenos pesos
mas la pobreza nunca cicatriza
uno quiere darse una paliza
o saberse más rezos
uno se rasca a veces la cabeza
uno se bebe a veces su cerveza
uno se toma en serio muchas veces
uno quisiera ser tan sólo dieces
quizá reírse menos de uno mismo
qué optimismo
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Nació en Guadalajara, Jalisco, el 3 de abril de 1948. Poeta,
periodista y tallerista. Estudió letras en la Universidad de
Guadalajara y la UNAM. Ha sido editor de El Ciervo
Herido; profesor en la U. de G.; periodista fundador de
El Sur, Unomásuno y La Jornada;
articulista y miembro de la mesa de redacción de la revista
Mira. Creador de una metodología para el desarrollo
de seminarios y talleres de creación literaria. Ha dado
talleres (con duración desde año y medio a quince años) en
más de diez ciudades del país, hace cerca de 40 años fundó
el primer —así llamado— taller de literatura jalisciense.
Ha colaborado en Biblioteca de México, La
Gaceta del FCE, La Jornada Semanal, Revista Universidad de
México, Sábado, Siempre!, Punto y aparte, de
jalapa; Síntesis, de puebla; El diario de colima,
de ese estado; Siglo 21 y Público, de
Guadalajara, y para La jornada y El financiero,
del D.F., aparte de Radio Universidad de Guadalajara y Radio
Universidad Veracruzana entre otros. Fue jefe de la zona
centro de NOTIMEX, jefe de la redacción periodística de
Radio Universidad Veracruzana; Ciencia, Cultura y
Espectáculos de El Occidental y director del
Semanario Paréntesis, estos tres últimos, medios
tapatíos. Miembro del SNCA en los periodos 1997-2000 y
2000-2003. IV Premio Punto de Partida 1971 por El
Girasol. Parte de su obra se incluye en antologías
nacionales y extranjeras. En 2004, El Aduanero y
La Jornada auspiciaron la grabación del disco Quizá
en agosto, que reúne algunos textos suyos musicalizados
por ocho compositores.
OBRA PUBLICADA: Ensayo:
Prosaísmos, LunArena/UAM, 1995. || El alfabeto en
la neblina, Secretaría de Cultura de Jalisco, 2003. ||
Literatura para niños: Un pajarillo canta
(ilustraciones de Carlos Pellicer López), FCE, Poesía para
Mirar en Voz Alta, 2006. || Poesía:
Divertimiento, Bellas Artes de Jalisco, 1971. ||
Escritura sumaria, La Máquina de Escribir, 1977. ||
Ni lo que digo, FCE, Letras Mexicanas, 1985; CONACULTA,
1998; CONACULTA/Verdehalago, La Centena, Poesía, 2004. ||
Dejar de ser, ERA, 1994. || Antes del habla,
El Aduanero, 1995. || Si la llama, Trilce, Tristán
Lecoq, 2000. || Estrella oída, UAM/El Aduanero,
2002. || Novedad en la sombra, CONACULTA/ FONCA/Arlequín,
2003. || Puntuación, LunArena, 2004. || Vado,
ERA/CONACULTA, 2004. Actualmente es miembro del Sistema
Nacional de Creadores. |