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Alguien dice por ahí 'que no se vuelva cotidiano este tema de la
violencia en nuestro país', en alguna estación de radio o de
televisión. Yo me pregunto en qué sentido debemos tomar esta
frase sacada de su contexto. ¿Que no se vuelva cotidiano en el
sentido de que, aunque eso es lo que está sucediendo de
cotidiano, no hablemos de ello (que, de hecho, creo que ése fue
el contexto original en que se dijo la primera vez)? ¿Que no nos
acostumbremos a una violencia cotidiana? ¿que no hablemos del
tema y comencemos a bromear con ese humor negro acostumbrado del
mexicano? ¿que no nos habituemos al grado de aceptarlo y poder
vivir con ello? ¿o es un deseo de que realmente esa violencia
deje de existir en lo cotidiano como ha estado siendo en los
último tiempos?
¿Cómo poder vivir en este país sin mencionar lo que está
sucediendo haciendo caso omiso? Esto, a mi humilde parecer, no
significa sino la aceptación de la violencia como parte de la
rutina, lo que implica, entonces, un permiso, una autorización
de que sea así, que aquellos que perpetran esta violencia
piensen 'está bien, al fin nadie dice nada', implica que lo vean
cada vez con más naturalidad, y, nosotros también. Implica que
aceptemos el dolor, la sangre, la masacre como cosa cotidiana.
Implica que el dolor se nos haga ajeno.
Por este motivo, quise recordar esa canción de la argentina
Mercedes Sosa, Que el dolor no me sea indiferente.
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