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Fata Morgana
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Un
dar permiso de abusar
La ignominia, una
minucia
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Caminas
plácidamente por el campo, por una ladera o por la calle
solitaria, una calle tranquila donde no esperarías un acto de
violencia, ni siquiera de agresión. Recién anocheció, no es hora
de asaltos. No traes nada en los bolsillos, no cuelga nada de
tus hombros, vas solo con tus pies y el relajamiento de una
tarde de domingo contemplando tu ciudad desde un mirador. Ves a
unos hombres en la distancia, su tórax hacia ti, la vista hacia
ti, el empeine hacia ti. |
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Estudias preparatoria, los ímpetus de la juventud te desbordan.
Pronto la terminarás y sientes las ansias de tu ingreso en la
universidad y todo lo que el futuro depara, de las notas
musicales y las letras que brincan en tu mente buscando tus
manos para caer en una guitarra o en un trozo de papel. |
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Los
hombres en la distancia en realidad te están rodeando. Andas tus
pasos, irremediables, aun devolviéndolos por la ladera o por la
calle o por el camino hacia el mirador son irremediables. El
rumbo que tomaste habría sido el mismo, hacia la misma
dirección. Es inevitable acercarse. |
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Puños, manazas y
tu cuerpo estupefacto se mueve involuntario al sonido de cada
golpe y es lo único que captan tus oídos. Te amagan, como bulto te toman
por la pretina del pantalón y te llevan. Preguntas sin
respuesta se quedan en el aire. La confusión, la impotencia, la
incertidumbre, el miedo, se apoderan de tu cuerpo, tu mente y
tu
alma amoratados, y, entre estas sensaciones, tu instinto de sobrevivencia te repite
que esto no tiene que estar sucediendo.
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“Seguridad pública” es la instancia a la que pertenecen estos
hombres y el entendimiento se hace más confuso. Percibes que por
lo menos siete patrullas son las que acompañan a los hombres y
la credulidad se aleja más de la conciencia hacia escenas de
películas que has visto tanto. |
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Pero no. Entre frases
soeces y puñetazos en respuesta a tu desesperada pregunta, te
transportan a un lugar que supones que es “barandilla” al ver
que hay otros detenidos, pero no lo sabes de cierto porque
nadie te contesta. Allí te retiran tus pertenencias, la camisa y
la comunicación y te encierran. Los policías dicen a
los demás detenidos
que estás loco, que eres sicópata, que no se acerquen a ti.
Sólo tienes dieciocho años y no sabes que estas escenas son
lugar común. |
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Por fortuna,
tienes a tu padre y una familia que te buscan al no verte llegar
a casa, por fortuna alguien se preocupa por ti, alguien hace lo
posible por aclarar la confusión y rescatarte del lugar y de
esos hombres. |
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La bruma comienza a desvanecerse y te enteras de que fuiste
acusado de “incendiario”, de haber prendido fuego al cerro desde
donde mirabas tu ciudad, pero el cerro no guarda señales de
quema ni rastros de cenizas. Acusado de un delito federal,
siete años de prisión, escuchas y sólo crees que la pesadilla
continúa, no puede ser verdad que esté sucediendo. Se niegan a
fijar fianza y luchas angustiosamente por desaparecer de ese
escenario. |
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¿Cómo comprobar que no hiciste algo de lo que no hay rastro?, te
cuestionas, eres culpable hasta que no demuestres lo contrario
pero la paradoja es que no tienes evidencias que presentar para
demostrarlo. El cerro es seco, de vegetación ausente, poblado de
piedras, esto se niega como evidencia. Acuden los testigos,
alegan haber presenciado cómo tu mano encendía fuego. Después te llega
la noticia de que estos declarantes se encontraban fuera de la
ciudad ese domingo de los hechos. Unos policías declaran
haberte visto encender el cerro con tus cerillos. La frase se
reitera absurda en tu mente, encender el cerro con mis cerillos,
¿encender el cerro?, ¿con mis cerillos?, no tenías cerillos
contigo esa
tarde. Presentan tu encendedor como evidencia, lo que es un
alivio para ti, la contradicción es contundente. El alivio es muy
breve, hasta que te das cuenta de
que esta evidencia es aceptada. |
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Días después,
logras llegar por fin a tu casa, una fianza pagada por tus
padres con grandes dificultades te hace salir de la cárcel. Tu
vida ha cambiado radicalmente, ahora tienes que firmar
en forma periódica en el penal, terminar tus estudios y comenzar a
trabajar, pero la noticia se regó por la ciudad que no es muy
grande, apareció en los diarios, la gente lo sabe y miradas de
recelo, de suspicacia, de desconfianza y enojo se posan sobre ti. Las puertas de un
adolescente se cierran antes de haber intentado llegar a ellas.
Y no sabes que tú eres uno entre muchos y que historias como
ésta se han escrito antes y continuarán escribiéndose. |
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No hay empleo
para ti en la ciudad y decides irte a buscar camino en otro
lugar, donde nadie sepa de tu pasado, te vas expulsado por una
sociedad injusta, porque no hubo quién defendiera tu caso con
eficiencia o porque no hubo quién lo defendiera simplemente, o
porque no tuviste “palancas” o porque así estaba
planeado que sucediera. |
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La tortura a
lo largo de la historia, el abuso de poder, asesinatos en el mundo
entero nos sacuden, dictaduras sometiendo sin piedad a sus
pueblos, genocidios por racismo, por fanatismo, y sientes que tu
caso no vale la pena cuando recibes una propuesta para hablar de ello, sientes
que lo que sufriste es ínfimo al lado de todas esas atrocidades
que se cometen en el planeta, que existen miles y miles de casos de
desaparecidos, de gente en cautiverio por años, y qué lucha has
de hacer si otros tienen más por qué luchar, más dolor que
mostrar, más daño a sus personas, más perjuicios, más llanto... |
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¿Es, entonces,
que no se debe hablar de esto que parece una minucia?, ¿no hablarlo
no sería, entonces, aceptarlo?, ¿no ha sido así ya?, ¿aceptado como
parte de la rutina?, ¿y no ha proseguido
como película proyectándose una y otra vez en uno y unos y otros
como un error incorregible o como una falta de ética profesional
insuperable o como un remedio infalible de amedrentar y someter? |
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¿No es olvidarlo como un dar permiso a que
la película continúe manteniéndose en cartelera?, ¿y otorgar
"permanencia voluntaria" a la "permanencia voluntaria"? ¿no es
reiterar el permiso dado al error cometido en 1998 y a otros
antes y después, a la ética pasada de soslayo, al abuso
del poder perpetrado?, ¿no es confirmarles aquello que se le hizo
creer y que prosigan creyéndolo? |
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Y, entonces, ver
mayores atrocidades, percibir el dolor de la carne abierta,
escurriente de sangre, es bruma que nos impide luchar por lo que
parece una minucia ahora cuando las minucias permitidas son las que
hacen al poderoso, son las que le dan valor para las terribles
atrocidades, son las que le aseguran que la siguiente, cada vez
un poco peor que la minucia anterior, va a ser pasada por alto
–y así ha sido–; son las que conforman la tibieza de una sociedad
en un imperio para aquellos quienes tienen la autoridad, de una
sociedad que, si no lucha por una minucia, por qué ha de luchar por otra
–y tantas ha habido–, y al paso
del tiempo se ve sumida en el abismo de la represión, la
impotencia, la desdicha, bajo el yugo de los poderosos, yugo por
incapacidad profesional o por falta de ética o por el afán de
amedrentar por someter... |
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Cristina de la Concha |
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Día de la Libertad de Expresión:
7 de junio ó 3 de mayo
Declaración Universal de Derechos Humanos
PROTESTA CONTRA OPERATIVOS MILITARES en el ESTADO HIDALGO
LA ACADEMIA HIDALGUENSE DE EDUCACIÓN Y DERECHOS HUMANOS, A.C.
De
tolerar y tolerancia
Declaración de
Principios sobre la Tolerancia
MI CONTACTO CON LOS
TARAHUMARAS DE BATOPILAS,
Por Román Corral Sandoval
Centro de Capacitación y Apoyo Sexológico Humanista, A.C.,
CECASH
16
de noviembre, día Internacional de la Tolerancia
Movimiento
Contra la Intolerancia, MCI
mujer y espacio:
el mapa irregular,
Lucina Kathman
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