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14.Jul.17

Cristina de la Concha

17.Jul.17

 

 

De “el sistema” y la complacencia

A Guillermo Samperio, Guillóm

 

Fragmento de “Transcurre el año 2016. País: México” por Cristina de la Concha, de la Antología de las Mujeres Ganadoras del Premio Lyghia Fagundes de la Jornada Internacional de Mujeres Escritoras y Periodistas de Brasil, Enero 2017.

 

 

En la pasada Feria Internacional del Libro, en Guadalajara, la periodista Aristegui declaró que pareciera existir una suerte de complacencia entre la ciudadanía que impide actuar contra lo que ha estado sucediendo en el país.

Esta complacencia me parece que se ha dado porque muchos se convencieron o los convencieron de que ése es “el sistema” y de que no hay manera de cambiarlo y de esta idea partió gran parte de los “vendidos” para aceptar serlo, creyendo que si no lo hacían, “el sistema” no los iba a dejar vivir en paz. Y el cinismo y la desvergüenza vendrían a ser producto de eso que han llamado “el sistema”, pues al creer unos que deben estar en él, dan por sentado los sucesos, los otros ya no se preocupan por la reputación, navegan con la bandera de que la ilegalidad, la corrupción, las amenazas son aceptadas. Y, así, mientras más les hemos permitido hacer, más han hecho: la corrupción desbordada.

Eso que han llamado “el sistema” es una lucubración de ellos mismos con el fin de beneficiarse perjudicando a la generalidad, una lucubración simplemente porque acepta la ilegalidad, la corrupción, las amenazas, el daño de unos a otros, la depredación sin importar ya sean hermanos o padres e hijos.

Y, ante ello, están los jóvenes, los niños, realmente ¿sin esperanza?, ¿qué están viendo ellos? ¿qué nuevos conceptos se están gestando en sus conciencias? ¿qué conceptos que nosotros no conocemos porque en nuestras generaciones no se veían hechos tan siniestros y perversos? ¿cómo abordarlos?

Porque, para nuestra desgracia, una de las paradojas de esta situación, parece ser que, no obstante la intención primera de los derechos de los niños de protegerlos contra el maltrato y la pobreza, éstos jugaron en contra nuestra, que la libertad a los adolescentes ha jugado en contra y ahora ellos son muy libres de gestar sus propios conceptos de vida que, por desgracia, se están basando en lo que ven y exigen a sus padres no intervenir, así como nosotros basamos los nuestros en lo que vimos pero prestábamos atención a lo que señalaban los mayores.

¿Se diría que la población, entonces, está atrapada?, ¿atrapada en lo que han llamado “el sistema”? A pesar de toda la negrura del panorama insisto en creer que no porque sé que somos millones los que no queremos vivir así, aunque consciente de que el poder del dinero sobrepasa el deseo, nosotros somos millones y ellos, unos cuantos, y está en nosotros frenar y desbaratar este panorama pero, para ello, se requiere voluntad, firmeza, convicciones, y replantear quiénes somos, qué somos como mexicanos, como parte de la humanidad, pero también globalmente, qué somos los seres humanos, cuál es nuestro papel con respecto del mundo, echando mano de la educación, de la historia, la filosofía, la literatura, reeducarnos quizá, reenfocar la vida, hacer conciencia de que la vida es otra y no lo que creímos que la civilización nos estaba dando: comodidades, consumismo, lujos, individualismo, porque los sucesos actuales nos lo están demostrando, porque la búsqueda de la felicidad –nos lo demuestra el cambio climático– no está en las comodidades, placeres, lujos, consumismo e individualismo.

Stephen Hawking señaló hace unos días:

 

... la elección de Donald Trump como presidente de Estados Unidos y el voto del Reino Unido a favor del Brexit [...] son una manifestación del “enojo” de la mayoría de la gente que se sentía abandonada por los líderes mundiales, por lo que rechazaron el consejo y guía de expertos y de la élite de todos lados [...] que las preocupaciones de los votantes sobre las consecuencias económicas de la globalización y la aceleración del cambio tecnológico “son absolutamente comprensibles”, ya que la automatización de las fábricas y el aumento de la inteligencia artificial pueden “acelerar la ya creciente desigualdad económica en todo el mundo."

https://www.theguardian.com/commentisfree/2016/dec/01/stephen-hawking-dangerous-time-planet-inequality

http://prodigy.msn.com/es-mx/noticias/mundo/la-humanidad-peligra-por-trump-y-el-brexit-advierte-stephen-hawking/ar-AAl4k46?li=AAa7cMo&ocid=spartanntp.

Hawking añadió que lo que está sucediendo podría conducir a una tercera guerra, que esas decisiones se tomaron sin pensar a conciencia en los efectos que podrían tener, sólo porque están hartos, porque tienen miedo, porque quieren frenar eso que les daña sin ver que el camino tomado traería otras consecuencias, con lo que queda demostrado que es la población la que al final, unida, toma una decisión y cambia el rumbo, pero también que esa población rechazó los elementos necesarios para determinar lo bueno o lo malo que podría acarrear esa decisión, con lo que, de nuevo, queda claro lo necesario e indispensable que es la guía de expertos si se carece de los conocimientos para distinguir eso bueno o eso malo. Sin embargo, esto también suena paradójico en una población que ve que el avance de la ciencia y la tecnología le está resultando en desigualdad económica y, entonces, se pregunta para qué tanto avance si les perjudica.

Esto es que no hemos hecho nada en contra o algo por que la inteligencia artificial juegue a favor nuestro, de la humanidad y no de empresarios y gobiernos, porque se presenta al público de forma confusa, como un logro, como un gran “avance de la humanidad”, y nubla lo que Stephen señala: el desempleo al que induciría esa herramienta como han inducido los cajeros automáticos y otros artefactos y máquinas. El neoliberalismo, he entendido, adueñado de las voluntades, germinó e hizo crecer como fruto tentador la idea de vivir de lo que rinda dividendos sin importar qué sea eso, y así producen y venden lo que sea, máquinas que provocan desempleo y la idea de humanos innecesarios, o bien expendiendo animales en vía de extinción, droga o niños para uso sexual o trasplante de órganos. Como depredadores. El neoliberalismo como una plaga.

Es decir que “la búsqueda de la felicidad” no puede excederse al grado de dañar a otros por conseguirla, que la búsqueda de la felicidad no puede ni debe plantearse sola, sin condicionantes porque el ser humano puede perderse en su vorágine, en su laberinto, en su ramaje entelarañado, es decir que por la búsqueda de la felicidad se ha caído en un egoísmo aberrante que gira en torno de todos esos artículos que dan comodidad y placeres, y, por tanto, esa búsqueda se inclina hacia el dinero como medio para conseguirlo todo, hasta el amor. Así, la búsqueda de la felicidad pierde su fundamento, su razón de ser si con su búsqueda se provoca daño.

Entonces, el sistema, lo que han llamado “el sistema”, no es válido, el sistema es como las subastas, si al poner un objeto, alguien da más, entonces, el objeto lo vale, si no ofrecen más, entonces no vale más, qué significa esto, que en realidad las cosas no valen más que lo que se dice que valen, por lo tanto, lo que nos están ofreciendo los gobernantes y empresarios vale sólo si lo aceptamos, que su sistema adquiere valor sólo si lo aceptamos, adquiere credibilidad únicamente si se la damos. Así, nos ponen comodidades tentando a la flojera, modas tentando a la vanidad, provocan el consumismo al provocar la vanidad con la moda, tientan al deseo con autos de lujo, y a la soberbia y la presunción, al ego, invocan al hedonismo y a la gula y la lujuria con maravillosos placeres sexuales, comidas exóticas y exquisitos vinos, y entonces nos vemos inmersos en una telaraña donde nuestros sentidos están siendo explotados para manipularlos y así orillarnos a aceptar su neoliberalismo, cuando, si no los aceptáramos, ellos tendrían que someterse a lo que nosotros planteáramos porque su dinero y su riqueza depende de nosotros, de que el pueblo compre sus mercancías, léase “artículos, lujos y mentiras”, y eso es “el sistema”: una serie de conceptos con el propósito de la explotación de nuestros sentires, nuestras sensaciones, nuestras pasiones, nuestros defectos para usarlos a su conveniencia, porque, al final, el hedonismo no lo necesitamos, si tenemos educación nos damos cuenta de que el hedonismo sobra, que el verdadero hedonismo, el hedonismo real está en disfrutar lo que ya tenemos como humanos, que con esta llamada civilización estamos extrapolando nuestros verdaderas sensaciones de placer a otras prescindibles.

Esto hace necesario ver que el único sistema real y tangible es el que dicta la Naturaleza que nos dotó de un cuerpo y un organismo y de la procreación, de que podemos comer manzanas porque están en la Naturaleza y no en la inteligencia artificial ni en los cajeros automáticos, que la inteligencia artificial no va a germinar manzanas, que inventar abejas robots que polinicen es como abrir la puerta a poner menos atención a las naturales y aceptar situaciones como la actual con los transgénicos que, si bien su finalidad era la de mitigar el hambre en el mundo al obtener de ellos mayor rendimiento de especie plantada así como mayor resistencia a las plagas y herbicidas, resultan contraproducentes pues no gozan de la virtud de la polinización natural sino que requieren la intervención humana: no se polinizan como las naturales, para cultivar se requiere adquirir las semillas a un proveedor, y afectan a las especies naturales inhibiendo su capacidad de polinización natural, es decir que de una planta transgénica no es posible tomar la semilla para sembrar otra como sucede con las plantas no alteradas genéticamente, con el que quien tenga las semillas obtiene un monopolio y una oportunidad única de enriquecimiento; en este momento, el cultivo de transgénicos ha crecido poniendo en peligro la biodiversidad. ¿Esto es lo que queremos de las abejas robots? Estos inventos, avalados por los discursos del avance de la ciencia, el “bienestar de la humanidad”, “la búsqueda de la felicidad”, han desarrollado elementos nocivos para la humanidad y que la ponen en grave riesgo, la energía nuclear en Japón, en 2011, en la planta nuclear de Daiichi, Fukushima, nos dio una muestra de ese riesgo. Indudablemente son necesarios los centros tecnológicos de esa índole pero también es necesario tener presente que éstos no deben ser para beneficio de reducidos grupos económicos pero, sobre todo, que no resten un bien a la Naturaleza que es por quien existimos, porque al parecer hay mentes que no están preparadas para hacer a un lado sus intereses personales y tomar un centro tecnológico como lo que debe ser: un lugar de estudio para mejorar, para prevenir daños y no para provocarlos.

Con esto me parece distinguir que la “complacencia” de mexicanos se debe a que creen que no pueden cambiar el sistema y a nivel internacional sucede, en cierto modo, lo mismo no obstante la pugna, a causa de las contradicciones que presenta “la búsqueda de la felicidad” y lo que es conveniente a nuestra naturaleza humana.

Sin embargo, el voto del Brexit demostró que la población puede, en efecto, cambiar el rumbo.

 

 

   
                 

 

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