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15 de marzo, 2017

Cristina de la Concha

 

Mitos y leyendas VII

Los trabajos ocultos

 

 

Retomo lo dicho en De los trabajos “de oscuridad” y “la tenebra”, debe hablarse de la brujería, término que he empleado en todos mis textos sobre el tema para referirme a trabajos de energía con fines maléficos porque ésa es la acepción que en general se le ha dado en mi país, aunque en otros países o para otras personas en México, los términos “brujo” o “bruja” no tienen esa connotación. Y aunque no pertenezco a esa casta ni he profundizado en ella lo suficiente como para poder disertar, sí puedo compartir lo visto, lo aprendido y lo extraído de mi propia experiencia como practicante de sanación con energía y como objeto de abuso de esas malas artes.

La brujería, mientras más se niegue, más se practica. La negación protege a los victimarios. Este abuso es un acto como el sexual infantil, requiere que se hable de él como una forma de denuncia. Y agrego: requiere que salga “a la luz” porque la ocultación le da mayor oscuridad, a mayor oscuridad, mayor eficacia.

Y sí, que se publique, que se haga público, sea que se crea o no, sea que lo nieguen o no, como algo que existe, que los que lo practican se sientan aludidos, se sientan “pescados en falta”, como los abusadores de infantes pues, además, tiene otra coincidencia en su práctica: al igual que el pederasta que es generalmente alguien cercano a la víctima, quien hace trabajo de oscuridad o encarga que se haga, es alguien que tiene un vínculo con la víctima potencial.

Y mientras más se calle, más ocultos están, mientras menos se sabe del tema, más se estarán cometiendo estos crímenes porque es un crimen provocar enfermedades, accidentes, pérdidas.

La brujería es un tema que se ha negado y relegado, escondido y ocultado, y se ha cubierto de un sinfín de misterios, de hechos inescudriñables, incomprensibles, ilógicos, con el objetivo de provocar miedo y con él alejar a la gente de su comprensión que si bien no comparte la misma que la de la vida cotidiana, tangible, material, puede ser asequible y servir para combatir el mal que entraña.

Estas malas artes, asociadas a la sugestión, la hipnosis, a los mensajes subliminales, se han negado por varias razones. Evidentemente, la negación y la ocultación han sido su sustento, su alimento, su sobrevivencia. Se cree que sólo mencionar la palabra la atrae, se dice que es tema de ignorantes, así que la misma sociedad les ha facilitado las cosas a este tipo de brujos. ¡Los mismos científicos e intelectuales los han favorecido al pasarlos por alto! Pero otro motivo es que pierde efecto y los que la practican no quieren debilitar sus propios trabajos, entonces, ellos son los primeros en promover que no se mencione.

Y, al parecer, por esta sola creencia, se ha extendido la de que todo trabajo de energía, al divulgarse, al “salir a la luz” pierde su eficacia. El trabajo de luz, el trabajo de energía de luz no podría perder su eficacia si “sale a la luz”, sería contradictorio, el trabajo que no persigue maldad ni daños a terceros no podría de ningún modo perder su eficacia a menos que otra energía se oponga. El trabajo de energía para defensa o protección no puede perder su fuerza por divulgarse a menos que se esté usando métodos de oscuridad como animales muertos o matarlos, o bien, que una energía se oponga, que al divulgarse el tipo de protección, los enemigos de oscuridad se enteren y dirijan energía contra esa protección por saberlo, pero no por ser un trabajo de energía porque la energía es neutral y todos tenemos derecho a defendernos y protegernos y nadie tiene derecho a dañarnos, de aquí que se genere un karma en todo aquel que realice trabajos con el fin de perjudicar a otros. Mas no genera karma un trabajo de energía de luz, un trabajo de bien, un trabajo que no persigue dañar.

Lo que vendría a ser verdad es que la brujería, de mencionar la palabra, se atrae de acuerdo con la teoría de que las palabras, lo que se dice, es susceptible de ser verificado, de que se cumpla si se le pone la intención suficiente, la energía necesaria. Sin embargo, es más conveniente hablar sobre el tema para que esté a la luz, para hacer que deje de estar oculto, para quitarle oscuridad y que pierda fuerza, que dejar de mencionarla por miedo a que se cumpla. La energía puesta en nuestras palabras puede anularse en cualquier momento. No podemos ni debemos dejar de hablar de ciertas cosas por miedo porque es peor que sucedan por no haber hablado de ellas, de lo que ejemplos sobran.

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