|
Ni Dumbledore ni Gandalf…
Julio Torri-C.
Ni
Dumbledore ni Gandalf… Julio Torri-C.
2ª
versión
Campaña arbórea
Día Mundial del Arte
La "terapia" del perdón
I y II
Mitos y leyendas
Mitos
VI
Mitos
V
M itos IV
El karma: la proyección
de lo que hacemos
Mitos
III
México y la mala
suerte
De los
trabajos “de oscuridad” y “la tenebra”
Más de
Cristina de la Concha aquí con un clic |
|
|
|
|
31.May.24
30.Jun.24
Cristina de la Concha
Riesgo circular…
(aumentado)
Si bien las mujeres hemos avanzado a pasos agigantados en la última década
en la lucha contra el machismo, la misoginia y la discriminación, en los
tiempos de hoy en que se habla de que éstos son “de mujeres” y ha abundado
la presencia femenina en las contiendas electorales, la mujer sigue en
riesgo, ahora no solo por discriminación y violencia de género sino por lo
contrario: el cuidado extremo de no caer en machismo y misoginia. Sí, es una
desgracia ya que ha sucedido que se aceptaran desplantes, ofensas y
actitudes agresivas infligidas por mujeres sin que se manifestaran protestas
en contra únicamente por ser mujeres quienes las cometieran, esto es grave
pues otorga a estas mujeres un empoderamiento dislocado, injusto, como se
vio en las marchas feministas de 2019 y 2020 donde grupos femeninos
cometieron actos severos de violencia, encapuchadas vandalizaron locales,
rompieron en una ocasión la bandera nacional, prendieron fuego e incluso una
de ellas se prendió a sí misma por descuido, golpearon periodistas, hicieron
pintas y en un video se vio a una señora enseñándole a su hija de unos 5 ó 6
años de edad a realizar estas pintas, lo que se calificaría como “enseñanza
a ser agresiva”, tergiversando así el concepto feminista. Estos destrozos
con la bandera de un pseudo feminismo desarmaba a la ciudadanía que debía
mantenerse en silencio pues la protesta en contra sería vista como misoginia
y machismo, como discriminación de la mujer. Esto nos colocaría, entonces, a
las mujeres como seres “inabordables”, no fuera a ser que nos ofendiéramos y
los acusáramos de discriminación, lo que implicaría que se originara una
especie de cerrazón entre mujeres y hombres, bloqueo en la comunicación,
rompimiento de parejas, disminución de nuevas parejas.
Esto, precisamente esto, ha estado siendo empleado por
la mafia del poder, por los enfermos de ansias de poder que solo andan
buscando la forma de conseguirlo y entonces se hacen de las mañas más
arteras, más ruines, y una es aprovechar las cuestiones coyunturales, las
“modas” o inclinaciones con el único afán de captar al electorado. Hoy día,
para nuestra fortuna, hay mujeres y hombres protestando en contra del
machismo y la misoginia y, por cada evento contra la mujer, se manifiestan
en contra, pero, para nuestra desgracia, esto, los de la mafia del poder lo
tomaron a su favor y diseñaron una nueva estrategia para obtener votos tal y
como lo hicieran en aquella elección en que, con una “historia de amor” a
través de la t.v. con una actriz y un político de físico atractivo que
contrajeron nupcias, planearon captar al electorado y elevar la votación a
su favor. Estos hombres vieron su oportunidad al percibir el enorme crédito
que adquirieron las mujeres con movimientos como el “metoo” y la lucha
contra feminicidios y la violencia de género que los consideraron aspectos
altamente redituables para sus campañas. Contemplaron esta nueva situación
de la mujer como la estrategia del momento: mujeres en candidaturas y cargos
públicos para, a través de ellas, cosechar canonjías, dádivas, licitaciones,
privilegios, y, en efecto, disponer de ellas para ser ellos quienes rigieran
en el cargo, mujeres quienes se postularan y lograran ubicarse en el puesto
desde donde ellos, tras bambalinas, ordenaran, dispusieran, distribuyeran
recursos entre sus allegados, y un sinfín de florituras, abusando de la
ciudadanía. Así, por una parte, utilizan el factor actual de reconocimiento
de la mujer, la “moda” de que “es tiempo de mujeres” y, por otra, a su vez,
el “temor” “de moda”: nadie dice nada contra las mujeres porque podría ser
denunciado por machismo y misoginia y, en este escenario, acomodar a
cualquier mujer, incluso a la más
incapaz de desempeñar un cargo, pues ellas
poseerían por ahora la habilidad de atravesar la senda de críticas, caminar
incólumes, inmunes a cualquier comentario contra ellas, porque cualquier
opinión en favor del pueblo y en detrimento de la candidata en cuestión
sería susceptible de ser revirado como “violencia de género”, es decir, usar
la defensa de la mujer como chantaje para derribar obstáculos, evadir los
cuestionamientos de la ciudadanía y llegar al cargo, cuando lo que se busca
de los candidatos en campaña política es la honestidad, la convicción de
justicia y ética y la capacidad para desempeñar el cargo, esto es lo que
atañe a la ciudadanía principalmente y no el género, puesto que una persona,
hombre o mujer con convicción de justicia siempre impulsará iniciativas
justas para la mujer, siempre la tomará en cuenta así como a los demás
sectores de la población, y los ciudadanos tienen derecho de cuestionar a
quienes pretenden ser electos. Las mujeres deben tener las mismas
oportunidades de los hombres de ser votadas pero el planteamiento de que es
necesaria la presencia de mujeres en los cargos carecería de validez si las
mujeres candidatas no poseen las aptitudes ni la capacidad para
desempeñarse.
En muchos casos colocarían, entonces, a mujeres, las que fueran, con o sin
preparación, con o sin conocimientos, con o sin carácter o disposición, con
o sin capacidad para los cargos, con la idea de que esto no importaría pues
ellos serían los que gobernarían detrás. En nuestro país abundan las mujeres
capaces, preparadas, con los conocimientos y el temple necesarios pero si,
entre ellas, alguna -o algunas- aceptara ser manipulada y dirigida por otros
a cambio de ostentar un cargo -que, de otro modo, no conseguiría-, su
capacidad, preparación, conocimientos y temple serían anulados por esos
mismos manipuladores.
Y la mujer se ubicó en este riesgo sin preverlo ni imaginarlo siquiera, la
balanza que pesaba contra ella, se fue hacia otro lado pero no al deseado,
no de manera favorable para ella porque persiste la intención de usarla;
aquellos que la tienen son, per se, misóginos y machos, ellas son, en
efecto, valoradas y ante el pueblo, el pueblo lo creería, pero en realidad
son valoradas por estos misóginos como objetos mediante los cuales es
posible conseguir un poder público y se perpetraría, luego entonces, un
abuso en el pueblo, en la ciudadanía que votaría por estas mujeres.
Ergo, también quedó el pueblo en esta circunstancia de riesgo, en la de
realizar un sufragio erróneo, sin noción de ello, por alguien a quien
tendría que tolerar por varios años durante los cuales ese alguien, la
funcionaria, estaría tomando decisiones dañinas para la ciudadanía, para las
familias.
¿Que de esta “moda” se conseguirían mejores políticas para las mujeres?, sí,
seguramente si las mujeres son realmente impulsadas por su propia convicción
de ser mujer y de lucha por la mujer, sin embargo, esto no sería así por
parte de mujeres manipuladas por hombres, mujeres que estarían viviendo, ya
en campaña, violencia de género al ser empleadas únicamente como
instrumentos para llegar a esos puestos.
Éste es el enorme riesgo a que conllevó este grito de mujer por
circunstancias de igualdad, por que se valoren nuestras capacidades, a que
se utilice a las mujeres en este supuesto tiempo de mujeres para lanzarlas a
puestos y candidaturas solo por ser mujeres, a contiendas que no serían
capaces de desempeñar para alcanzar cargos que tampoco desempeñarían de la
forma debida pues no les sería permitido, solo porque “es tiempo de
mujeres”, y cuestiono, ¿qué sentido tiene que sean “tiempos de mujeres”? o
¿qué tiene de “tiempos de mujeres” esta época si existen esos hombres que
siguen utilizando a las mujeres, si continúan cometiendo aquello de que han
sido acusados y unas mujeres continúan aceptándolo, sobre todo en algo tan
importante como es un sufragio?
De las
violentas mujeres encapuchadas de las marchas feministas más tarde se supo
que eran grupos de choque infiltrados y que, entre ellas, había hombres, así
que eran infiltradas pagadas para causar esos destrozos por entes políticos
de oposición, es decir, mujeres manipuladas que actuaron en contra de las
mismas mujeres al dañar la marcha, y, habiendo hombres entre las
encapuchadas, queda claro que no fue un asunto de mujeres la violencia
empleada, sino la utilización de una "moda", mismo mecanismo, la importancia
que ha ido adquiriendo la mujer, en un acto que llamaría la atención a nivel
nacional para dañar al gobierno entonces, reitero, ¿qué tiempo de mujeres es
éste sino uno de hombres usando mujeres para sus propios fines?
|
|
|