31.Marzo.18
Cristina de la Concha
.poema
en espera.
En esta historia
hubo un poeta
entre muchos
que bien sabido estaba
de los propósitos
del mal de hurtar
de intelectuales
y artistas sus virtudes
de la creatividad
e imaginar
para mayores ardides
con ellas lucubrar
los más elaborados
engaños y avanzar
en sus hostiles
propósitos
de hacer suyos
cuanta propiedad
y materiales
avistaran ajenos
para despojo
y empobrecimiento
de la comarca
Él-él bien se cuidaba
pues a cada tanto
lo cercaban
pero la suerte o el destino
fue que en mal instante
una respuesta mal dio
y apertura al mal cedió,
con rapidez se apresuró
el enemigo
de crueldad pletórico
y fulminante
su rayo lanzó
que el poeta tiempo
no halló
para sustraerse
de respuesta dada
a tal trampa tendida
y en un instante
su cuerpo cayó
con su peso, inerte.
La ella aquella lloró
porque ella pudo
su luz extender
y apartarlo de ese sino.
“Pero ni tiempo hubo”,
escuchó entre sus sollozos,
era él-él que desde aquel lugar
más allá
le hablaba,
“me equivoqué”.
Y tristes fueron esas horas
y las que siguieron
y días y semanas
porque él alivio no tenía.
Su camino a la Luz
estaba puesto
y los malvados de lejos
miraban el objetivo fallido
esperando quizás un desliz
que les hiciera por fin
realizar el hurto
Pero otros seres
que de la Luz
acompañantes eran
de cada alma a ese rumbo,
vigilaban
y esperaban solícitos
sin comprender motivo
de la renuencia del él-él
a emprender camino
a la Luz.
Mucho esfuerzo
hubo que poner por saber
hasta que a ella ella
llegó su voz:
“… he oído
a mis hermanos poetas
sus saludos y su cariño
valorar mi trabajo
y mis versos
que humilde he intentado
en los años terrenales
que he vivido,
me entristece que los defraudé
porque clara era la noción
de su confianza
en este iluso poeta
que igual que ellos y tú
han luchado
contra esa maldad
que nos acecha
y a la población
que su buena voluntad
ha mostrado,
su confianza
en que llegaríamos juntos
al final de esta guerra
victoriosos.
No me dispongo
en el camino hacia la luz
sin antes pedirles
lo que sé que me darán
perdón
pero irme sin oírlo
antes, no puedo
sin percibirlo
antes, no puedo
Y quiero que tú
les hagas saber esto
para dirigirme entonces,
con los buenos amigos
de luz que gentiles
me acompañan,
a la Luz.”
Pero algo más
para él-él era necesario
que la ella aquella
avisara:
que sus palabras cuidaran
en pensamientos
que inocuos parecieran
trampa guardaban
“detenerse ante todo
por simple que luzca,
y mantenerse mudo
por tonto que se muestre
que retórica de los falsos
más, sin tiento, hábil es”
Atenta oyó la ella ella
y su mensaje fiel
entregó.
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