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El
camino hacia la Universidad Politécnica de Tulancingo, como el
mapa del tesoro
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Fata
Morgana
cae sobre el
camino hacia la Universidad Politécnica de Tulancingo y los
escasos kilómetros se hacen largos, tensos, hasta su arribo,
donde la bruma se disipa, la tensión desaparece, un resplandor
parece iluminar este punto en medio del campo abierto. Ubicada a
unos seis kilómetros de Tulancingo, en un terreno en el área de
Huapalcalco, pareciera inaccesible o atraer hacia la Tierra de
Nunca Jamás
pues, al
introducirse en el camino que lleva a ella, su ubicación parece
desvanecerse, la
brújula se extravía al ir
pasando por calles, rectas, terraplenes, curvas, arboledas,
puentes, vueltas, ríos, pendientes, ruinas prehispánicas que
conforman un mapa como el del tesoro del pirata Fint, o como el
que Tolkien dibujara para el hobbit Bilbo. Y, si bien, vivir
esta aventura tiene una recompensa: alcanzar ese punto, la
Universidad, hay algo que inquieta de ese camino azaroso, como
en toda aventura fantástica. |
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Huapalcalco es un poblado minúsculo que se ha
convertido ya en una colonia a tres kilómetros al norte del
centro de Tulancingo y es necesario atravesarlo para llegar a la
Universidad por una carretera angosta y de alta afluencia
vehicular de la que emergen de vez en vez unos montículos
llamados “topes” que, en realidad, ya no sirven a su propósito
debido al tránsito que evita ahora lo que se pretendió hace un
par de décadas: arrancones clandestinos de automóviles de
jóvenes alocados y atrevidos, –aunque debo decir que se han
organizado públicamente–. Con lentitud, entre las nuevas
colonias de la zona, antaño ranchos prominentes, se avanza hasta
lo que es el poblado de Huapalcalco y, casi al final de la calle
central en que se convirtió esa carretera, se toma una
desviación a la izquierda por una callecita de doble sentido que
se encuentra en cuchilla y empinada por donde transitan dos
automóviles a la par sólo en caso de ser pequeños, y para lo que
generalmente es imprescindible detenerse y esperar el turno que
el tráfico permita. |
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Esta
callecita confluye en un tramo de camino de terracería
escarpado, desigual y accidentado, pero más precisamente, con
hoyos, zanjas y piedras picudas que sobresalen del suelo
amenazando neumáticos y tubos de escape, y se deja atrás la
población. Más adelante, se abandona este tramo para entrar en
una carretera donde el vehículo se hace muy manejable, allí el
tránsito se supone suave y ligero hasta llegar al centro
universitario pero algo interviene. Una recta, una curva, de
nuevo recta y el asfalto comienza a elevarse, con sorpresa el
conductor se percata de que se trata de un puente y de que por
debajo pasa una autopista, la suavidad y ligereza del trayecto
se interrumpen. Sus ojos se salen
de sus órbitas y el cuerpo quiere
devolverse pero el vehículo se lo impide, no puede frenar
en medio del camino para observar con cuidado y corroborar lo
que sus ojos acaban de ver: una autopista. Pero ¿qué autopista
será esa?, se pregunta, ¿será de algún lugar desconocido,
fantasmal o encantado que está vedado para aquellos que visitan
la universidad que se divisa desde aquí? ¿Será algún acertijo a
resolver para merecer esa visita? |
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Rodeada de esa incógnita yace la
Universidad, recinto que crece con rapidez, que de castillo en
castillo va construyendo sus amplios y sólidos edificios, y
entre cátedra y cátedra va construyendo los cimientos de los
nuevos profesionales en su matrícula y va contribuyendo a elevar
el nivel académico estatal. Sólo esta bruma en su trayecto
obstaculiza el arribo de muchos estudiantes que no pueden estar
viviendo la aventura día a día. |
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La autopista México-Tuxpan que
sale del crucero Pachuca-Tulancingo-México, pasa frente a la
Universidad. Si bien los kilómetros son más del centro de la
ciudad al crucero y de ahí a la Universidad, el gasto en tiempo,
en gasolina y en deterioro del automóvil es mucho menor, ni qué
hablar del desgaste psicológico que es nulo. Los kilómetros
tomando la vía que sale del poniente de la ciudad hacia Acatlán
para alcanzar la autopista son los mismos aproximadamente que la
vía por Huapalcalco, pero el gasto en tiempo y en gasolina así
como el desgaste psicológico y del automóvil es mucho menor –no
elimina el desgaste psicológico pues también en el corto tramo
hacia la autopista sobresalen unos topes como terraplenes y
abunda el tráfico–. Por otra parte, la aglomeración en el
camino a Huapalcalco sería notablemente menor de no transitar
por ahí el personal y el estudiantado. Pero, por desgracia, por
burocracia, por negligencia o por necedad sólo es posible llegar
a la Universidad por Huapalcalco y ver pasar la autopista por
debajo como un pordiosero que contempla a otro comiendo unos
suculentos tacos de nana. |
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Cristina de la Concha |
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Día de la Libertad de Expresión:
7 de junio ó 3 de mayo
Declaración Universal de Derechos Humanos
De
tolerar y tolerancia
Declaración de
Principios sobre la Tolerancia
16
de noviembre, día Internacional de la Tolerancia
Movimiento
Contra la Intolerancia, MCI
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