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30 de marzo, 2018
Cristina de la Concha
Ausentes en el campo de juego
Qué tan buenos son los buenos II
“Los buenos” tendrían que llegar a las asambleas para elegir a los
candidatos como los ciudadanos tienen que llegar a las urnas a votar por los
funcionarios, y, de la misma manera en que promovemos que la gente vote en
las urnas, debemos promover y fomentar la participación política en los
partidos para elegir a esos candidatos de entre los cuales se elegirán a
los funcionarios, de otro modo, nos dan lo que ellos quieren. Una de las
razones por las que la ciudadanía no quiere ir a las urnas es por la sarta
de rufianes de entre los cuales hay que escoger al mejorcito o “menos peor”
para votar por él, lo cual es, incluso, humillante en numerosas ocasiones. Esto es que afiliarse a
los partidos políticos resulta tan importante como votar en las elecciones.
Pero sus pruritos se muestran infranqueables por todos esos derechos a los
que somos acreedores, como que trabajan demasiado para encima dedicar
esfuerzo a la militancia, que por eso estudiaron una carrera, que no les
gusta la política, “que se ocupen aquellos a quienes sí les gusta”, que
quieren pasar su tiempo libre en paz, con sus amistades, con la familia,
socializando, disfrutando. Porque sí es verdad que los mexicanos trabajan
mucho, trabajan demasiado, la mayoría más de ocho horas, 10 ó 12 horas
diarias, lo que, por supuesto, aquellos otros han aprovechado para su
beneficio, ¡se queda el campo libre para ellos! y mientras “los buenos”
trabajan, “los malos” van en la corriente tomando ventaja.
Y ha predominado la creencia de que unas personas son para estar en la
política y otras no, y que así debe estar repartida la ciudadanía, por
consiguiente, no participan y los partidos se llenan de los rufianes, les
hemos despejado las canchas y ellos juegan en ellas a sus anchas, a su
antojo, y la política es asunto de todos los ciudadanos porque de ella
dependen los impuestos, los servicios, nuestros empleos, nuestras vidas, y,
por tanto, todos debemos intervenir.
A esto se suma lo desesperante e insufrible de esas asambleas, donde muchos
hemos, luego de horas, terminado pensando ¿qué necesidad hay de estar
soportando esto?... y eso es exactamente ¡lo que aquellos quieren!, ¡que se
desesperen y se vayan!, los reglamentos, los papeleos, la burocracia y sus
temibles discursos, la retórica, las trampas… entretener en un asunto,
desviar los puntos de relieve, que no se resuelva, enganchar en temas
irrelevantes, hacer perder el tiempo, “grillar”… se eligen dos o una terna
de precandidatos que posteriormente negociarán entre ellos, ¿quién da más?,
se preguntarán como en subasta, como si se tratara de la propiedad de un
bien mueble o inmueble a la venta cuando es el poder público lo que está en
juego, ese poder que han usado para perjudicar a la población, a nosotros.
Tiene sentido participar y uno mayor luego de ver unas cloacas destapadas
como "la estafa maestra", los desvíos millonarios hacia algunos partidos,
las empresas fantasmas, proyectos fallidos o que las firmas de la indígena
María de Jesús Patricio para ser candidata independiente no fueron compradas
ni fraudulentas, vaya, ¡sí hay gente honrada!, –cuando se dijo que las de la
única aspirante a la candidatura nacional independiente que fue aceptada por
el INE fueron cientos de miles obtenidas con fraudes, y aquí podemos
observar las jugarretas del destino, las paradojas, las trampas de “el
sistema”, sí se pudo una cosa pero no se pudo la otra, las firmas honestas
de la indígena Patricio no fueron suficientes en número para obtener la
candidatura, todo preparado “a modo”, como receta de pay de limón–.
Los partidos eligen a sus candidatos y, entonces, la gente que, asombrada,
pregunta ¿cómo, habiendo tantas personas capaces y honestas, pudieron elegir
a esos tipos de candidatos?, tiene ahí su respuesta: los capaces y
honorables no llegan a las asambleas porque “los malos” los ahuyentan con
sus formas y sus métodos inventados a modo para cubrir a “el sistema”. Y
para dorarles la píldora a los ciudadanos, ya que están en ese punto de
frustración, “los malos” sueltan frases como al aire, que algún militante
dice y otro repite, como la de que "ya todo está arreglado”, ¿cómo?, que ya
todo estaba arreglado desde antes, que eso iba a suceder, frase como para
“ajustar”, es una “aceitadita” para que se deslice en sus mentes la idea de
que existe una “fuerza poderosa” que tiene todo decidido, que no es posible
cambiarlo y que no hay remedio.
Parte de esa “fuerza poderosa” es lo que “los buenos” han obsequiado a “los
malos”: la cancha, el campo despejado para su juego a su libre,
malévolo y pervertido albedrío.
Tiene sentido afiliarse para cambiar esas recetas de pay de limón que han
hecho esos mismos, los de “el sistema”, a su conveniencia para “entretener y
que no estorben”. Tiene sentido afiliarse para detener el derramamiento de
sangre, los despojos, las desapariciones, el neoliberalismo que daña a todos
–ricos y pobres–, pero ir en bola, acudir masivamente, unidos protegerse,
cumplir con sus requisitos, estudiar sus mecanismos amañados y revirar.
Es todos juntos y nosotros somos más.
cristinadelaconcha@hotmail.com
https://www.facebook.com/cristina.delaconchaortiz
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