Hugo Barbero
LOS HERMANOS
Los hermanos no sólo se
forman en el mismo vientre, sino en el escenario común que decidió sus
destinos. En la infancia, compartieron el miedo, la alegría, el juego de
niños, las amenazas, el asombro y el sufrimiento de crecer para sellar a
fuego ese vínculo.
Los lazos invisibles,
olores, el perfil de mamá sirviendo la leche, o los lazos “nido de papá
con sus cuentos en cada anochecer.
Así fueron creciendo los
hermanos Carlos y Ricardo, el destino estaba marcado en un camino
diferente, Carlos estudió y se quedó en la ciudad con su título de
abogado, Ricardo siguió los pasos de su padre, trabajando en el campo.
Al fallecer el padre,
surgieron los problemas por la herencia, se escupieron injurias y se
odiaron torpemente.
En cada uno fue creciendo
un dolor que no cesa, pero ninguno de los dos intenta lavar la herida,
cicatrizar el dolor, fatigados de oscuras mezquindades.
El odio ciega más al que
odia que al odiado, insensibilice el alma, deshumaniza al hombre.
Después de veinte años, se
volvieron a encontrar en las exequias de la madre. El mármol no enfrió
las heridas, la luz está triste, las miradas buscando el cielo manchado
de gris. El dolor fue lo único que entre hermanos no se robaron, en esa
fragua fueron atravesando con su cruz las nieblas del camino del
cementerio, el miedo, con las manos frías, vacíos de ternura, se
saludaron sin mirarse.
Caminaban con el cortejo
juntos familiares y amigos, lentamente fueron buscando los pedazos de
las ilusiones desparramadas por el piso de la vida. Al día después
frente a frente con el abogado para cerrar la sucesión. Por orgullo o
negligencia o por creerse inmortales, dejaron sin resolver el
malentendido.
Sin convivencia no hay
proyecto posible. Convivir es armonizar, concretar, confraternizar. Es
conciencia, paz interior. Para lograr la paz interior hay que desterrar
el odio.
Terminado el arreglo,
Carlos titubeando dice, el hecho, hecho está, empecemos de nuevo.
Salieron a la calle, después de la niebla, y al fin ese rayo que nunca
se debe abandonar, la esperanza, cuando sucumbieron en la noche de los
tiempos que desesperados soportaron la tremenda cárcel de la pena.”
Los hermanos sean unidos
Porque esa es la ley
primera
Tengan unión verdadera
En cualquier tiempo que
sea
Porque si entre ellos
pelean
Los devoran los de afuera.
(Fragmento del Martin Fierro- José Hernandez)
|